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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 767

Capitulo 767

Gisela se quedó pensativa al escuchar su pregunta, y después de un breve momento de reflexión, te contesto con sinceridad. “En aquel entonces fue un accidente, para ser honesta, estaba muy asustada, porque realmente no sabia quién era el padre del niño. Incluso pensé en abortar, pero después de muchas visitas al hospital, tal vez por mi instinto maternal, no me atrevi a hacerlo. Después de todo, era una pequena vida, juna vida creada por mi!”

Al terminar, Gisela no pudo evitar mirar a Marisol, quien aunque le habia respondido que no sabia, nunca habia dicho que no lo queria.

Tal como habia imaginado, Marisol lucia pálida por el fuerte malestar que tuvo por la mañana, pero sus ojos brillaban con determinación mientras asentia seriamente, “Si, Gisela, también he decidido quedármelo.” Quizas desde el momento en que descubrió la existencia de ese niño, nunca habia pensado realmente en deshacerse de él.

¡Como iba a interrumpir una pequeña vida!

“Marisol, te lo digo por experiencia, ¡ser madre soltera es muy duro!” Gisela le expresó preocupada.

“¡Lo sé!” Marisol asintió sin vacilar, su mirada estaba llena de firmeza. Recordando algo importante, se apresuro a decirle, “Gisela, hay algo que espero que puedas hacer por mi…”

Gisela la interrumpió, tomando su mano suavemente, “Ya sé lo que vas a pedir. Quieres que te cubra y no le diga nada a Hazel, ¿verdad?”

“¡Si!” Marisol le confirmó.

Gisela asintió a su vez, aunque su expresión aún reflejaba una preocupación que no podia ocultar, “Puedo prometerte eso, pero Marisol, si decides quedartelo, ¿qué harás?”

Esa pregunta se la habían hecho varias veces ya, su amiga Violeta también se la había formulado.

Marisol bajo la vista hacia la superficie del agua en su vaso, que se movía ligeramente, como su corazón agitado en ese momento. No había decidido contarle a Antonio, su matrimonio había sido un acuerdo y. desde que salieron de la oficina de registro civil, sus vidas ya tenían que tomar caminos separados.

Ahora, Jacinta habia vuelto a la vida de él.

No quería atarlo con un hijo y temía que él no lo quisiera, aunque no estaba segura de eso, ya que él siempre habia dicho que queria tener un hijo. Pero ahora que estaban divorciados, si él lo deseara, ¿le quitaría a su hijo teniendo a Jacinta?

Solo de pensarlo sentía un escalofrio en su espalda. ¡Jamás permitiría que eso sucediera!

Tras respirar hondo, en esos breves segundos, tomó una decisión y levantando la mirada dijo lentamente. “Gisela, he decidido renunciar e irme a Canadá.”

“¿Vas a dejar Costa de Rosa?” Gisela exclamó sorprendida.

“¡Si!” Marisol asintió firmemente.

Con el paso de los dias y el crecimiento de su vientre, sabia que las posibilidades de encontrarse con Antonio aumentaban. Además, cuando llegara el momento del parto, siendo Antonio médico, seria dificil mantener el secreto.

Después de pensar en todas las posibilidades, decidió irse con su amiga Violeta, que pronto regresaria a Canadá. De esa manera, incluso en otro pais, tendría compañia…

Ese día, después del trabajo, mientras los demás compañeros se apresuraban a irse a casa, Marisol, fue a la

oficina del jefe de redaccion.

Al entrar, llevaba un sobre en la mano que contenia la carta de renuncia que habia impreso hace media hora. Llegado el viernes por la noche, Marisol empacó sus cosas y compró un boleto de tren para visitar a sus padres, ya que al dia siguiente era el aniversario de su fallecimiento y también tenía que informarles a Perla y Jordi sobre su partida por un largo periodo.

Al llegar en taxi al viejo complejo residencial, subió las escaleras con su bolso. Normalmente subiria sin pausa, pero en ese dia se detenía después de cada piso, recordando las advertencias del médico sobre los cuidados que debia tener durante los primeros tres meses de embarazo, ya que era un tiempo

especialmente delicado.

Tan pronto como metió la llave dentro de la cerradura, la puerta se abrió desde adentro, y Marisol fue recibida con una sonrisa por su tio Jordi

Jordi se mostro sorprendido pero rápidamente se hizo a un lado para dejarla pasar.

