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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 782

Capítulo 782

Elia miró a Diana y vio su collar colgando de su dedo, oscilando con su temblor.

Elia recordó cómo Diana había intentado golpear a su hijo. Una ola de ira la inurdó y con suavidad les dijo a los niños: “Quédense con papá, mamá va a hablar con esa señora, ¿entienden?“/

Los niños asintieron obedientemente. Elia se levantó y su expresión amable cambió al instante. Se dirigió hacia Diana con determinación. Miró el collar que aún temblaba en su mano, no lo arrancó de inmediato, sino que extendió la mano, dejando que la cadena del collar se deslizara en su palma. Examinó el collar y luego giró su mirada a Diana.

“Sabes muy bien que este collar es único en el mundo, y aun así insistes en que es tuyo. Si llamo a la policía, podrían acusarte de robo.”

El miedo y el pánico se apoderaron de Diana. El sudor’empezó a brotar en su frente y el dolor provocado por la patata previa de Asier retorcia su rostro.

Diana intentó disculparse: “Elia, cometi un error. Lo encontré en el baño, debería habértelo devuelto. No debería haber intentado venderlo. Me cegó la codicia. Por favor, perdóname esta vez. Aquí tienes tu collar, te lo devuelvo…

De repente, el imponente Asier apareció delante de ella. Diana se dio cuenta de que había cometido un error al intentar provocar a Elia, se dejó llevar por sus celos y su codicia.e2

Elia miró a Diana con severidad y le dijo: “¿Qué intentabas hacerle a mi hijo? Pidele disculpas ahora mismo y tal vez te perdone.”

Diana asintió apresuradamente. Comprendió por qué Elia siempre conseguía contratos con Grupo Griera, su relación con Asier era más profunda de lo que ella había imaginado. Asier no era un simple ejecutivo de Grupo Griera, era la propia autoridad.

Diana en ese momento se dio cuenta de su ignorancia. No había imaginado que Elia fuera la madre de esos niños.

Diana se dirigió hacia Inés, con su todavía dolorido vientre. Asier estaba junto a inés y su aura fría causaba escalofríos en Diana.

Diana se acercó a Inés y se disculpó: “Lo siento, pequeña. No debería haber hablado así contigo. No debería haber dudado de tus palabras. Si quieres golpearme, puedes hacerlo…”

Cuando Diána intentó tomar la mano de Inés, Asier la golpeó en la rodilla. Diana se cayó de rodillas delante de Inés, el dolor en su vientre y la rodilla la hicieron retorcerse en el suelo.

La fra voz de Asier resonó: “¿Cómo puedes disculparte sin ponerte de rodillas?”

Diana temblaba de miedo. No se preocupó por el dolor y se disculpó rápidamente con Inés, golpeándose la cabeza contra el suelo varias veces: “Lo siento, no debería haber sido tan grosera contigo. No lo volveré a hacer, por favor, perdóname….

Inés estaba asustada y se escondió detrás de las piernas de Asier. Sus pequeñas manos se aferraban a los pantalones de Asier, echando miradas furtivas y temerosas a Diana, quien estaba postrada ante ella.

Elia observó que Diana estaba seriamente herida y, además, estaba aterrada hasta el punto de estar golpeándose constantemente la frente contra el suelo. Sólo entonces Elia comenzó a calmarse un poco.

Desde que tuvo hijos, lo que más le disgustaba era ver a los niños siendo intimidados.

¡Si alguien se atrevía a tocar siquiera un dedo de sus hijos, ella estaría dispuesta a luchar hasta la muerte con esa persona!

¡Y Diana incluso había intentado golpear a Inés!

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