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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 665

Capitulo 665

compañera de cuarto y nos dejaba el sofá y la cama para nosotros. Bien, esa chica sí que sabe leer entre lineas.”

Al escucharlo, las mejillas de Marisol se tiñeron de rojo.

Esa maldita Sayna!

Al levantar la vista, se encontró con esos ojos seductores fijos en ella, y el color en ellos se oscurecía sutilmente. Marisol frunció el ceño, “¿Por qué me miras así?”

“Si no te vas a duchar ahora, voy a pensar que me estás invitando.”

Marisol, confundida, miró hacia abajo y de repente sintió cómo la sangre subía a su frente.

Debajo de la manta, estaba completamente desnuda, y al sentarse todo se habia deslizado hacia su cintura, dejando al descubierto todo su torso, con marcas nuevas y viejas superpuestas que sugerían que había pasado una noche de pasión desenfrenada.

Marisol exhaló un suspiro y rápidamente se envolvió con la manta, torpemente se bajó de la cama, “¡Voy ahora mismo!” Marisol se apresuró a entrar al baño, giró la ducha y se colocó debajo del agua, sintiendo por primera vez la energía masculina del espacio. El champú y gel de baño con fragancias para hombre la rodeaban, y casi le daban vueltas la cabeza después de usarlos.

Secándose el cuerpo, agarró la camisola que había recogido del suelo. Se la había puesto la noche anterior antes de ser raptada por él, pero ahora notó que todos los botones estaban arrancados, así que no podía ponérsela de nuevo.

No hacia falta pensar mucho para saber que había sido él quien la había desgarrado con violencia la noche anterior.

¡Ese hombre siempre era tan salvaje en la cama!

Después de preocuparse sin encontrar solución, Marisol se envolvió temporalmente en otra toalla. De repente, la puerta del baño se abrió con un estruendo y ella no pudo evitar gritar en voz alta.

Alli estaba Antonio, recostado relajadamente en el marco de la puerta, mirándola de arriba abajo sin ningún pudor. “¿De qué tienes miedo? No hay parte de tu cuerpo que yo no haya visto o ni tocado.”

Marisol se sintió aún más avergonzada y se envolvió con la toalla más fuerte.

Luego, algo fue arrojado hacia ella. “Aquí tienes algo de ropa, ¡puedes usarla!”

*¿De dónde ha salido?” Marisol atrapó lo que le lanzaron y se dio cuenta de que era un conjunto de ropa deportiva para

mujer.

“Lo dejó aquí una mujer que pasó la noche anterior“, le dijo Antonio con una sonrisa burlona.

“…” Marisol se quedó congelada.

El tacto frío de la tela le hacía pensar en otra mujer que había estado con él, y se sentía incómoda.

Justo cuando le iba a replicar, escuchó la risa grave de Antonio. Al levantar la vista, vio su sonrisa socarrona. “¿Estás celosa de nuevo?”

“¡No!” le replicó Marisol con enojo.

Movió la mano y notó una etiqueta colgando del cuello de la prenda, que estaba nueva y sin usar. Esa mañana, cuando despertó, él estaba al teléfono junto a la ventana, envuelto en una toalla. Parecía imposible que hubiera tenido tiempo de salir a comprarla, y dudaba que hubiera tiendas abiertas a esa hora.

Confundida, le preguntó: “Antonio, ¿cuándo lo compraste?”

“Fue durante el viaje de negocios a Belunania“, le respondió Antonio con una sonrisa perezosa.

Marisol se quedó atónita y le preguntó con voz débil: “No será ¿que lo compraste para mi?”

Aunque su pregunta era algo ingenua, sabia que la talla en la etiqueta era la suya. Conocía mejor que nadie que Antonio siempre había sabido sus medidas a la perfección.

Antonio cruzó los brazos con indolencia y antes de cerrar la puerta le dejó caer con tranquilidad: “Si, pensé que te quedaría bien al verte.”

Marisol se mordió el labio, sosteniendo la ropa contra su pecho.

¿Qué más podia hacer? Su corazón volvió a latir sin control….

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