Perla, con su delantal puesto, salió del ajetreo de la cocina, “¡Debe ser Marisol que ha vuelto!”

“¡Tia Perla!” Marisol la saludó con afecto.

La alegría se dibujaba en el rostro de Perla al ver a Marisol, aunque su mirada buscó algo más detrás de ella, y con sorpresa le preguntó, “¿Eh, vienes sola? ¿Dónde está Antonio? Pensé que ustedes dos regresarian mañana en coche después de visitar a Sayna.”

Marisol se quedó paralizada mientras se quitaba los zapatos, sin saber qué responderles.

En ese momento su prima Sayna se acercó y cambió el rumbo de la conversación, “¡De seguro mi cuñado está ocupado en el hospital!”

Marisol asintió lentamente, “Si.”

“¡Claro que si!” Perla asintió con comprensión, “El trabajo de un médico no es como cualquier otro, siempre estan luchando contra el tiempo y la vida todos los dias, especialmente siendo Antonio un cirujano, siempre entrando y saliendo del quirófano, debe de estar sumamente ocupado. Marisol tienes que ser comprensiva y no discutir con él.”

Una vez que Perla y Jordi regresaron a la cocina para servir la cena, Sayna le susurro, “Prima, todavía no les he dicho a papá y mamá sobre lo tuyo y Antonio.”

“Gracias,” asintió Marisol con gratitud.

Había pensado que su prima, con su tendencia a no guardar secretos, les habria contado a Perla y a Jordi, pero, al parecer, no fue así. Durante el viaje de regreso, Marisol no había encontrado la manera de decirles que ella y Antonio se habían divorciado….

Finalmente entendió por qué Antonio habia elegido ocultárselo a la abuela, decirles a los seres queridos sobre algo asi era verdaderamente dificil.

Después de la muerte de sus padres, Perla y Jordi habían sido como segundos padres para ella, y no queria verlos tristes. Mientras todavía no lo sabian, decidió mantener el secreto. Iba a estar fuera del pais por al menos un año o dos, y para entonces, podría usar la excusa del distanciamiento por el tiempo para explicar su situación.

Después de cenar, Marisol y su prima volvieron a su habitación para dormir, cada una en su propia cama.

A pesar de que las luces estaban apagadas, Sayna parecia no tener sueño y, dándose la vuelta. sacó la cabeza de las sábanas para preguntarle con cautela. “Prima, ¿ya te dormiste?”

“Si.” le respondió Marisol evasivamente.

“Bahl, ¿si estuvieras dormida como vas a hablar?” Sayna frunció el ceño y luego, luchando consigo misma por un momento, finalmente no pudo evitar preguntarle. “Prima, ¿realmente no hay posibilidad de que vuelvas con Antonio?”

Marisol apretó los labios sin responderle.

Viendo que no obtenia respuesta, Sayna se sentó y trató de tirar de la manta de Marisol “Prima, es una làstima que tú y Antonio se hayan divorciado. Incluso si fue un matrimonio por conveniencia, después de cuatro años incluso un perrito o un gatito se hacen querer, ¿cómo me vas a decir que puedes dejar a Antonio? ¿Qué tal si te ayudo a intentar que vuelva contigo…?”

“Sayna, ¿puedes dejar de hablar de eso?” Marisol la interrumpió, casi no podia soportarlo más.

“Lo siento prima…” Sayna percibió el temblor en su voz y mordió su labio con remordimiento.

Marisol se llevó una mano al pecho y suspiro profundamente, cerró los ojos y dijo. “Estoy cansada, vamos a dormir.”

Sayna la observó durante un largo rato, todavia estaba reacia a aceptarlo, pero sintiendo el cansancio y la tristeza que emanaban de ella, finalmente cerró la boca y se acostó de nuevo, cerrando los ojos para dormi como su prima.

Al día siguiente, muy temprano, tomaron un taxi en la entrada de la urbanización con los preparativos para tributo ya listos, y se dirigieron al cementerio.

El pueblo era pequeño y no había tráfico, asi que llegaron al cementerio en unos veinte minutos. La tumba los padres de Marisol estaba en una zona más interna, ella y su prima caminaban adelante, mientras Perla Jordi los seguian detrás, cargando los articulos para el homenaje.

Debido a la proximidad del Dia de los Difuntos, habia muchas personas que venian a visitar las tumbas. A caminar por este tranquilo sendero montañoso, se podia ver el cementerio adelante.

De repente, Sayna exclamó. “¡Antonio!”

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