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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 953

Capítulo 953

Elia escuchó las palabras de Gabriel, que parecían una consulta pero estaban teñidas de una frialdad amenazante. Su corazón dio un vuelco y se retorcio de tension

No, Gabriel no había venido a salvarla ¿Qué demonios queria hacer?

Elia clavo los ojos en Gabriel con una mirada furiosa

Pero el paso por alto su desesperación y su enojo. Se agachó junto a ella, y su mirada se desvió por un momento hacia los dos botones desabrochados de su blusa, cambiando sutilmente su expresión.

Arrancó la cinta que sellaba la boca de Elia con un movimiento rápido.

“Gabriel, que es lo que quieres?“, preguntó Elia, ignorando el dolor que la cinta le habla causado y la marca en su piel, lo miró con suspicacia y rabia contenida

Gabriel sonno levemente y dijo. “Eres mi hija, ¿qué otro propósito podria tener sino salvarte?”

Elia lo observo con dudas, casi convencida por sus palabras

“Pero si tuviera un propósito, seria para que ayudaras a unir a Asier con Liuva, Ya que no me apoyas en conseguir beneficios a través de Asier tendre que poner mis esperanzas en Liuva “g2

“¿Crees que cualquiera puede acercarse a Asier?“, dijo Elia con voz profunda.

“Sé que no es fácil, pero tú no eres cualquiera. No solo te acercaste a Asier, sino que además tuviste cuatro hijos con él. Si tú encontraste la manera de acercarte a Asier, seguramente tambien puedes ayudar a Liuva a entrar en su vida. ¿No es asi?”

Las manos de Elia, atadas, se apretaron con fuerza, y sus ojos destellaban ira mientras fijaba la vista en el rostro burlón y siniestro de Gabriel

“Deja de mirarme asi. Tu madre también me miraba de esa manera, y no pude resistirme a tener un encuentro más intimo con ella“, dijo Gabriel con una sonrisa maliciosa en sus labios.

Al escuchar sus palabras, un frio glacial se extendio por la columna vertebral de Elia, recorriendo todo su cuerpo y dejándola paralizada por el horror y temblando de odio.

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Él habia llegado a un limite de desfachatez, hablando tan abiertamente de haber forzado a su madre.

¿Y en ese momento le decia eso a ella? ¿Qué significaba?

¿Acaso habia comenzado a tener pensamientos impropios hacia ella?

¿No habia estado siempre convencido de que ella era su hija? ¿Habia llegado al punto de no respetar ni siquiera a su propia hija?

Eli apreto de dientes, estaba furiosa y exclamó: “Gabriel, nunca hubiera imaginado que tuvieras tratos con la familia Magro. Si Asier llega a enterarse. ¿sabes qué destino te espera?”

“Mi relacion con la familia Magro, eso te lo debo a ti¿Recuerdas cuando me colgaste de la mitad de una montaña? Si Maribel Magro no hubiera pasado por alli y me hubiera bajado, quizas ya estaria muerto Eres una hija ejemplar, dispuesta a acabar con la vida de su propio padre

La mirada de Gabriel se oscureció mientras hablaba, manteniendo la postura agachada y sosteniendo la mirada de Elia.

Elia trunció el ceño, su ira y su actitud defensiva no flaquearon ni un segundo ante Gabriel, estaba preparada para cualquier movimiento de su

parte

Recordaba perfectamente haber dejado a Gabriel colgado en la montaña. Después de recuperar el dinero que él le habia robado, había enviado a Bruno para que lo bajara

¿Así que había sido Maribel la que lo habia liberado?

“Entonces, ¿te has convertido en un peón de la familia Magro?“, pregunto Elia con fraldad

“No hables tan feo. Es una relación de colaboración ¿qué es eso de ser un peón? Solo necesitamos sacarte de la vida de Asier y todos ganaremos Gabriel no ocultaba su intención de colaborar con la familia Magro frente a Elia

De todos modos, Elia ya estaba al tanto. Si no ayudaba a Liuva a convertirse en la mujer de Asier, el amenazaba con hacer público el video de el y

su madre juntos

Estaba seguro de que podia controlarla

“Gabriel, has hecho tanto mal, no temes que te llegue el karma?“, dijo Elia entre dientes

Era una tarde solocante y las calles empedradas de aquel pequeño pueblo parecian vibrar bajo el sol implacable Gabriel, con su mirada oscura como la noche sin luna, fijó sus ojos en Elia, su voz era suave pero llevaba un filo que helaba la sangre

“¿Malas acciones? Jamas he cometido una sola,” afirmó con una sonrisa torcida, las mujeres caen rendidas ante mi encanto por su propia voluntad Y dentro de poco, tu también estaras entre ellas.”

Elia sintió un escalofrio que le recorrió la espalda. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, reflejando el pavor que la invadia. ¿Qué estas diciendo? ¿Como te atrevesa insinuar tal cosa?“

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