Capítulo 848
Elia y Jimena se refugiaban en un quiosco de la playa, observando el arco ins que surgia en el mar después de un fuerte aguacero.
“Elia, mira, que gran arco iris en medio del mar“, exclamó Jimena emocionada, señalando hacia el mar.
Elia levantó la vista para contemplarlo. En la superficie marina cubierta de niebla, flotaba un arco iris que parecía un puente, aportando un toque
de vida al sombrio y oscuro mar
Elia, con los ojos llorosos y un poco secos, contemplaba ese espectáculo natural.
“Las lluvias de verano vienen y van rápido, siempre hay un arco iris después de la tormenta“, decía Jimena, tratando de consolar a Elia con sus palabras
Elia no respondió, miró fijamente al frente cuando de repente, la sombra de Asier cubrió el arco iris. Su presencia imponente se hizo sentir de
inmediato
Elia parpadeo, pensando que veia mal. Pero al volver a mirar, Asier seguia alli, con su rostro hermoso y frío, caminando hacia ellas con pasos
largos
A su lado, estaban cuatro pequeños seres llenos de ternura.
“Mama“g2
Los niños repetian en sus dulces voces infantiles. Habían seguido obedientemente a Asier, pero al ver a Elia, se lanzaron a correr hacia ella con sus pequeñas piernas
Pequeños cuerpos corriendo, cabezas ladeadas, parecian pequeños pingüinos, adorables y curativos.
El corazon de Elia se estremeció. Antes de que pudiera levantarse, los cuatro pequeños, se refugiaron en sus brazos como pequeños pajarillos.
“Mama, hubo truenos, Iria tuvo miedo, ¿por qué no estabas con Iria?“, Iria se acomodo en el regazo de Elia, agarrando firmemente su ropa, su pequeña cabeza se movia en su pecho, pareciendo un pequeño animal jugueton.
La voz suave de Ina hizo que el corazón de Elia se derritiera. Ambas compartian el mismo temor a los truenos y la lluvia. Durante cada tormenta, Elia solia abrazar a Iria y esconderse debajo de las mantas.
En ese día, ella no había estado con Iria. Elia se sintió muy mal, abrazó a Iria y dijo suavemente: “Iria, no tengas miedo, ya ha dejado de llover
Era extraño, antes temía mucho los truenos y la lluvia. Pero ese día, mientras ella y Jimena estaban en la playa, presenciando toda la tormenta,
no sintio tanto miedo.
Supuso que después de enfrentar la muerte, todo lo demás parecia insignificante.
Habia perdido a Sergio, su dolor era tan grande que incluso superaba su miedo a los truenos
“Mama, ¿por qué no fuiste con nosotros al funeral de nuestro primo? Papá dijo que ese señor era nuestro primo“, preguntó Joel, su pequeña mano descansando en su pierna, mirándola con curiosidad
Ela se estremeció ligeramente al escuchar eso. No poder despedirse de Sergio era su mayor arrepentimiento.
Cuando Joel le hizo esa pregunta, no supo cómo responder.
Pero antes de que pudiera decir algo, la sombra de Asier cubrió su vista Elia contuvo la respiración, pensando que Asier haria algo.