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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 728

Capítulo 728

Marisol se congelo, sintiendo que el tiempo se detenia. Desde la distancia, podia ver claramente en los ojos de Jacinta, Benos de la imagen de Antonio, un hombre de innegable belleza. Las palabras de Jacinta, cargadas de emoción, se clavaron en su corazón como espinas

Aunque legalmente era la esposa de él y tenia todo el derecho de entrar, Marisol se sintió desorientada.

Retrocedio dos pasos y, al girarse, casi tropieza. La sopa que llevaba para despejar la mente se derramo, quemándole la punta de los dedos e involuntariamente dejo escapar un siseo de dolor.

Como si huyera, Marisol dejó la sopa en la mesita de café del salón y se apresuro a salir,

El sonido de la puerta al cerrarse resono, y casi de inmediato. Antonio se levantó y se giró para mirar, pero Marisol ya no estaba. Levanto la pierna para seguirla, pero Jacinta en la cama le agarro aún más fuerte la mano, impidiéndole

moverse.

Antonio arrugo la frente, pero no se movió. Simplemente la miro desde arriba, con una mirada tan profunda que era imposible discernir sus emociones.

*Antonio, en estos cinco años en Nueva York sin ti, pensaba en ti cada dia, cada minuto y cada segundo con una locura incesante. Sé que me equivoqué, y no te dejaré de nuevo!“, dijo Jacinta con una expresión ligeramente ebria, pero sus ojos lo miraban con una intensidad conmovedora. “Se que te enfadaste porque no volvi contigo a nuestro país para seguir mi carrera y mis sueños. Pero ahora he vuelto, estoy pensando en dejar la compañia de ballet. Iré a donde tú digas, dejare el ballet mi mayor pasion, si tú me lo pides, ¿está bien?”

“Se que cometi un error. Antonio, ¿puedes perdonarme? En estos cinco años, solo he tenido el ballet, pero siempre has estado en mi corazón. Cada vez que pensaba en ti, volvia sola a la Universidad de Colombia, recorriendo los lugares que hablamos visitado juntos. Antonio, aunque no te seguí a nuestro país en ese momento, eso no significa que no te amaral

Antonio escucho en silencio y simplemente respondió: “Jacinta, has bebido de más.”

“¡No es asi!“, protesto Jacinta, negando con la cabeza y levantándose de la cama para agarrar sus manos. “He bebido casi una botella entera de vodka, pero nunca he estado más lucida que ahora. Puedo tocarte, sentir tu calor, no solo en

mis sueños.”

Jacinta levantó la cabeza con fuerza, mirando a Antonio sin parpadear. “¿No recuerdas que dijiste que en esta vida no tel casarlas con otra que no fuera yo? Antes de que te fueras a nuestro pais, te prometi que nos dariamos cinco años, y después volveria para pasar el resto de mi vida contigo…”

“Jacinta“, la interrumpió Antonio, “esa fue tu promesa.”

“¿Mi promesa?” Jacinta lo miró desconcertada.

Antonio la miró directamente, los ojos brumosos de Jacinta y dijo con calma, “Antes de irme, te pedi más de una vez que regresaras conmigo, pero no lo hiciste. Dije que si me iba, todo entre nosotros terminarta, y aun asi decidiste quedarte en Nueva York.”

“Antonio…“, las lágrimas comenzaron a empañar la visión de Jacinta.

“Jacinta, ya estoy casado“, dijo Antonio con voz grave.

Jacinta se quedó rigida, y Antonio aprovechó para retirar lentamente su mano. Ella parpadeo, reduciendo el tamaño de sus pupilas, y luego, con un suspiro, dijo. “No deberias beber tanto en el futuro, ya sea como amiga o como médico, el alcohol es malo para el cuerpo, irrita el estómago. Ya es tarde, deberias descansar. Me voy.”

La figura erguida se alejo, dejando a Jacinta sentada sola en la cama, llorando en silencio.

Marisol, quien habia salido del hotel hace treinta minutos, caminaba sola por la calle, pateando piedras pequeñas.

¡Bien hecho!

Marisol se maldijo a si misma en silencio.

¿Quién le habia pedido venir? Ahora, ahí estaba, vagando por las calles como un fantasma.

No sabia qué habia estado pensando, sólo sintió de repente que sobraba, que tenia que irse de ese lugar con urgencia, como si de alguna manera vergonzosa ella fuera la culpable.

Probablemente el todavia estaria en el hotel…

Al pensar en ello, sintió un peso en su pecho y se vio obligada a tomar una respiración profunda.

Cansada de caminar, se sentó en un banco de una pequeña plaza cercana que estaba tranquila. Las mujeres que bailaban al son de la música ya se habian ido a casa, quedando solo algunos jóvenes paseando. No queria volver a su hogar vacio, le parecía desolador.

El inicio de la primavera era frío, especialmente por la noche cuando la temperatura cala varios grados. Quizás habia estado caminando demasiado tiempo, su nariz se habia enrojecido por el frio y Marisol estornudo con fuerza.

“¿Estás bien?”

De repente, alguien le ofreció un pañuelo, acompañado de una voz algo titubeante.

Sorprendida, Marisol levantó la vista y exclamó. “¿Rodrigo?”

Hacia mucho que no lo veia, y con la ciudad de Costa de Rosa tan grande, sumado a su intención de evitarlo, durante tres años y medio apenas lo había visto, su imagen se habla desvanecido casi por completo de su memoria.

Este encuentro inesperado la hizo sentir extraña.

“¡Marisol!” Rodrigo parecia incómodo y se apresuro a explicar, “Justo pasaba en coche y pense que eras tú. No queria molestarte, solo vi que estabas sola y pensé que algo te habia pasado. Solo me detuve para asegurarme de que estuvieras bien, no te equivoques.”

“¡Gracias!” Marisol aceptó el pañuelo.

Se sonó la nariz, sintiendo que el frio de la noche la habia afectado.

Rodrigo trunció el ceño y pregunto, “Marisol ¿estas enferma? ¿Dónde está Sr. Pinales? ¿Cómo puede ser que tu esposo no se ocupe de ti?”

“¡Cómo va a ser!” Marisol se detuvo un momento, arrugando el pañuelo en su mano y dijo con una risita forzada, “¡Él es médico, como no va a cuidarme!”

Fingiendo mirar su reloj, se levanto del banco, “Oh, ya es tarde, tengo que volver a casa!”

“Marisol ¿quieres que te…?” Rodrigo pregunto con vacilación.

Marisol negó con la cabeza. “No es necesario, puedo tomar un taxi.”

Enseguida, corrió hacia la acera, detuvo un taxi y rápidamente se perdió en la oscuridad de la noche. Rodrigo se quedó parado en su lugar por un largo rato antes de volver en si y caminar hacia su coche.

Con el cambio que habia recuperado, Marisol lo metió en su bolsillo y camino lentamente hacia su casa desde la entrada del complejo de apartamentos, tan lenta como un caracol

Capitulo 729

“Ding”

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