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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 511

Capítulo 511

Ahora, lo que necesitaban era escapar del padre de los niños.

Si a él le gustaran los niños, todo sería diferente.

Pero no, él no solo desprecia a los niños, sino también a ella.

Por eso, estaban atrapados en esta situación.

Cuando los niños estaban a su lado, ella se sentia muy feliz.

Pero también sentía amarga

Una dulce amargura

Iria, sin obtener respuesta, se lanza a los brazos de Rosalinda para mimos: “Abuela, ¿podrías hacer que mamá nos regale un par de osos polares, por favor?”

Tambien le gustaban mucho los animales pequeños, especialmente los peluches de osos, con los que dormía todas las noches.g2

En la televisión, vio que los osos polares se movían y hacían ruidos tiernos Deseaba tener uno de verdad.

Iria, con su cabeza suave y peluda, se acomodó en el regazo de Rosalinda, quien no puede evitar reír con ternura.

Ella colocó a Iria en su regazo y le dijo: “¿Cómo podría tu mamá tener un oso polar? ¿No la están poniendo en una situación difícil?”

Joel, con una actitud madura para su edad, dice: “Exacto, mamá es una persona normal, solo puede tener humanos, no osos polares, Iria. Pórtate bien, cuando lleguemos al zoológico, podremos ver osos polares alli. Si no podemos tener un oso, entonces no lo tendremos, ¿de acuerdo?“.

“Bueno, eso está bien, hermano.” Iria puso una cara triste, pero le hizo caso–a–Joel

Elia, sin embargo, está distraída mientras los niños hablan alegremente, ya que el taxi estaba atascado en el tráfico y no–se movía.

Ella estaba ansiosa por salir de la ciudad lo más rápido posible.

J

El tiempo pasaba y su duto seguía estancado en la ciudad.

Elia se puso cada vez más nerviosa mientras esperaba.

De repente, se escuchó una larga fila de bocinas detrás de ellos..

El sonido puso a todos en alerta. Elia miró hacia atrás y vio que todos los autos detrás de ellos tenían sus luces intermitentes encendidas, mientras que el sonido de las bocinas provenía de los conductores, que ya estaban impacientes.

Las bocina’s suenan en ráfagas, como olas.

El conductor se queja: “Todos están perdiendo la paciencia. ¿De qué sirve tocar la bocina? No podemos movernos de todos modos“.

Elia miró más allá de los autos de diferentes colores y de repente vio una larga fila de autos negros, estacionados entre el tráfico, pareciendo dominantes, lujosos y peligrosos.

Elia se quedó sin aliento y su cabeza se nubló, sintiendo como si le faltara el oxígeno.

Nadie conocía mejor que ella ese auto negro que estaba al frente de la caravana.

Asier los estaba siguiendo, y tan rápido!

El corazón de Elia latió con fuerza, estaba tan nerviosa que empiezo a ver estrellas.

¿Qué más podían hacer? Asier solo estaba a unos pocos cientos de metros de ellos.

Si los atrapa, los llevará de vuelta como si fueran pollitos.

Justo cuando Elia está aterrorizada, dentro del Rolls–Royce negro, un técnico le informó a Asier: “Sr. Griera, el taxi está justo delante, a unos 500 metros. El tráfico está congestionado, así que no pueden moverse“.

Asier, con una expresión sombría y fría, sale del auto y camina rápidamente hacia el taxi.

Bruno y algunos guardaespaldas lo siguieron.

Con su imponente y fría presencia, Asier caminó por la carretera, seguido de sus corpulentos y altos guardaespaldas.

Esta escena parecia de una película, su fuerte presencia silenciaba a todos los conductores atascados en el tráfico.

Rápidamente, Asier alcanzó al taxi, su presencia era tan profunda y fría como un océano congelado

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