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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado Capítulo 524

Capítulo 524

“Si no lo dices en voz alta, cómo va a escucharlo el cielo!” Rafael tomó la pequeña mano de ella, la besó dos veces y con las cejas arqueadas y una sonrisa triunfal agregó, “Ahora sí que el cielo lo ha escuchado, me ha concedido una

niña.

Violeta se quedó con la expresión congelada, parecía tener sentido lo que decia…

Rafael pasó su mano sobre el vientre de ella, su voz era serena y llena de esperanza hacia el futuro, “Tal vez el año que viene, además de nuestro hijo, tendremos una niñita que sople las velas conmigo.”

“Si…” Violeta asintió, siguiéndole la corriente.

Luego levantó la vista para mirarlo, él sí que pensaba en el largo plazo, apenas acababan de descubrirlo, solo era del tamaño de una pequeña semilla de uva, ¡y ya habia planeado hasta el año siguiente!

Rafael besó sus ojos suavemente, haciendo que ella los cerrara con cosquillas, su voz tranquila y medida dijo, “Estás embarazada, tienes que dormir temprano. ¡Cierra los ojos ahora, yo te cuido!”

Y al final, Violeta efectivamente se quedó dormida mientras él la vigilaba.

Las embarazadas siempre tienen hambre y sueño, y al día siguiente, cuando se despertó, ni las cortinas podian ocultar la luz del sol.

Apenas abrió los ojos, se encontró con el fuerte contorno del rostro de Rafael, su mente aún no estaba completamente despierta y lo siguiente fue su beso.

“Buen día.”

Después de decirlo, Rafael levantó su camisón y besó su vientre diciendo suavemente, “Niñita, buen día.”

Ella, con la cara roja y sin palabras.

Viéndolo ya vestido y listo, no pudo evitar preguntarle, “Rafael, ¿no te habrás quedado despierto toda la noche, verdad?” “Pude dormir,” negó Rafael, aunque solo fueron un par de horas.

Él pasó toda la noche abrazándola, o bien mirando fijamente su rostro en la oscuridad o contemplando su vientre plano. Aunque no podia saltar de alegría como un mono grande, estaba tan emocionado que casi no tenía sueño, hasta que la luz del amanecer comenzó a asomarse, y entonces se obligó a dormir un par de horas.

Violeta fue prácticamente ayudada a levantarse de la cama por él, “Ve a asearte y luego baja a desayunar, ¡Lucía ya lo tiene todo listo!”

“Mmm…” asintió ella.

Cuando salió de la habitación, se quedó perpleja al ver las escaleras, casi no podía creer donde estaba y exclamó sorprendida, “¿Eh? ¿Qué pasó con estas escaleras?”

¿De dónde salió esa alfombra?

La escalera de madera que conducía al primer piso estaba totalmente cubierta con una gruesa alfombra peluda, suave bajo los pies, para que no resbalara, y hasta la barandilla estaba cubierta con una suave piel.

“¡Fue el señor quien lo ordenó!” Lucia la recibió con una sonrisa, “Anoche el señor llamó para avisarme, y esta mañana temprano trajeron la alfombra, y la piel de la barandilla también está recién puesta.”

…Violeta tragó saliva.

¿No era exagerado todo esto?

Casi como una emperatriz saliendo de palacio, Violeta fue acompañada por Lucía desde la mitad de la escalera hasta el comedor, donde el desayuno ya estaba servido, tan variado que había tanto comida criolla como internacional, y Rafael junto a su hijo, esperaban sentados correctamente en la mesa.

Apenas se acercó, la silla ya estaba apartada para ella.

Capitulo 54

Desde que se enteraron del embarazo, porque quería darle una sorpresa a Rafael y temía que se filtrara la noticia, nadie lo sabía hasta ahora, Lucía y Nono la miraban con ojos brillantes.

Era una sensación dulce y cálida, pero también había dulces preocupaciones.

Por ejemplo, durante toda la comida, el rango de movimiento de Violeta se limitaba a unos veinte centímetros frente a ella, porque cada vez que intentaba alcanzar algo, una mano grande y firme se adelantaba para ayudarla..

Cuando se dispuso a extender la mano una vez más, la misma voz serena resonó, “¿Qué quieres? ¡Yo te ayudo!”

Violeta, entre risas y lágrimas, le dijo, “Sólo queria tomar una servilleta…”

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Al oir aquellas palabras, Rafael ya habia sacado dos servilletas de la caja y las habia puesto en la palma de su mano.

Violeta no tenía más remedio que aceptar. Ella solo estaba embarazada, no estaba paralitica, pero bajo la ardiente mirada de él, tomó las servilletas y se limpió la boca obedientemente. Cuando dejó la cuchara a un lado, Rafael sonrió y le pregunto: “¿Ya comiste suficiente, Vivi?”

¡Si!” Ella asintió con la cabeza.

“¡Come un poquito más!” insistió Rafael frunciendo el ceño.

Violeta negó con la cabeza, indicando que su estómago ya lleno, “En serio no puedo más…”

“Pero si tú no comes, la niña tiene que comer, le dijo Rafael, extendiendo su mano hacia ella. Debido a la presencia de Lucia y Nono, no podía ser tan descarado y solo puso su mano sobre la ropa, acariciando su vientre.

Desde la noche anterior hasta esa mañana, él habia mencionado “la niña” varias veces, aunque ya habían hablado de eso antes, Violeta aún necesitaba recordarle, “Rafael, apenas tengo cinco semanas de embarazo, todavia no se puede saber si es niño o niña…

“Tengo fe en lo que sembré, le dijo Rafael con las cejas levantadas.

Aunque el embarazo habia llegado más tarde de lo que esperaba, estaba muy orgulloso y seguro de sí mismo. Después de todo, sembraba cada noche y no podía creer que no germinara. La realidad demostraba que la fortuna favorece al hombre trabajador.

Lo que no dijo era que esa seguridad venía porque la noche anterior solo habia dormido un par de horas y habia tenido un sueño con un cerdito.

Siempre había querido tener una hija y había investigado mucho al respecto, incluso sobre supersticiones populares como el significado de los sueños durante el embarazo. Soñar con un cerdo simbolizaba riqueza y fortuna, presagiando que el niño seria afortunado y próspero, y según la creencia, un cerdo negro indicaba un hijo y un cerdo blanco una hija. ¡Asi que no había duda!

Al escuchar sus palabras, Violeta casi se atraganta con su propia saliva.

¡Ese hombre realmente se atrevia a decir cualquier cosa sin temor a dar un mal ejemplo a los niños!

Nono había estado escuchando atentamente su conversación sobre la hermanita y, después de tragarse de un bocado su empanada rellena de dulce de frijol, se limpió la boca y bajó rápidamente de la silla alta, corriendo hacia ella. Normalmente, Nono se habría lanzado directamente sobre ella para abrazar sus piernas, pero esta vez se detuvo con cautela a un paso de distancia.

No hacía falta adivinar, Rafael seguramente le había advertido con cuidado.

Los grandes ojos de Nono brillaban como uvas negras, mirando su vientre con tanta vivacidad como si ya hubiera una hermanita saltando dentro.

“Vivi, ¿puedo tocar al bebé?” preguntó Nono con emoción.

Por supuesto que si!” le dijo Violeta con una sonrisa.

Con sus mejillas sonrosadas por la emoción, Nono extendió sus manitas con curiosidad y alegria y, tocando suavemente, le dijo con una vocecita dulce, “Bebé, toca, toca, a ver si eres buenito…”

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