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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 528

Capítulo 528

Faustina regresó a casa de manera inesperada, pero sus intenciones estaban lejos de ser simples.

Silvia era joven e inexperta, con poco mundo y escasa astucia. Aunque se sintió injustamente acusada por el incidente con el veneno para ratas en la antigua casa y sospechaba que había sido usada como chivo expiatorio, no tenía pruebas para demostrar su inocencia. Pero Faustina era diferente. Con su experiencia, podía determinar casi con certeza que Bianca estaba detrás de todo, tan pronto como su hija le contó sus penas.

Faustina había perdido a su marido años atrás y, teniendo un matrimonio lleno de amor, nunca volvió a casarse. Su única hija era su tesoro, y no iba a quedarse de brazos cruzados cuando su niña sufría. ¡Tenía que regresar y buscar una explicación!

Al ver la laptop sobre la mesa de centro, Silvia se acercó curiosa y le exclamó sorprendida: “¿Violeta, vas a trabajar?”

“Ah, sí…” Violeta asintió con la cabeza.

En la pantalla estaba la página de correos electrónicos, con un mensaje recién llegado de una empresa financiera notificándole que había sido seleccionada para el puesto.

Después de que Sebastián cediera a la boda con Bianca, la idea de huir lejos y establecerse en otro país se canceló, Violeta había hablado con Rafael sobre sus planes futuros, quería llevar a Nono a la guardería y ella buscar un nuevo empleo

Sentía que no le había dado suficiente amor maternal, y aunque frecuentemente llevaba a Nono a clases de interés, queria que él socializara más con niños de su edad. Ella había perdido cuatro años, pero tenía unos cuarenta años más, o incluso más tiempo, para acompañarlo en su crecimiento.

En cuanto al trabajo, Rafael había sugerido que ella no se complicara y le ofreció un puesto relajado en el Grupo Castillo, donde podrían volver a casa juntos cada día. Pero ella no aceptó, ¿qué clase de arreglo sería ese?

Si trabajaba en el Grupo Castillo sería muy incómodo, ya que todo el mundo sabía de su relación con Rafael, y si no tendría que hacer prácticamente nada, los demás trabajadores pensarían que está completamente mimada.

Silvia no pudo evitar preguntarle con cierta incredulidad: “¿Rafael estará de acuerdo?”

“Esta noche cuando regrese, lo consultaré…” Violeta miró la notificación de empleo con poca seguridad.

Ahora que estaba embarazada, probablemente Rafael no estaría de acuerdo, pero ella realmente no quería perder la oportunidad. Aunque no necesitaban el dinero de su sueldo y ella no se oponía a ser ama de casa y cuidar de él y sus hijos, sentía que una mujer debía tener su propio trabajo, para no desconectarse de la sociedad. Solo temía que Rafael

no estuviera de acuerdo.

Si no había otro remedio, usaría sus encantos…

Esa noche, como de costumbre, Rafael estaba recostado en la cabecera de la cama leyendo un libro sobre educación prenatal. Violeta, con la laptop en brazos, se arrastró hasta él y se deslizó debajo de su brazo hasta quedar en su regazo, “Rafael, tengo algo que mostrarte…”

Él la miró con calma, y cuando Violeta abrió la laptop y le mostró la notificación de trabajo, él frunció el ceño y le dijo sin dudarlo: “¡No!”

“¿Por qué no? Si ya lo habíamos hablado…” Violeta puso cara de pena.

“Ahora estás esperando un bebé.” Rafael le habló con voz grave.

“Pero apenas tengo un mes, ino afecta en nada! Tú eres el jefe, sabes mejor que nadie que las embarazadas en tu empresa toman licencia de maternidad al menos un mes antes del parto. Además, no es bueno para una embarazada quedarse todo el tiempo en casa, tampoco es saludable para el bebé, Violeta se abrazó a su sólida cintura. “Rafael, sé lo que te preocupa, y te prometo cuidarme a mi misma y al niño. Si me siento cansada, renunciaré de inmediato. ¿Qué dices? ¿Por favor?”

Violeta apoyo su rostro en su pecho, frotándose contra su pecho como un cachorro.

Aunque ya tenien un hijo y ahora esperaban otro, ella aún se sonrojaba con frecuencia. A pesar de su dependencia de el no era muy dada a los mimos. Sus escasas muestras de cariño eran como plumas que acariciaban el corazón de

Rafael.

Rafael, por costumbre, dormia solo con unos calzoncillos ligeros, dejando el torso al descubierto. El roce de ella lo

hacía sentir un calor inmenso en su garganta, y su nuez se movia arriba y abajo de manera involuntaria. Puso su mano en la cabeza inquieta de ella y con voz contenida le dijo, “Vivi, no me tientes.”

La noche anterior, había estado bajo la ducha fría casi diez minutos para calmar el impulso ardiente en su sangre.

Violeta, lejos de calmarse, luchó por soltarse, se inclino hacia él y le besó sus labios finos,

No fue un roce fugaz como el de la mañana, sino que imitó la manera en que él solía besarla, abriendo paso entre sus dientes para profundizar el beso.

“¡Vivi!”

La llamó Rafael con un tono grave.

Su voz, ronca y tensa, estaba al borde del colapso.

Violeta tomó la mano grande que la agarraba, la detuvo y, bajo la mirada ardiente de él, se movió lentamente hacial abajo, acercando su mano a la cintura de su ropa interior, y luego acercó más su rostro…

Al final, Rafael accedió a la decisión de ella.

Al día siguiente, Violeta felizmente fue a su capacitación en la nueva empresa. Llegó un viernes, así que tendría el fin de semana libre antes de comenzar oficialmente el lunes. Lucio les había llamado por la mañana para confirmar una invitación a cenar en familia.

Después de su día, Violeta fue directamente al Grupo Castillo para encontrarse con Rafael y luego pasar por su casa a recoger a Nono antes de ir a la cena.

Al ingresar al edificio, la recepcionista dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ella con entusiasmo.

“¡Señorita!”

Con timidez, Violeta le dijo, “Vengo a ver a Rafael…”

“¡La acompaño arriba!” La otra mujer se le ofreció con especial entusiasmo y, ante la sorpresa de Violeta, extendió su mano diciéndole, “El Sr. Castillo mencionó que está embarazada, déjeme ayudarla con eso.”

Era solo su bolso de mano, con llaves y pañuelos, nada pesado, pero ante la insistencia de la otra, Violeta se vio obligada a entregar su bolso.

Al llegar al último piso y abrirse las puertas del ascensor, vio a Raúl esperándola.

“¡Raúl!” lo saludó y a continuación, el tomó el bolso de la empleada y le preguntó si la estaba esperando.

¡Claro que sí!” le confirmó Raúl con una sonrisa.

Violeta tragó saliva y le preguntó con incomodidad, “¿Todos en la empresa saben que estoy embarazada?”

“¡Si!” Raúl le respondió afirmativamente y le dijo con alegría, “Violeta, quizás no lo sepas, pero por esa noticia, el Sr. Castillo está tan contento que le dio bonos a todo el personal. ¡Nos hizo felices a todos! Ja, ja, todos estamos agradecidos con la futura princesita.”

*¿Cómo sabes que será una princesita y no un principe?” Violeta le preguntó entre risas y lágrimas.

Con mucha certeza, Raúl le dijo, “¡El Sr. Castillo asegura que será una niña!”

Violeta se llevó la mano a la frente, pensando que todos habían sido convencidos…

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