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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 749

Capitulo 749

A la mañana siguiente, sintió que alguien la estaba tocando en la cara.

Marisol agitó su mano y vio la cara de Antonio muy cerca, y sin pensar mucho, le dijo, “¡Antonio, deja de molestarme!”

En su estado entre dormida y despierta, su consciencia aún no estaba completamente clara, pensando que era como todas las mañanas cuando él la despertaba a propósito para hacer “eso“, por lo que su tono de voz era un poco coqueto.

Marisol se despertó de golpe y se sentó en la cama con un sobresalto.

Efectivamente, Antonio estaba allí, inclinado sobre la cama.

Recordando las palabras murmuradas sin pensar al despertar, Marisol se sintió avergonzada y cohibida al ver esos ojos encantadores fijos en ella, oscuros como tinta espesa.

Notó que Antonio, obviamente, ya se había duchado. Su pelo aún estaba húmedo y llevaba ropa recién cambiada. Eso no la sorprendía, debido a que en esa casa habían convivido casi tres años, y además de sus pertenencias, había muchas cosas de él.

Pero lo que sí la sorprendió fue encontrarse en la cama, pues estaba segura de haberse dormido en el sofá.

Marisol abrió los ojos sorprendida. “¿Cómo acabé en la cama?”

Antonio se levantó de la orilla de la cama, con una mano en el bolsillo. “Te llevé a la cama cuando me desperté.”

“Oh…” Marisol asintió, aunque internamente dudaba de sus palabras.

No recordaba nada, pero su pijama estaba intacto y parecía sincero…

“Son casi las ocho, vas a llegar tarde al trabajo si no te levantas ya.”

Tras decir esto, la alta figura de Antonio se dirigió hacia la puerta del dormitorio.

Marisol le echó un vistazo al reloj; efectivamente, faltaba poco para las ocho. Saltó de la cama, se vistió rápidamente y tras asearse salió del dormitorio, deteniéndose en seco.

Antonio estaba parado en el comedor y en la mesa había preparado un desayuno.

Miró fijamente la comida, quedándose sin palabras.

Por un momento, parecía como si nunca se hubieran divorciado…

Finalmente, cogió fuerzas y estaba a punto de cuestionarlo sobre lo sucedido la noche anterior, cuando Antonio, como si leyera su mente, habló justo antes de que ella pudiera decirle algo. “Lo siento, bebí demasiado anoche.”

“Entiendo.” Marisol cerró la boca, ya no sabía qué decirle.

Antonio frunció el ceño con un aire de preocupación. “No recuerdo nada de anoche. Hubo una fiesta con los compañeros del trabajo y bebí más de la cuenta. ¿No hice alguna locura o te hice algo mientras estaba borracho?” “¡No!” Al escuchar a qué se refería, Marisol negó con la cabeza, incómoda. “Estabas tan borracho como un trapo mojado.”

A lo que Antonio le respondió con un deje de decepción, “Vaya, eso es una pena.”

Marisol sintió calor en las mejillas.

Por suerte, la luz del amanecer la cubría, ocultando su rostro ruborizado. Se volteó, tratando de calmar su respiración acelerada.

De repente, escuchó a Antonio decirle algo inesperado, “Marisol, hoy es el tercer día.”

“¿Qué?” Le preguntó Marisol, confundida.

Mirándolo, sus encantadores ojos también la contemplaban a través del aire, con una profundidad tan sombría como su tono, “Es el tercer día desde nuestro divorcio. ¿Te arrepientes de algo?”

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