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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 615

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Capitulo 615

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Antonio sentía la garganta seca, sorprendido por la reacción que ella provocaba en él.

Su nuez de Adán se movía mientras hablaba con una voz que, sin darse cuenta, se había tornado ronca, “¡Sueltame!”

“¡No te voy a soltar!” Marisol sacudia la cabeza, las lágrimas empañaban sus ojos mientras se restregaba contra él, su voz entrecortada, “Rodrigo, ¿qué he hecho mal? ¿Por qué me haces esto? ¿No quedamos en casamos cuando te trasladasen de vuelta al pals? Primero compraríamos una casita, y después, con los años, cambiaríamos a una más grande…”

La expresión facial de Antonio cambiada cada vez más agarrando sus manos, “¡Mira bien, no soy quien dices!”

Pero Marisol parecia no escucharlo, seguía murmurando, “¿Es por eso que no me deseas? ¿Las tentaciones del extranjero son muchas y no pudiste resistirte? Yo también puedo ofrecerte eso, ¿quieres? ¿Te lo doy ahora mismo?”

Al terminar, ya estaba intentando desabotonar su camisa de forma desesperada.

El desequilibrio causado por uno sentado y el otro de pie hizo que Antonio perdiera la estabilidad y cayera sobre ella. Apenas había apoyado sus brazos cuando sintió sus labios sobre los suyos, torpemente tratando de entreabrir su boca.

El sabor que le hacia revivir memorias estaba atacando de nuevo, su sangre parecia hervir en un instante.

Si ella seguia provocándolo asi, sin ningún tipo de freno, temia no poder contenerse.

A diferencia de otras mujeres llenas de artimañas, ninguna le despertaba el deseo tan fácilmente como ella.

Sabía muy bien lo que queria ahora.

Los músculos de los brazos de Antonio se tensaron, y con un gesto rápido levantó su barbilla, su voz contenida, “¿Realmente sabes quién soy?

Marisol, dolorida por su fuerza, fruncia el ceño con las pestañas temblorosas, y tras reconocerlo, exclamó, “Rufián, descarado, el que arruino mi cámara, desgraciado.

Tras ser insultado en ráfaga, la cara de Antonio se oscureció,

No estaba seguro si ella estaba lúcida o confundida, pero después de dos segundos, volvió a sollozar, y sus manos ya habian desgarrado completamente su camisa.

Los ojos de Antonio, llenos de pasión, parecían desatar una tormenta, y su rostro se torcia ligeramente como tratando de suprimir algo. Cuando el sonido del cinturón resonó, exploto y se abrió por completo, “Esto es lo que querias!”

Las palabras que ella habia esparcido sobre él, en ese momento, también lo habian provocado a querer demostrar

quién era.

Al mismo tiempo, despertaban en él un instinto primitivo de conquista.

“¡Ay, duele!”

Al verla encogerse de dolor, Antonio la miró confundido.

El sudor le caia por la frente, pero no podia detenerse, el temblor de su alma solo le urgía a obtener más.

Una ciudad desconocida, una noche extraña.

Era una pasión que ni Marisol ni su novio Rodrigo de cinco años habían experimentado.

A la mañana siguiente, Marisol despertó y al abrir los ojos sintió que todo giraba, sus miembros parecian no responderie.

Dolor, dolor, dolor….

Esa fue su primera sensación,

Todo su cuerpo se sentía como si hubiese sido aplastado por ruedas, cualquier movimiento le provocaba un dolor agudo. Al girar, su mano tocó un pecho cálido, y sintió un escalofrio.

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Con la conciencia agudizada, Marisol miró al hombre a su lado. Aquellos ojos llenos de pasión estaban cerrados, marcando aún más los profundos rasgos de su rostro.

¡Caray!

¿Qué había pasado?

Levantó la manta y al ver que ambos estaban desnudos, y el olor inusual en la habitación, junto con los montones de papel higiénico en el suelo, su mirada se dirigió hacia el pie de la cama donde había una mancha.

Mirándolo incrédula, los recuerdos desordenados de la noche anterior empezaron a emerger.

“¿Realmente sabes quien soy?”

“¡Rufián, descarado, el que arruinó mi cámara, desgraciado…!”

*¡Esto es lo que querías!”

Marisol se sintió un poco mareada, y por poco se desmaya.

Su viaje a Cartagena habia sido una auténtica pesadilla para Marisol. No solo había fracasado en su entrevista y roto su cámara, sino que también habia descubierto la infidelidad de su novio de cinco años y para colmo, había terminado perdiendo su virginidad con un imbécil….

Marisol miró al cielo, preguntándose qué había hecho para merecer tanta mala suerte.

Con movimientos cuidadosos, se deslizó fuera de la cama, recogió su ropa dispersa por el suelo y se la puso, maldiciendo por lo bajo con cada prenda que se ponia. Finalmente, miró al hombre que aún dormia plácidamente en la cama y se contuvo por poco de transformar su rostro en algo irreconocible.

Ella habia sido la perjudicada, mientras que él habia disfrutado de la noche.

Al ver la billetera del hombre en la alfombra, la abrió apresuradamente y notó que tenia efectivo y varias tarjetas y documentos. Con los dientes apretados, Marisol se metió al baño y poco después se escuchó el sonido del inodoro. Salió de la habitación caminando torpemente, como un pinguino.

Parecia que la ciudad de Cartagena solo traia desgracias, asi que decidió que era hora de regresar a su hogar en Costal de Rosa.

Al volver al hostal donde se estaba quedando, Marisol se detuvo al ver una figura esbelta frente a la puerta de su habitación. Era Rodrigo, que lucía tan guapo como en sus recuerdos, aunque su habitual sonrisa estaba reemplazada por un gesto sombrio.

Su reacción fue mucho más serena que en el pasado.

Aloir sus pasos, Rodrigo se giró, “Marisol, ¿dónde estabas? El dueño del hostal dijo que no volviste en toda la noche.”

“¿Que te importa?” La mirada de Mansol hacia él era más que fria.

Después de haberlo pillado en la cama con otra mujer la noche anterior, y haber sido encerrada fuera en el pasillo sin que él mostrara preocupación alguna, ahora venia con aires de preocupación preguntando por su paradero.

“Marisol, lo siento, dijo Rodrigo, bajando la mirada.

Marisol sonrió con desprecio, “Eso ya me lo dijiste anoche, cuando te pille siendo infiel.”

No todas las disculpas merecen un perdón

No era ninguna santa capaz de olvidar las heridas de su corazón tan fácilmente. Su relación de cinco años habia sido

una farsa.

La mención de “te pillé” hizo que la expresión de Rodrigo se tensara, con una mezcla de vergüenza y malestar

Marisol no tenia ganas de discutir. Sacó su tarjeta y abrió la puerta de la habitación. Su equipaje aún estaba sin deshacer. Al salir con su maleta, Rodrigo la agarró del brazo, su rostro mostrando una mezcla de complicación y conflicto.

“Marisol, lo siento, no debi ocultarte todas estas cosas, yo…

No alcanzó a terminar su frase cuando se escucharon unos tacones acercándose y una voz femenina dijo, “Amor, ¿no habías dicho que serían solo cinco minutos? ¡Ya pasaron treinta segundos!”

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