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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 957

Capítulo 957

Betiana se rio y le lanzó una mirada divertida: “¿En qué estás pensando? A lo mejor me daría celos por Asier, pero ¿por ti? Jamás, si somos como hermanos desde la infancia. ¿Acaso estás pensando en casarte conmigo?”

“¿Por qué no? ¿Lo considerarias?‘ Rayan aprovechó el momento para expresar sus sentimientos.

Él y Betiana habian crecido juntos. Betiana conocía todas las torpezas de Rayan cuando eran niños, hasta le habia puesto apodos. El siempre se sentía avergonzado y temia hacer el ridículo.

Cuando veia a Betiana, se escondia detrás de los adultos.

En ese momento que habian crecido, ese sentimiento de timidez se habia transformado y Rayan soñaba con hacerla su esposa. Así, todas aquellas historias embarazosas de su niñez quedarían entre ellos.

Betiana se quedó sorprendida por un momento, aunque sabia que Rayan la queria y buscaba conquistarla.

Pero al escucharlo decirlo tan abiertamente, no pudo evitar sorprenderse.

¡No esperaba que el realmente la quisiera, y mucho menos que pensara en casarse con ella!

Ella no había sido precisamente amable con él cuando eran pequeños, ¿cómo podia ser que realmente se hubiera enamorado de ella?g2

¿Acaso él tenia una inclinación masoquista?

Betiana lo miró con asombro y, tras recuperarse un poco, esbozó una sonrisa, ocultando su sorpresa e incomodidad, y dijo: “Estábamos hablando de Elia, ¿por qué cambias de tema?”

Habilmente evitó responder su pregunta y desvió la conversación.

“Ah, y por qué no dejaste que yo llevara a Elia?” Rayan siguió el cambio de tema, como ella quería.

Betiana sonrio con orgullo y dijo: “¿Sabes de quién es esa cafeteria?”

Rayan no entendía lo que queria decir, así que preguntó. “¿Qué tiene que ver la cafeteria?”

Betiana, creyéndose más astuta que nadie, levantó la barbilla con aire de suficiencia y se jactó “Esa cafeteria es de Tiago Magro, hermano de Felipe. Su empresa quebró por culpa de Elia y la adquirió el Grupo Riera por un precio irrisorio. Además, deben un montón de dinero y la adorada hija de Felipe, Maribel, termino en la carcel también por culpa de Elia. La familia Magro la ha odiado profundamente desde entonces.”

“Antes, con la protección de Asier, los Magro no podian tocar a Elia, pero ahora que Asier esta de viaje, seguro que le darán una lección. ¡A ver si sigue siendo tan arrogante y haciéndome quedar mal! Si no le muestro de qué estoy hecha, va a pensar que Betiana se deja pisotear.”

Al final, Betiana resopló con desdén.

“¿Qué?” Rayan se quedó impactado y frenó de golpe.

Las ruedas del coche chirriaron contra el asfalto con un sonido agudo

El coche se detuvo de inmediato, y Betiana se ladeó hacia adelante bruscamente, pero el cinturón de seguridad la retuvo

Aún con el susto en el cuerpo y visiblemente molesta, le echó una mirada furibunda a Rayan y dijo: ¿Que haces frenando asi, no ves lo peligroso que es?”

“¿Y tú hablas de peligro?! Dejar a Elia sola en esa cafeteria es lo que es realmente peligroso. ¿Cómo puedes hacer algo asi, Betiana?” Rayan la regañó, estaba frustrado y enojado.

Siempre había pensado que Betiana era una chica inocente y sin malicia.

Pero al ver lo que había hecho, su imagen de ella se desvaneció.

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Capitulo 957

Betiana indignó y se defendió. “¿Qué he hecho yo? ¡Si son otros quienes van a darle su merecido, no yo!”

“Si sabes por qué los López quebraron, deberias entender lo importante que es Elia para Asier Meterse con Elia es como meterse con Asier, dijo Rayan, tratando de contener su enojo y su preocupación

Betiana cambió su expresión, dándose cuenta de la seriedad del asunto, y dijo con un tono se suavizó “Pero seguro que solo le darán una lección, la golpearán un poco o le harán pasar un mal rato No le pasará nada grave, ¿verdad?”

Ay. Betiana, Betiana Rayan señaló al aire con su dedo indice, sin poder decir nada más severo

“Baja del coche, ya llegamos a tu casa. Camina un poco y llegarás Yo voy a dar la vuelta y a ver qué pasa,” dijo Rayan con una actitud decidida

Yasi, Rayan dio marcha atrás, preocupado por lo que pudiera encontrar en la cafeteria, mientras Betiana se quedaba pensando en la travesura que habia causado.

Betiana frunció los labios, estaba claramente insatisfecha y le reclamó “¿Ni siquiera me vas a acompañar dos

cuadras más?”

El sol había comenzado su descenso detrás de los techos de tejas rojas, y las calles comenzaban a llenarse con el aroma de las tortillas recien hechas y el café de olla. En algún lugar a lo lejos, una guitarra rasqueaba una melodia que parecia bailar con la brisa.

“Vamos, ni que fuera tan lejos,” continuó ella, con una voz que mezclaba el reproche con una pizca de

coqueteria

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