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Capítulo 981
Ella levantó su regordeta manita y se frotó los ojos adormilados. Una vez abiertos, miró de nuevo y esa vez lo vio con claridad.
¡En su cama realmente habia alguien durmiendo, y no era cualquier persona, sino su mamá!
Iria, emocionada, abrió sus ojos brillantes de par en par, incapaz de contener la alegria que sentia, y exclamó
emocionada
“Ay, mamita‘ ¡Es mamita, de verdad es mamita!”
Elia escuchó una voz llena de júbilo y se despertó, abrió los ojos y al levantar la vista, se encontró con una carita regordeta y adorable que sonreia incapaz de ocultar su alegría.
Iria, ya despertaste‘, dijo Elia, incorporándose.
Iria, con su encanto infantil, se metió en el abrazo de su madre, acurrucando su cabecita en su regazo, y su voz alegre poco a poco se tornó ligeramente quejumbrosa y mimosa.
“Mamita, papá dijo ayer que te habias ido, y todos estábamos muy preocupados. ¿Fue papi quien te encontro?” La voz dulce de la pequeña casi derretia el corazón de Elia.g2
Siempre habia sabido que sus pequeños la amaban mucho y que si algo le pasaba, ellos serian los primeros en preocuparse.
Del mismo modo que ella los amaba con todas sus fuerzas, ellos la amaban a ella.
Ese amor mutuo tenia un efecto curativo en ella.
Elia habia pasado por un momento oscuro el día anterior, pero en ese dia tenia en sus brazos un abrazo cálido. “Si, fue tu papá quien me encontró. No te preocupes, mamita está bien“, la consoló Elia, abrazando a su hija y acariciando su espalda para tranquilizarla.
“Uh–huh, mamita, ¿podrás quedarte siempre en esta casa? Asi papi y nosotros podemos cuidarte y no dejar que los malos te lleven“, dijo Iria, levantando su cabecita y mirando a Elia con seriedad y ternura.
Elia sonrio dulcemente y respondió: “Pero mamita tiene que trabajar, mi amor.”
“¿No podrías dejar de trabajar y que papi te mantenga? Cuando crezcamos, nosotros te mantendremos“, propuso iria con sus labios regordetes fruncidos, con toda seriedad.
La noche anterior, cuando su mamita habia desaparecido, los cuatro pequeñines estuvieron muy preocupados Al no ver regresar a papá y mamá, lloraron y no tenían ánimos de dormir.
Elia se conmovió por las palabras de Iria, acarició su mejilla suavecita y dijo: “Mamita es adulta, y no puede dejar de trabajar y depender de otros, mi vida. Mamita puede ganarse la vida por si misma
“Um
mamita… Iria se sentía triste por su madre.
“Mamita promete que vendrá todos los días a Villa Serenidad, ¿está bien?” ofreció Elia.
La tristeza de Iria se disipó al instante y dijo: “Si! Mamita dormirá conmigo todas las noches!”
Elia sonrio, sin comprometerse directamente.
Aunque le gustaria pasar cada noche junto a Iria y disfrutar de esa comodidad, esa era Villa Serenidad y no estaba en su poder decidir dónde dormir
“Mamita, vamos afuera, mis hermanitos aún no saben que regresaste ¡Se pondrán tan felices al verte! Iria se levantó de la cama de forma un poco torpe y tiró de la mano de Elia para que la siguiera.
Elia se puso las zapatillas y salió de la habitación junto a su hija.
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Los otros tres pequeñitos ya estaban sentados en la mesa, con cucharas en mano y servilletas preparadas, listos para comer
Al ver a Elia salir de la habitación con Iria, los pequeños se quedaron paralizados por un instante, luego sus ojos se iluminaron, soltaron las cucharas y se bajaron de sus sillitas, corriendo hacia su mamá.
“Mamita!”
¡Mama!”
“Mamita! Inés corria hacia ella, estaba emocionada y comenzando a llorar de alegría.