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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 985

Capítulo 985

Era decir, ¿el celular de ella estaba en manos de Asier?

Gabriel habia tratado de llamarla varias veces, ella no había guardado el número de Gabriel, pero el registro de llamadas estaba alli.

Tampoco se habia memorizado el número de Gabriel.

Para poder darle a Abel el número de Gabriel, tendría que recuperar su celular.

Así que, había que buscar a Asier de nuevo.

Al pensar en eso, Elia suspiró con desaliento en su interior.

Pero no importaba, en ese momento que tenía una dirección para borrar el video, solo tenía que esforzarse en esa dirección.

Ya no era como antes, cuando estaba completamente perdida, sin saber por dónde empezar, dejando que Gabriel la manipulara.

“Abel, hijo mio, todavía no tengo el número ni la dirección IP de esa persona, pero en cuanto los tenga, te los. paso. Tú encárgate de borrar todo lo que esa persona tenga en su teléfono y computadora“, le dijo Elia a Abel.g2

Los otros tres pequeñines la miraban con sus ojos inocentes y llenos de curiosidad, sabiendo que estaban hablando de algo importante. Ninguno de los tres pequeñuelos interrumpió.

Eran tan dulces que daban ganas de abrazarlos.

“Claro, mamá, en cuanto me des el número y la dirección, puedo empezar a borrarlo inmediatamente“, prometió Abel, confiando plenamente en sus habilidades.

Elia recordó algo importante y se lo dijo a Abel con seriedad, mientras echaba un vistazo a los otros tres pequeños. “Bien, mamá lo conseguirá lo más pronto posible. Y recuerda, esto es un secreto entre tú, tus hermanos y yo, no se lo digas a papá, ¿de acuerdo?”

“¿Es un secreto?“, preguntó Iria con sus grandes ojos llenos de curiosidad.

“Claro que sí, es un secreto. No se lo pueden decir a su papá, ni a Fabio tampoco, ni a los demás empleados“, Elia les recalcó con seriedad, no como un juego sino como algo muy serio.

“¡Yo no diré nada! Es un secreto entre tú y yo, mamá, aunque me torturen no hablaré“, aseguró Abel con seriedad, y acto seguido, se tapó la boca y simuló cerrarla con cremallera, señalando que él podria mantener la boca cerrada.

Elia confiaba en que Abel mantendría el secreto, desde pequeño siempre había sido maduro y consciente de la importancia de las cosas.

Pero le preocupaba Iria.

Iria era dulce y a veces un poco despistada.

A veces ni siquiera recordaba lo que había dicho.

Temía que en un momento de distracción le diera alguna pista a Asier.

Asier era tan astuto que con solo oir un rumor ya empezaría a sospechar.

Iria, un poco confundida por la mirada inquisitiva de Elia, se quedó paralizada por un momento y luego se tapo

la boca con su pequeña manita regordeta y murmuró. “Yo tampoco diré nada.

“Yo soy el mejor guardando secretos“, se ofreció Joel.

“No diré nada“, aseguró Inés con sus ojos claros mirando a Elia con toda la seriedad que podia mostrar una cara infantil.

“Confio en mis pequeños tesoros. Vamos, que mamá los llevará al colegio“, dijo Elia al levantarse.

Los cuatro pequeñines saltaron del banco y, agarrados como un trenecito, siguieron a Elia, avanzando con sus cortas piernitas y balanceándose de un lado a otro, como cuatro pequeños pingüinos, adorables al extremo.

“¡Dios mio, qué hermosura de niños!“, exclamó una señora que trotaba en el parque al detenerse en seco, mirando a los cuatro pequeños con ojos enamorados.

Se podía oír en su voz que estaba completamente cautivada por ellos.

Los cuatro pequeños no solo eran tiernos y adorables, sino que también tenían una belleza etérea que atraía la mirada de cualquiera.

“Señora, somos cuatrillizos. Este es mi hermano mayor, y atrás están mis dos hermanitas“, explicó Joel con su voz dulce a la señora que trotaba.

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