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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 609

Capítulo 609

Era una noche de principios de verano cuando un taxi se detuvo silenciosamente frente al lujoso Hotel de cinco

estrellas.

El conductor tiró del freno de mano y, mirando a través del espejo retrovisor, pasó en silencio un paquete de pañuelos a Marisol. Ella los tomó y se los dio a su prima Sayna, quien llevaba todo el trayecto llorando sin parar.

Cuando Marisol era unos siete años, sus padres fallecieron en un accidente. Desde entonces, fue criada por su tía en el pueblo, junto con Sayna quien era tres años menor que ella.

-El año anterior Sayna habia ingresado a la Universidad G de Costa de Rosa.

Hace apenas medio mes, Sayna habia comenzado a salir con un chico y todo era color de rosas, pero ahora se encontraba en medio de un dramático desamor.

Marisol, limpiando las lágrimas de su mano, le dijo con voz grave: “Sayna, ¿podrías dejar de llorar? No es para tanto. Además, ese tipo no vale tus lágrimas.”

**No entiendes lo que siento!“, replicó Sayna entre sollozos. “¡Ya verás cuando tu Rodrigo te engañe, a ver qué haces!”

Marisol se enfureció. “¿Cómo te atreves a comparar a ese imbécil con mi Rodrigo? Llevamos cuatro años de noviazgo y estamos a punto de casamos. Si sigues diciendo tonterías, ite juro que te dejo sola!”

“Lo siento, prima, se disculpó Sayna, abrazándola por el brazo

Marisol miró hacia el hotel y dijo: “Entonces, ¿es este el lugar?”

“Asi es“, confirmó Sayna, tratando de calmarse.

“Después de lo que voy a hacer por ti, ¿prometes dejar de llorar y preocupar a tus padres?“, preguntó Marisol, tocando la cara húmeda de Sayna.

Sayna asintió con determinación, y Marisol, con una mezcla de resignación y afecto, preguntó: “¿Estás segura de que ese imbécil está aquí, en la habitación 1109?”

Sosteniendo su celular, Sayna asintió con más confianza: “Segura.”

Marisol hizo una señal de ‘ok‘ con la mano, abrió la puerta del taxi y se dirigió al hotel con paso seguro

En la suite del hotel, con el número 1109 en la puerta, solo una lámpara de pie iluminaba tenuemente la habitación. Se podia escuchar el sonido del agua corriendo detrás de la puerta de vidrio esmerilado.

“Knock, knock, knock…”

La puerta se abrió y se escuchó a alguien entrar, seguido por el sonido de un carto de servicio rodando sobre la alfombra. “Señor, aquí tiene la cena que pidió“, dijo una voz servicial.

“Déjalo ahí, gracias“, respondió una voz masculina desde el baño.

El carrito se estacionó junto a la ventana y la puerta se cerró tras la salida del empleado.

Poco después, salió del baño Antonio Pinales, un hombre con el torso desnudo y una toalla alrededor de la cintura. Se había pasado más de diez horas operando y solo el baño habia podido relajarlo.

Después de afeitarse, salió hacia el carto de comida, pero se detuvo en seco al notar algo extraño.

Antonio se dirigió hacia la cama, donde una mujer se había acurrucado bajo las sábanas. “¿Quién eres?“, preguntó con

autoridad.

La mujer no respondió y seguia envuelta en el edredón. Parecía que su ropa estaba desordenada, pero no levantaba la vista ni emitia sonido alguno.

Antonio se acercó para preguntar de nuevo, pero ella comenzó a temblar violentamente.

“¡No te acerques… no te acerques!“, suplicó la mujer con voz temblorosa.

La mujer se mordia el lablo, mirando a su alrededor con una mezcla de sorpresa y miedo, mientras gritaba con voz grave, “¡No te acerques, auxilio! ¡No vengas, alguien que me ayude, socorro! ¡No…”

Antonio arrugó la frente, confundido por la altuación.

El solo había entrado a darse una ducha y al salir, como por arte de magia, apareció una mujer desconocida.

Los gritos de esa mujer lo Irritaban aún más, como si él hubiera hecho algo malo, aunque Antonio, en sus momentos de diversión, no era ajeno a los flirteos y romances. Pero, acababa de salir de una operación y no estaba para esos trotes.

Avanzó decidido, dispuesto a aclarar las cosas, pero apenas había rozado la esquina de la cama cuando de repente la puerta del apartamento fue derribada con un fuerte sonido “Bang!“, y el marco de la puerta se tombaled.

*Nadie se mueva, policial Operativo contra la prostitución!”

Varios oficiales irrumpleron en in habitación, hablando con tono severo,

Antonio se quedó congelado en su gesto y su postura, cubierto solamente por una toalla, mientras que la mujer en la cama segula aferrándose a los sábanas, temblando y negando con la cabeza mientras gritaba “No!” y “Socorro!“, una situación que cualquiera encontraria dificil de explicar.

Los policias venian preparados y uno de ellos dijo directamente, “Hemos recibido una denuncia de que aqui se está forzando a alguien a tener relaciones sexuales…

Eran las diez de la noche, en la estación de policia.

Marisol, después de terminar su declaración, sequía a una oficial hacia la salida de la oficina.

Mientras caminaban la oficial la reprendia, “Escúchame, eres joven, no deberías ser tan ingenua, ¿cómo vas encontrarte tan a la ligera con gente de internet? Si tu prima no se hubiera dado cuenta y llamado a la policia, quién sabe que to hubiera pasado esta nochel Ten más cuidado de ahora en adelante!”

Marisol se ajustó la chaqueta que la oficial le habia proporcionado, cubriendo el cuello roto de su blusa, y con una expresión de haber aprendido la lección, asintió, “Si si, gracias, señorita oficial.”

“Tu prima te está esperando afuera, ya puedes irte.”

Marisol asintió nuevamente, agradeció y se dirigió hacia la salida de la estación de policia.

“Madre mia, qué quapo es, especialmente esos ojos llenos de pasión, son irresistiblemente encantadores!*

“De nada sirve que sea tan guapo y encantador, ¿no escuchaste lo que dijeron? Lo trajeron los de la brigada anti–prostitución, es un imbécil, se dice que engaña a las mujeres para llevarlas a hoteles y luego comete violencia y

abusos sexuales.

Mientras pasaba por el vestibulo de la estación, Marisol escuchó a dos policías mujeres chismorreando.

No pudo evitar mirar hacia donde señalaban, el hombre sentado frente al escritorio ya se habia puesto su propia ropa, pantalones largos de color gris carbón y una camisa. Antes en el apartamento no había tenido tiempo de observarlo bien, pero ahora podia ver claramente su rostro.

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