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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 723

Capitulo 723

El Porsche Cayenne negro se mezclaba con la oscuridad de la noche, deteniéndose silenciosamente bajo el edificio de

apartamentos.

El sonido “ding” del ascensor anunciaba su llegada, y no fue hasta que Marisol atravesó la puerta de seguridad y entró en la casa que su rostro se iluminó como el de una niña, mirando la figura que caminaba delante de ella con las pantuflas ya puestas. Aun asi, no pudo resistirse y preguntó, “Antonio, por qué le dijiste que nos habiamos casado?”

Jacinta, al oir eso, se quedó callada, manteniendo una sonrisa forzada, menos agradable que una lagrima. Antonio siguió caminando sin parar y se volvió para responder indiferente. “¿Acaso no estamos casados?”

Marisol se mordió el labio sin responder.

No podia negar que la consciencia que habia suspendido durante toda la noche empezaba a reconcentrarse y su corazón se activaba poco a poco.

Siguiendo a Antonio hasta el dormitorio, apenas habia puesto un pie dentro cuando él, girando repentinamente, la levanto sobre su hombro. En pocos pasos la arrojó sobre la gran cama.

Justo en ese momento, Antonio aprovechó para cubrirla con su cuerpo robusto.

Marisol intento empujarlo, “¿Qué haces?!”

Antonio levanto una ceja, tomó su mano y la besó cerca de sus labios, luego, viendo cómo ella retiraba su mano avergonzada, aprovecho para besar sus labios.

“Espera, jaún no nos hemos duchado!”

Marisol cuyo rostro estaba enterrado en la almohada, resoplaba agitadamente.

Antonio beso sus párpados enrojecidos y dijo con voz ronca, “Después lo hacemos, me gusta ducharme contigo. ¡Un baño de amor!”

La voz de Marisol temblaba, “Ah, no… tu…”

“¡Si queremos tener hijos tenemos que esforzarnos!” La risa traviesa de Antonio resonaba mientras sus dedos tocaban las puntas de sus cejas y las esquinas de sus encantadores ojos, “Sra. Pinales, fuiste tú quien lo prometió. ¡Ahora es demasiado tarde para arrepentirse!”

La oscuridad de la noche embriagaba fuera, y dentro solo quedaba el jadeo de los dos amantes.

De vuelta en la ciudad, donde los días transcurrian rápido entre el ajetreo del trabajo, llegó el sábado. Marisol con frutas en mano, tomó un taxi hacia la clinica de reposo. Durante estos tres años y medio, la abuela se habia recuperado notablemente y Marisol la visitaba cada fin de semana cuando podia.

La cuidadora, ya familiarizada con Marisol, tomó las frutas al verla llegar y dijo con una sonrisa, “Sra. Pinales, su abuela está en el dormitorio de arriba.”

“¡Perfecto!” contestó Marisol con una sonrisa.

Después de colgar su abrigo, subió las escaleras. La puerta del dormitorio estaba abierta, dejando pasar un torrente de luz que formaba un gran circulo en el pasillo.

Antes de llegar a la puerta, Marisol escuchó la risa suave de su abuela.

Ella sonrio instintivamente y alzó la mano para tocar la puerta, pero se detuvo al ver que no solo estaba su abuela en la habitación. Había otra figura delgada con el cabello largo suelto, riendo mientras acompañaba a la abuela a mirar un álbum de fotos.

Esa escena le resultaba familiar, como cuando ella también se sentaba junto a su abuela para mirar fotos de Antonio de

niño.

Marisol se quedó en la entrada, con los dedos en el aire, indecisa entre entrar o retirarse.

“¡Marisol!”

Jacinta, que levantó la vista por casualidad, la vio y de inmediato la saludó con una sonrisa.

La abuela también alzó la vista del álbum y al verla, el cariño en su rostro se intensificó, “Marisol, llegaste!”

Marisol asintió y entro sonriendo, “Abuela, vine a verte. ¿Cómo has estado?”

