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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 969

Capítulo 969

El frío en aquel lugar era suficiente para congelar a una persona

Ramiro miró a Asier y siguió: ¿Tienes idea de lo que Elia acaba de pasar? Fue secuestrada, casi la violan, si no hubiera llegado a tiempo, ¡ya estaria arruinada!”

El rostro de Ramiro se ensombreció al hablarle a Asier.

Asier recorrió la habitación con la mirada y vio las cuerdas tiradas en el suelo y la cinta adhesiva que habían usado para taparle la boca a alguien.

Apretó el abrazo alrededor de la cintura de Elia y, apretando los dientes contra su mandibula, le dijo a Ramiro: “¿Qué casualidad que también estás aquí? Voy a investigar esto a fondo.”

Dicho eso, se dio la vuelta llevando a Elia consigo.

Ella volvió en si, y aunque se sentia débil, trató con fuerza de empujar el brazo firme de Asier que la rodeaba.

“Suéltame, puedo caminar sola.”

Asier apretó su agarre un poco más y sus ojos frios y amenazantes la miraron fijamente.g2

Esa mirada aguda como la de un águila era como una espada capaz de atravesar el corazón de Elia.

Ella se quedó quieta, todo el dolor y los agravios quedaron atrapados en su garganta, incapaz de expresar su

sufrimiento.

Asier salió de la habitación del hotel con Elia y ordenó a su guardaespaldas: “Bloqueen todas las salidas del hotel, revisen a todos, jal secuestrador no lo pueden dejar escapar!”

“¡Entendido“, respondió el guardaespaldas.

Los hombres de Asier eran muy eficientes y rápidamente todas las salidas del hotel fueron bloqueadas. El gerente del hotel se acercó tembloroso, esperando las órdenes de Asier.

El hombre de mirada sospechosa fue atrapado rápidamente.

Cayó de rodillas frente a Asier, temblando de miedo.

“¿Dónde te tocó este hombre?” preguntó Asier, con una mirada profunda y serena hacia Elia.

“Sr. Griera, no volverá a suceder, lo juro…” el hombre de aspecto sospechoso, al ver la intimidante escena, se dio cuenta de que el hombre frente a él no era alguien cualquiera. El miedo lo hacia temblar y su voz lo reflejaba

Elia sentia náuseas al ver a ese hombre, el compinche de Gabriel.

No sabia cuántas mujeres habrian hecho daño, para ella, jese hombre no valia nada!

Tenía que ser castigado como merecía, de lo contrario, seguiria dañando a otras mujeres como ella.

Elia respiró hondo, tratando de suprimir su disgusto y su ira, y dijo: “Me abrazo”

Apenas terminó de hablar, sintió un breve parón en la mano de Asier que la rodeo.

Luego, el aura a su alrededor se volvió más fria y amenazante.

Con su mirada fría y afilada como una cuchilla de hielo, miró al hombre arrodillado a sus pies Su voz profunda carecía de cualquier calidez y dijo: “Secuestro, abuso y atrapado en el acto. Rompan sus manos y tirenlo a la cárcel, que pase su próxima vida alli

“¡Entendido!” El guardaespaldas recibió la orden de inmediato.

Se adelantó un paso y con rapidez y precisión rompió los brazos del hombre de aspecto sospechoso

“¡Ay!” El hombre gritó de dolor y tembló por todo su cuerpo.

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Ese grito desgarrador resonó en los oidos de todos los presentes en la escena.

Elia apretó fuertemente sus manos, si hubiera sido antes, no habría podido soportar oirlo.

Pero en ese momento, sentia que él se lo merecia, incluso pensaba que su castigo era ligero para lo que había hecho.

El hombre fue arrastrado.

El gerente del hotel se acercó temblando a Asier y dijo: “Sr. Griera, hemos extraido las grabaciones de seguridad, cuando esté listo podemos ir a la sala de monitoreo”

Asier se levantó con Elia y caminó hacia la sala de monitoreo con zancadas largas.

Revisando las camaras de seguridad, se sabría quién había llevado a Elia al hotel.

Elia seguía a Asier hacia la sala de monitoreo, sintiendo su corazón cada vez más apretado.

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