Capítulo 976
Bajo el impetuoso y dominante beso de Asier, la mente de Elia se fue nublando, sintiéndose mareada y débil, mientras que el oxigeno empezaba a escasear en sus pulmones
En el momento en que ella estaba a punto de perder el aliento, Asier la soltó Su mano, que sostenia la parte posterior de su cabeza, se extendió entre sus cabellos, atrapando su cabeza Su frente presionaba contra la suya, y su respiración pesada y ruda se mezclaba entre sus narices.
El cuerpo Elia se sentia flacido y su respiración se entrecortada. Bajo la presencia imponente y masculina de
Asier, su corazón se sobresaltaba constantemente.
La respiración de Asier era ruda y caliente, con un tono de ira contenida. Dijo con un tono autoritario: Te doy otra oportunidad, ¿qué pasó en la habitación del hotel?”
El hombre ese no había logrado hacerle nada porque ella se había resistido con todas sus fuerzas, pero ¿y despues, cuando llegó Ramiro?
La última vez, Asier había visto cómo Ramiro le besaba la frente, y en ese momento lo había encontrado abrazandola con ternura.
Esa imagen claramente indicaba que era algo consentido por Elia y era bajo un mutuo acuerdo, ¿qué no podría pasar? ¿Acaso él no sabia?
Al principio, para ver a Ramiro en secreto, ella le habia mentido diciendo que iba a buscar una casa para
Rosalinda
¡En realidad habia ido a encontrarse en secreto con Ramiro!g2
Luego, permitió que Ramiro le besara la frente y en ese momento, se encontraban abrazados solos en una
habitación de hotel…
Conectando todos los eventos, la ira en el fondo del corazón de Asier era como un volcán a punto de
erupcionar
Sabia que la muerte de Sergio habia sido un gran golpe para Elia y conocía bien el lugar que Sergio ocupaba
en su corazón
Pero en ese momento, solo por ser amigo de Sergio, ella mostraba tal cariño hacia Ramiro, sin darle la espalda
a sus avances
¿Todo era por la influencia de Sergio? ¿Estaba tratando de llenar el vacio de no haber estado con Sergio en su amigo?
¿Acaso él, un hombre vivo, no podia competir con alguien que ya habia muerto?
La voz gruesa de Asier, ardiente y con un tono de enojo oculto, rozaba los labios de Elia Su presencia dominante y autoritaria la hacia temblar, sus pestañas vibraban y su corazón se contraia.
La conciencia confusa de Elia se despertó de repente.
Se dio cuenta de que Asier no creia nada de lo que había dicho en el hotel, ni que Alex habia sido quien la
secuestro
Sabia que había otra persona que la había llevado al hotel y sospechaba que había pasado en esa habitación
Elia deseaba poder entregar a Gabriel para que pagara por sus crimenes, que lo castigaran sin piedad
Pero junto al odio, había más miedo.
Miedo a que el video en manos de Gabriel saliera a la luz y destruyera a su madre.
Elia contenía su rabia con los dientes apretados, ocultando la culpa en su interior, su voz temblorosa decia “No pasó nada, Ese hombre, Alex, estaba a punto de hacerme algo cuando Ramiro entró y me salvó
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Ella seguia insistiendo en que Alex había sido el único secuestrador.
Tan pronto como terminó de hablar, la mirada de Asier se endureció al instante y una presión baja se extendió por toda la oficina, torturando el corazón de Elia.
Asier apretó los dientes, su rostro mostraba una tensión apenas visible al decir “Bien, muy bien!”
Asier arrancó la camisa de Elia con movimientos bruscos y dominantes, desabrochando dos botones sin darle
mas oportunidades.
“¡Ah!” Elia intento cubrirse, pero no podia protegerse en ninguna parte.
Asier empujó su falda hacia arriba, su áspera mano grande rozaba su piel suave, provocando chispas en el
ambiente
El corazon de Elia ardia como si se hubiera prendido fuego, sintiéndose al mismo tiempo nerviosa, entumecida
y oprimida
El se abalanzó sobre ella por detrás…
No sabia cuánto tiempo habia pasado.
La voz de Elia se había vuelto ronca por los gritos, y sin fuerzas, yacía sobre el sofá.
Su cabello estaba desordenado y esparcido al borde del sofá, su rostro estaba bañado en una mezcla de sudor
y lagrimas, y su cabello pegado a sus mejillas la hacia lucir desvalida y desaliñada como una muñeca de
trapo
Asier, como un leon satisfecho, se subió la cremallera, recogió su camisa del suelo, se la puso con tranquilidad y abrochó los dos botones.
Su pecho firme quedo al descubierto mientras que su abdomen musculoso y definido se insinuaba bajo la tela Su mirada profunda reflejaba la niebla posterior de lo sucedido, mientras permanecía erguido al lado del sofa, mirando a Elia, quien parecia perdida en sus pensamientos. Con una voz baja y resonante, le reprendió. ¿Cuántas veces más, Elia? Todavia no has aprendido a comportarte.“