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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 649

Capítulo 649

Marisol se apegó al pecho y llevó el teléfono a su oido, diciéndole, “Hola?”

Parecia que él podia percibir que su voz no estaba somnolenta y le preguntó, “¿Aún no te has dormido?”

“Estaba a punto de hacerlo Marisol se giró en la cama

“¿Podrás domain mi?” Antonio bromeó.

Incluso a través del teléfono, ella podia sentir como si pudiera ver el brillo travieso en sus ojos almendrados, y sin poder evitarlo, sintió que su rostro se calentaba.

“Claro que sil” Marisol gruñó con los dientes apretados, sonando un poco frustrada y enfadada, “Oye, ¿para qué llamas? Si tienes algo que decline, dilo ya, y si no, cuelgo y me voy a dormir!”

Sin embargo, la voz de Antonio de repente se volvió seria, “Es algo importante! Échale un vistazo al salón por mi, ¿hay una carpeta amarilla en el sofá? Sali de prisa y creo que se me olvidó.”

Aloir esto, Marisol se levantó rápidamente y tiró la manta, caminando con zapatillas hacia el salón.

Parecia ser algo importante. Mientras se escuchaban sus pasos, él seguia preguntándole, “¿La encontraste, Marisol?” “La encontré!”

Marisol encendió la luz y vio la carpeta amarilla en una esquina del sofá,

Antonio, con una voz grave y seria como antes, le dijo, “Ahi dentro están los detalles de los datos recolectados del corazón de un paciente, los necesito urgentemente, ¿puedes traérmelos al hospital?”

“¿Ahora mismo?” Marisol miró por la ventana

“Si, jaboral” Antonio confirmó.

Mirando la pantalla del teléfono que ya había terminado la llamada, y luego la carpeta amarilla en sus manos, parecia ser como el decia, la carpeta contenia papeles con terminologia médica especializada.

Marisol dudo por un segundo, pero pensando en la urgencia que mencionó por teléfono y temiendo retrasar algún tratamiento, comió de vuelta a su habitación.

Se cambió rápidamente de pijama a ropa de salir y sin pensar más, tomó su bolso y salió

Veinte minutos después, el taxi que tomo se detuvo en la entrada del departamento de hospitalización del hospital Marisol metio el cambio en su bolsillo sin mirar y corrió hacia adentro, sacando su teléfono para llamarlo y decirle que ya habia llegado.

“Estoy en la estación de enfermeria.”

Antonio le dijo esto y colgó.

Entrando al elevador, junto con ella habia dos enfermeras con bolsas de medicina en sus manos.

A medida que el ascensor subia, los chismes de las enfermeras también llegaron a sus oidos, una le decía a la otra, “El Dr. Antonio es tan guapo, especialmente cuando está trabajando, es tan encantador!”

“Por supuesto Muchas enfermeras de nuestro hospital envidian a nuestro departamento de cirugia cardíaca, pudiendo tratar a diano con el Dr. Antonio. Pero a pesar de que el Dr. Antonio es perfecto en todo, es muy estricto, siempre serio y sin sonreir. ¡Escuche que hoy por la tarde hizo llorar a un interno!”

Marisol sorprendida, alzó una ceja

Miró hacia atrás y vio que en las placas de las enfermeras efectivamente decia ‘cirugia cardiaca ¿El hombre del que hablaban era realmente Antonio?

Al menos el Antonio que ella conocía siempre habia sido despreocupado y cinico, con esos ojos picaros ligeramente entrecerrados y los labios siempre curvados en una sonrisa burlona. ¿Dónde estaba ese hombre serio y sin sonreir?

Marisol levanto la vista cuando escucho a las enfermeras detrás de ella seguir murmurando. “Dime, nuestro Dr. Antonio es tan perfecto y ni siquiera tiene novia, jes un desperdicio! De verdad que me gustaria presentarle a alguien.”

Camion a traves del kan pascon las luces del techowitejandose en las paredes blame as y el spunda de sus

(

Mansol sa detas de el como un pento obediente hasta que ambos entraron en la ofema. Cuando como la puncta debas de ellos ella no penso mucho en ello y se al escritono para sa ai et expediente amarilla che ni balaa

“Anna, aquí tienes el expetente amarillo que pestoster

recibuka

“Mmm” Antonio extendió la mano para vocibulo, pero no lo abu

umeshatamente

Marisol bo poto nada extraño. Habsia cumplido su proposito y, para no interumpa su trabajo, hajo la vista para corar la cremallera de su bolso, “Bien te dejo trabajar Me voy

“No puedes irte, Antonio la agano de la muñecal

Mansol francio el ceño, confundida. “¿Por que no pueda

Sin entender nada, vio como de repente el dejó a un lado el expediente, y su robusto cuerpo vestido con al uniforme quirúrgico se inclino hacia adelante, levantandola en brazos y sentándola en la mesa de la oficina con las plemas. colgando

El colocó sus brazos a ambos lados de ella, encerrandola en su espacio, y una chispa de fuego se encendio en sus ejos almendrados.

Los labios delgados de Antonio estaban a menos de una pulgada de los suyos, y su voz grave se volvió tan baja como fue posible, “Hagamos lo que debe hacer un hombre con su esposa“

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