Capítulo 786
Ela desvió la mirada y continuó su tarea de tranquilizar a los niños. No se atrevió a mirar a Asier a los ojos.
En ese momento, Asier tampoco indagó en quién podría ser el objeto de su preocupación.
Retiró su mirada, sacó su celular y llamó a Bruno: “Trae el coche a la puerta número dos.”
Pronto, Elia vio cómo se acercaba un lujoso Rolls Royce negro. Soltó a los cuatro pequeños y les habló dulcemente: “Mis pequeños, vamos a subir al auto y regresar a casa”
“¡Vale!” Los niños asintieron, estaban ansiosos por subir al auto con sus pequeñas piernas.
Elia los ayudó a subir al auto y luego se subió también. Sin embargo, el auto no sé movió de inmediato porque Asier aún no había subido.
Asier le ordenó a Fabio, quien habia estado siguiendo detrás de él todo el tiempo: “Tú te encargas del seguimiento de este asunto.“e2
“Si, señor.” Fabio asintió.
Después del incidente de la explosión, Fabio estaba tan asustado que sentía un hormigueo en todo el cuerpo. Temía que algo les sucediera a los niños, pues era él quien los había llevado allí. Si algo les sucedía, él se sentiría completamente responsable y no podría perdonarse a sí mismo.
Afortunadamente, Elia y Asier habían protegido a los niños, quienes no habían sufrido ningún daño.
Pero la escena del accidente dejó a Fabio con una sensación de miedo y terror.
La escena del accidente era horrenda.
No sabía si los dos trabajadores podrían sobrevivir.
Fabio se giró y regresó al centro comercial.
Asier se subió al coche y el vehículo se puso en marcha inmediatamente.
El interior del auto estaba en silencio. Los niños, que generalmente eran muy habladores, estaban asustados y se apegaban a Elia en silencio.
El corazón de Elia estaba apretado. Abrazaba a sus cuatro pequeños tesoros, pero no decía nada.
Asier estaba sentado en el asiento del copiloto, no intentaba iniciar ninguna conversación.
El ambiente en el coche era silencioso y algo sombrío. Cada uno estaba inmerso en sus propios pensamientos.
Pronto llegaron a la Villa Serenidad.
Elia llevó a los niños a la casa. Una vez allí, se sentaron en el sofá. Los niños todavía estaban asustados y se aferraban a Elia como si temieran que los dejara.
Elia sabía que eso era un signo de inseguridad en los niños.
Nadie conocía mejor a sus hijos que ella. Cada vez que se sentían inseguros, se aferraban a ella más que nunca.
Elia estaba sentada en el sofá con dos de los niños en sus brazos y los consoló con el calor de su abrazo.
En ese punto, para los niños, las palabras no servían de nada. Solo estar cerca de su madre les daba una sensación de seguridad y consuelo. Asier se acercó, viendo a los cuatro pequeños apoyados en Elia, y sus cabezas enterradas en su pecho mientras las manos de Elia acariciaban suavemente sus pequeñas cabezas. La escena era conmovedora y curativa.
No quiso interrumpirlos, así que giró y salió de la sala. Volvió al coche y le dijo a Bruno: “Vamos a la comisaría.”
“Bien.” Bruno asintió y puso en marcha el coche.
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El equipo de investigación criminal ya había examinado la escena y determinado la causa del accidente.
El amigo de Asier, el oficial le dijo: “Las pruebas indican que la explosión fue causada por un teléfono móvil defectuoso. Un teléfono explotó, lo que provocó la explosión de varios otros, causando el accidente.”
Los ojos oscuros de Asier brillaban con una luz profunda y misteriosa. “¿Y qué causó la explosión del teléfono?”
“Las pruebas mostraron que había fósforo blanco en las piezas del teléfono. Este químico puede encenderse al entrar en contacto con el aire y alcanzar
su punto de ignición. Con la presencia de materiales explosivos en el teléfono, la combustión interna provocaría–la explosión. Una explosión llevó a la siguiente, creando una reacción en cadena. Explicó el oficial.
Esa era la causa del accidente según la investigación inicial. No se había encontrado ninguna evidencia de sabotaje.
Con una expresión sombría en su rostro, Asier asintió. “Entiendo.”
Después de responder, se levantó y se fue.