“¡Muy bien, muy bien!” La abuela se rio, disimulando el álbum detrás de ella y fingiendo enojo, “Pero has tardado mucho en venit. ¡Te extrañaba!”

“¡Pero ya estoy aqui!” Marisol se apresuro a consolaria.

La abuela, que solo estaba bromeando, pronto no pudo contener su sonrisa, “Jeje, me alegra verte. Ah, Marisol déjame

presentarte a…”

“Abuela, ¡ya conocia Marisoll” dijo Jacinta tomando la palabra.

“¡Ah! ¿Ya la conociste?” La abuela parecia sorprendida, mirando a Marisol con cierta preocupación.

“Si…” Marisol asintió con la cabeza.

“Cuando regresamos la semana pasada Antonio, Marisol y yo comimos juntos“, continuó Jacinta, y luego sonrió diciendo, “Abuela, no imaginaba que habia pasado tanto tiempo, ha pasado mucho desde que vine a verte. Esta vez traje de mi viaje al extranjero un montón de cosas buenas para la salud, debes asegurarte de tomarlas.”

“Eres muy considerada, hija“, dijo la abuela con los ojos llenos de alegria.

Jacinta era muy encantadora y dijo con dulzura, “Abuela, es lo menos que puedo hacer. Cuando estaba en la escuela, a menudo iba a comer a su casa con Antonio, y no importaba cuán ocupada estuviera, siempre nos preparaba un tazón de sopa de carne. ¡Hasta el dia de hoy creo que no hay nada en el mundo que sepa mejor que esa sopa que usted hace!”

Como era de esperarse, las palabras de Jacinta hicieron sonreir ampliamente a la abuela, “Ja, Jacinta, tienes la lengua más dulce!”

Como las dos estaban hablando de tiempos pasados, en los que Marisol no habia participado, no pudo decir nada y se quedó sentada en silencio.

Notando sus pestañas caidas, la abuela tomó su mano y dijo con una sonrisa, “Marisol, ¿es cierto lo que me dijo Antonio, que ustedes dos están planeando tener hijos?”

“¡Eh!” Marisol se sonrojó.

*¡Hasta te pones timida!” se burló la abuela. “Desde que ustedes dos se casaron, siempre les he estado diciendo que quiero un bisnieto. Finalmente, después de tanto esperar, ¡parece que va a suceder! Apürense, quiero tener a mi bisnieto en brazos pronto, y no hagas caso a las tonterías de Antonio sobre preferir una niña; para mi, tanto si es niño o niña, lo amaré y lo cuidaré igual.”

“Abuela…” Marisol realmente se sentia avergonzada.

No podia creer que Antonio hubiera hablado de algo tan personal con su abuela, ¡casi como si temiera que se arrepintiera!

La abuela rio cariñosamente, acariciando su mano, “Está bien, está bien, ya no hablaré más del tema, pero–jesfuerzate!”

Marisol volvió a bajar la vista, pero en lugar de la oscuridad debajo de sus ojos como antes, sus orejas estaban tan rojas como el fuego.

Jacinta tenia una expresión un poco incómoda en su rostro y aclaró su garganta antes de decir, “Abuela, la compañía de teatro está de gira por el país y tengo que volver a los ensayos, asi que no me quedaré mucho tiempo. Vendré a verte

otro dia.”

“¡Claro que si!” dijo la abuela asintiendo y luego miró a Jacinta, “Marisol, ¿puedes acompañar a Jacinta a la salida?”

Jacinta y Marisol comprendieron que con esas palabras amables, la abuela les estaba mostrando que consideraba a Jacinta como su nieta politica.

Ella asintió obedientemente, “¡Claro!”

Al salir de la casa, Marisol y Jacinta caminaron lado a lado por el sendero de guijarros que conducia a la salida del sanatorio. Sus sombras se alargaban sobre el suelo, presentando una imagen que parecia un tanto siniestra.

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