Capítulo 505
Abel aun no había probado las papas que ella acababa de comer.
¿Cómo podria olvidar a su hermano Abel?
Iria, con las papas en su pequeña mano regordeta, se los ofreció: “Abel, come totopos, son deliciosos“.
Justo en ese momento crucial, Abel se distrajo por un segundo con Iria.
Oh no! En ese momento se dio cuenta que escribió una letra incorrecta.
“Abel, come” Iria le dijo con su suave y tierna voz
Abel rápidamente se comió las papas que Iria le ofrecía y continuó concentrado en ocultar su IP. Pero debido a su error anterior, dejó una falla.
No tuvo más remedio que salir forzosamente.
Al ver a Abel cerrar la interfaz de código con un aire de desilusión,g2
Joel se acercó nerviosa y expectante, preguntando: “Hermano, ¿lo lograste?”
Abel asintió y luego negó con la cabeza.
El dinero habia llegado a la cuenta de su madre, pero había cometido un pequeño error al ocultar la IP. Aunque no había sido descubierto aún, cuando el Departamento Técnico del Grupo Griera lo descubra…
Las consecuencias serian…
Abel no tenía claro lo que vendría.
Pero tenia un presentimiento de que no sería bueno.
Elia, en el taxi, se sentía ansiosa.
Su teléfono en el bolsillo pareció vibrar, pero ella no se percató. Solo quería llegar a casa.
Pronto llegó al Barrio Santa Marta.
Al abrir la puerta Elia no vio a nadie en la sala. Escuchó ruidos en la cocina y se dirigió hacia allá.
La comida en la sartén se estaba quemando porque nadie la estaba atendiendo.
Rosalinda estaba parada junto al fregadero, en un estado de trance, con los ojos vacíos.
El grifo estaba abierto, el agua llenaba el lavabo y los vegetales flotaban en él.
Pero Rosalinda no reaccionaba.
Elia se apresuró a entrar, apagó la estufa, cerró el grifo y funció el ceño, “Mamá, ¿qué estás haciendo? Si te distraes así mientras cocinas, ¿qué haremos si se produce un incendio?”
Rosalinda se sorprendió, como si despertara de su trance. Cuando viola Elia, evitó su mirada, avergonzada.
“E, Elia, has vuelto…”
Elia preguntó: “¿Dónde están los niños?”
Rosalinda respondió: “Están jugando en su habitación.”
Al escuchar que los niños estaban jugando en su habitación, Elia se sintió aliviada.
Mientras supiera que estaban seguros, se sentiría tranquila.
Elia, con una expresión seria, preguntó a Rosalinda: “Mamá, ¿vendiste el colgante de esmeralda que tenía en mi cajón?”
Rosalinda pareció sorprendida por un instante, luego se puso a la defensiva: “¿Qué? ¿Vienes a reprocharme?”
Elia suspiró, desalentada, y dijo: “De todos modos, ya pasó. Dame el dinero y lo devolveré“.
“¿Qué, qué dinero? Solo son trescientos, ¿qué se puede hacer con eso?” Rosalinda evitó la mirada de Elia.
**Tres millones, más bien!” Elia la desenmascaró, no entendía por qué su madre intentaba ocultarlo.
“El colgante de esmeralda me lo dejó Asier para que lo cuidara, no podemos venderlo.” Elia intentaba razonar con Rosalinda.
“Si Asier te lo dio, entonces es tuyo, y lo que es tuyo es mío. No tiene sentido devolverlo.” Aunque Rosalinda no tenía ningún argumento para defenderse, seguía defendiéndose.
“De todos modos, no tengo el dinero“. Dijo con la respiración pesada.
Elia se sorprendió: “¿Qué? ¿Dónde está el dinero?”
De repente, comprendió: “Mamá, ¿volviste a jugar póker?”
“No, solo jugué póker un rato, incluso gané unos cientos. Invertitodo en un fondo de inversión, me dijeron que las ganancias eran muy altas. En un mes, con los intereses acumulativos, podria obtener seis millones.” Rosalinda, quien no era buena ocultando cosas, lo confesó bajo la presión de Elía.
El corazón de Elia se hundió. Estaba perdida, completamente perdida. Definitivamente se acabó el dinero.
“¿Qué fondo de inversión puede ser tan rentable? Eso es un truco de estafadores.” Ella, angustiada, puso cara de enfadada.
Rosalinda recién estaba considerando si había sido engañada, pero cuando escuchó a Elia decir eso, su estado de ánimo se derrumbó.
“¡Ay!” sollozó, dejando que sus lágrimas fluyeran libremente.