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Capítulo 821
Las manos de Asier se cerraron con fuerza alrededor de Elia, atrayéndola hacia él. Su voz profunda y ronca era como un imán: “No te muevas, si ocurre algo, tú serás la
responsable.”
Elia se quedó paralizada, sin atreverse a moverse.
Asier la abrazó, sin hacer nada más, solo la apretaba un poco. Su barbilla descansaba en la coronilla de ella, y su aliento era poderoso y abrasador, pasando por su cuero
cabelludo.
Era como el aliento de una bestia, causando que Elia se tensara de miedo, sin atreverse a respirar, por temor a despertar la bestialidad de él y ser despedazada al siguiente
instante.
“Ya te lo he dicho, en Villa Serenidad, no tienes que estar tensa todo el tiempo.” La voz grave de Asier resonó en la cabeza de Elia.
Las pestañas de Elia titilaron, y con voz era suave dijo: “Lo sé, es un reflejo.”
Ella tampoco quería estar tensa, pero su situación y la intimidación de él, la hacían difícil de relajarse.
Asier, que la abrazaba, se detuvo un poco, la soltó y bajó la cabeza. Su nariz rozó su delicada mejilla y dijo: “Piensa en este lugar como tu casa, y ya no estarás tensa.”
La cara de Elia se puso un poco cosquillosa cuando él la rozó, y ella se encogió de hombros inconscientemente, respondiendo: “Lo intentaré.“g2
En ese momento no se atrevía a desafiarlo, las consecuencias de los desafios anteriores la habían enseñado a ceder, y también a entender a Asier, un hombre que reacciona mejor
a la sumisión que a la resistencia.
Si quería pasarla bien, tendría que seguirle la corriente.
Él quería que ella considerara a Villa Serenidad como su casa, pero nunca le había dado el calor de una casa y el derecho a la autonomía.
En casa, ella podía hacer lo que quisiera, volver cuando quisiera, ir de viaje cuando
quisiera.
¿Pero qué pasaba en Villa Serenidad?
¿Qué podía hacer ella?
¿Podía hacer lo que quisiera sin tener que preocuparse por lo que los demás pensaran?
La respuesta era definitivamente no
Los niños podían llamar a ese lugar su hogar porque Asier era su padre.
Capitulo 821
¿Y ella, en qué condición podía llamar a ese lugar su hogar?
Como mucho, se podría considerar una invitada, o ni siquiera eso.
Asier era un hombre realmente extraño, por un lado, le decía que no soñase con casarse con él, por otro lado, le pedía que considerase a Villa Serenidad como su casa.
Él siempre había sido posesivo y obsesivo con ella, ¿cómo podría considerar ese lugar como su hogar?
Quizás su sumisión le agradó a él, Asier no dijo nada más, su abrazo se volvió más suave, pero tampoco le hizo nada a ella.
Elia estaba inicialmente tensa, temiendo no poder relajarse y que no pudiese dormir.
Sin embargo, al ser abrazada fuertemente por Asier y sentir su poderosa fuerza y su respiración profunda, se durmió en poco tiempo.
Rápidamente llegó lunes, y el tiempo libre de Elia había terminado, se tenía que ir a
trabajar.
Al entrar en la oficina de la secretaria, vio una figura familiar recogiendo sus cosas.
Elia preguntó con curiosidad: “Diana, ¿ya volviste de tu viaje de negocios?”
Aunque no podía ver su rostro, por su familiaridad con Diana, sabía que era ella.
Al oír la voz de Elia, Diana se giró.
Fue entonces cuando Elia vio que Diana tenía una gran venda médica en la mejilla izquierda, que cubría casi toda su cara. El líquido marrón se filtraba desde la venda, parecia estar muy herida.
Al ver a Elia, una sombra de incomodidad y ansiedad cruzó sus ojos, rápidamente se volvió y dijo: “Vine a recoger mis cosas, ya no trabajaré como secretaria aquí.”