Capítulo 673
Era sábado otra vez y después de un turno de trabajo en la mañana y una entrevista, Marisol no volvió a casa, sino que tomo el metro hacia el hospital de Antonio.
Llevaba una bolsa de frutas al salir del ascensor y, antes de llegar a la habitación, vio a su abuela, quien estaba siendo apoyada por una enfermera, conversando y riendo con algunos compañeros de sala, aparentemente en muy buen
estado
Marisol, llegaste
La abuela la vio y de inmediato le hizo señas, entusiasmada, presentándola a los demás. “Les presento a mi nuera”
Oh, qué hermosa es Realmente hacen buena pareja con tu nieto, tienes mucha suerte“, alguien al lado le respondió con amabilidad “Claro, si más adelante tienen un hijo o una hija, tendrían la dicha de cuatro generaciones bajo un mismo techo, que felicidad!”
Marsolse sonrojo con los comentarios, pero por suente, la abuela la llevó de vuelta a la habitación para evitar más
vergüenza
Despues de colocar las frutas sobre el gabinete, ella arrastró una silla para sentarse frente a la cama y tomó suavemente la mano de la anciana. “Abuela, ¿cómo te has sentido últimamente?”
“¡Muy bien La abuela, genuinamente feliz de ver a Marisol, nunca dejó de sonreír. “El médico dice que mi cuerpo no ha rechazado los medicamentos y que la quimioterapia ha tenido buenos resultados La próxima semana después de Dira sesión podré dejarla! No te preocupes por mi, estoy bien.”
“Bien Marisolasintió aliviada.
Después de charlar un rato, Marisol le preguntó con la cabeza baja, “Abuela, háblame un poco más de Antonio“.
“No tengas pena, puedes preguntarme lo que sea sobre Antonio“, le dijo la abuela con una risa, acariciando su mano para tranquilizarla. “Marisol, ¿qué quieres saber de Antonio?”
“No puedo decir exactamente qué, cualquier cosa está bien!” Marisol le respondió un poco avergonzada.
No sabia exactamente que queria saber, solo que después de su visita a la Familia Pinales, se dio cuenta de que sabía muy poco sobre el hombre que legalmente era su esposo y quería conocer más sobre él.
¿Sabes lo de su madre, verdad? le preguntó la abuela con una sonrisa.
Sasmi Marisol
La abuela sonno aún más y comenzó a contarle. “Antonio era muy pequeño cuando su madre falleció. Fui yo quien lo Cro. Luego, a los catorce afios, la Familia Pinales lo reclamó como el hijo de Valentino. Antonio y su padre no se llevan muy bien, siempre han sido fríos entre ellos y han tenido constantes conflictos, especialmente cuando decidió estudiar medioma en lugar de entrar en la politica, como quería su padre ”
Marisol asintió con la cabeza, había escuchado de sus peleas cuando los visitó.
La abuela suspro suavemente “Su padre siempre pensó que era un rebelde, pero yo sé que no lo es. La razón por la que eligió medioma es simple, fue por cómo su madre murió”
Por eas escogió ser cirujano cardiovascular, Marisol comprendió de inmediato.
Exactamema” La abuela asmió, mostrando las arrugas en sus ojos marcadas por los años. “Lo bueno es que la geme de la Famila Pimales es muy amable. Su esposa y sus dos hijos aceptaron a Antonio sin problemas, sin ningún distanciamiento Pero aun así éles consciente de su incómoda situación y ha guardado muchos sentimientos para si tis te dejes engafar por su aparente éxito y despreocupación, en realidad, sé que se siente muy solo, especialmente
Warsol estudiando ateramente, noto de repente la pausa de su abuela y levantó la vista con curiosidad.
Dandose quenta de su desiz, la abuela rápidamente ocultó su incomodidad y le dijo con seriedad, “Marisol, estoy muy agradecide de que te hayas casado con Antonio No tengo muchas expectativas, yo solo espero que ambos puedan de verdaderas felices”
La promesa había sido hecha al inicio de su matrimonio, cuando la anciana yacía frente a la sala de cirugía. Aunque el tiempo había pasado, esas palabras resonaban con un peso inmenso cada vez que Marisol las recordaba.
“Mmm…” le respondió ella, asintiendo con timidez.
La mirada llena de ternura de la anciana se posó en la coronilla de Marisol, y justo cuando la levantó, vio entrar a un hombre en bata blanca y no pudo evitar sonreír. “Hablando del Rey de Roma, y él que se asoma. ¿Habéis acordado esto?” bromeó.
Marisol se giró para ver quién era, y al descubrir la figura erguida y relajada de Antonio entrando, agarrando la mano de una niña pequeña, un destello de sorpresa cruzó su rostro.
Antonio, al notar su reacción, desvió la mirada de sus manos entrelazadas con las de la abuela y una sonrisa se dibujó en su rostro, llenando sus ojos de alegría. “Marisol, ¿cuándo fue que llegaste?” le preguntó.
“¡Acabo de llegar, hace nada!” le respondió ella, encogiéndose de hombros.
Ambos miraron inquisitivamente a la niña que acompañaba a Antonio, igual de curiosos que la anciana. -Antonio, ¿de quién es esta pequeña? -le preguntó la abuela.
“Es la hija del jefe de mi departamento. Está ocupado con un paciente y las enfermeras están todas en sus labores, así que me la dejaron en la oficina. Vine a visitarla y ella quiso acompañarme” les explicó Antonio.
La anciana sonrió y extendió la mano hacia la niña. “Ven aquí, pequeña, ¿cuántos años tienes?”
“¡Cinco años!” respondió la niña con voz dulce.
La anciana pareció encantada con la pequeña, acariciando su cabeza y preguntándole sin cesar. Luego, alzó la vista hacia Marisol y Antonio. “Los niños de esta edad son tan encantadores. ¿No lo creen?”
“¡Sí!” le contestó Marisol casi por reflejo.
Pensó en Nina, la hija de su compañera Gisela, también de esa edad y encantadoramente traviesa.
Sin embargo, al darse cuenta de lo que eso implicaba, la abuela no tardó en comentarle, “Antonio, Marisol, ya lleváis un tiempo casados, ¿no creéis que es momento de pensar en tener hijos?”
“Eh, esto…” Marisol se encontró balbuceando incómoda.
Miró hacia Antonio, quien también parecía ligeramente perturbado, pero se esforzaba por disimularlo mientras le servía agua a la niña. La luz del atardecer se reflejaba en su rostro, creando sombras y destellos que hacían pensar a Marisol en lo buen padre que sería…
Sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos.
“Marisol, ¿todavía llevas puesto el brazalete que te di?” le preguntó la anciana con interés.
“…Sí, lo llevo” le respondió ella, tocándose la muñeca con algo de vergüenza.
“Me alegra, es un amuleto bendecido por un cura, es muy milagroso. A menos que haya una situación especial, no te lo quites“, le advirtió la anciana, insistiendo en el tema. “En cuanto a lo de los niños, deben tomarlo en serio. ¡No me hagan repetirlo! Con los buenos resultados de mi tratamiento, quizás si deciden tener un hijo, podría ayudarlos a cuidarlo cuando salga del hospital“.
Marisol bajó la cabeza, se sentía aún más avergonzada y sin saber qué responderle.
Por suerte, el móvil de Antonio sonó en ese momento, rompiendo la incomodidad. Parecía ser una llamada urgente del hospital, necesitaban que regresara.