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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 983

Capítulo 983

Elia se paró un instante al lado de los niños, sintiéndose incómoda, pero luego alzó la vista y se encontró con la profunda mirada de Asier.

Él la miraba fijamente, sin pronunciar palabra alguna, pero su mirada era como una orden implacable que no admitia réplica

Elia, enfrentando esa mirada intimidante, se sintió presionada y no se atrevió a vacilar más, se acercó y tomó asiento en el lugar vacío junto a él. Comenzó a desayunar en silencio, tomando los cubiertos con manos temblorosas

“Mami, hoy quiero que tú nos lleves a la escuela.” Iria habló con la boca llena, sus mejillas estaban infladas y su voz sonaba borrosa, como la de un pececito.

“¡Yo también!” exclamó Inés, levantando su cucharita.

“Yo también quiero que mami nos lleve.” Joel parpadeaba con sus grandes ojos negros, su carita mostrando un rastro de tristeza.

Elia miró instintivamente hacia Asier, quien seguia comiendo tranquilo sin mostrar intenciones de intervenir.

Entonces, ella entendió lo que él quería decir y respondió a los niños: “Está bien, en cuanto terminemos de desayunar, mamá los llevará a la escuela.”

“Mami, tienes que venir por nosotros en la tarde, no quiero que Fabio venga por mí. Si no te veo, me darán ganas de llorar.” Iria comenzó a sentirse triste, las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos y levantó su manita regordeta para secárselos.g2

Elia sentia un dolor en el corazón al ver la ternura y la vulnerabilidad de sus hijos.

¿Cómo podría negarse a sus peticiones?

“Vale, mamá vendrá por ustedes después de la escuela. Ahora coman todo para que tengan energia y puedan aprender mucho.” Elia le sirvió a cada uno en su plato un camarón tierno y jugoso.

“Si, tengo que comer rápido para crecer y ser fuerte y proteger a mamá.” Iria manejaba su cuchara con destreza y dificultad a la vez, llevándose el camarón a su boquita inflada como la de un pececito, masticando con entusiasmo.

Era una escena adorable.

Elia los observaba y una sonrisa maternal iluminó su rostro, el amor de una madre destellaba en sus ojos.

Asier, sin querer, giró la cabeza y captó la mirada de Elia, la cual era cálida y sonriente, mientras veia a los

niños.

Un destello cruzó por sus ojos oscuros, y por un instante dejó de mover el tenedor.

Luego, como si nada, siguió desayunando con calma.

Después del desayuno, Asier se fue a la oficina en su coche.

Elia llamó a los niños para que se pusieran las mochilas y se preparó para salir.

Fabio estaba listo para llevarlos en el coche, pero Elia lo detuvo y dijo: “Fabio, mejor yo los llevo a la escuela. Un auto pequeño es suficiente para los cinco, y así no llamamos tanto la atención como con la gran

camioneta.”

“¿Sabes conducir, Elia?” preguntó Fabio.

“Claro que sí, ya lo he hecho antes, no hay problema” contestó Elia.

Viendo su determinación, Fabio no insistió más.

Elia condujo uno de los coches negros de la Villa Serenidad, llevando a los cuatro niños consigo.

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Capitulo 953

Abel se sentó en el asiento del copiloto, mientras los otros tres pequeñitos ocupaban los asientos traseros.

Había asientos de seguridad para niños en el coche, por lo que Elia no tenía que preocuparse.

De la Villa Serenidad a la Guardería Las Estrellas de la Capital había que pasar por un parque. Elia aparcó justo alli el coche.

Bajo con los niños y se sentaron en un banco frente al lago.

“Vamos a sentarnos aquí un rato antes de ir a la escuela.” propuso Elia a los niños.

“¡Si, me encanta venir al parque con mami!” Iria estaba muy feliz, sus ojitos brillaban y sus pequeñas mejillas mostraban hoyuelos al sonreir.

Los niños se comportaban muy bien cuando estaban con Elia.

Ella se sentó junto a Abel y le preguntó: “Abel, si usaras tus habilidades de hacker para entrar en un teléfono móvil o una computadora, ¿podrías borrar archivos especificos de ahí?”

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