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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 370

Capítulo 370

N

Asier, desde su lado, se mantuvo frio y distante, como si estuviera helado.

Su voz era fría como el hielo, sin rastro de calidez: “Entonces, desde ahora, ino le des ni un grano de maiz para comer!”

Fabio sintió un escalofrio en el corazón, temiendo por Elia, pero no se atrevió a desobedecer la orden de Asier, respondiendo tembloroso: “Si, Asier…” “Clic…” apenas habia respondido cuando Asier colgó la llamada.

Fabio levantó la vista hacia Elia.

En ese momento, Elia, con el pecho agitado, lo miraba con furia y expectación.

Fabio, con una expresión de disculpa, dijo: “Señorita Sauri, ¿por qué no regresa a su habitación y descansa un poco?”

Al escuchar estas palabras, Elia supo que no había tenido éxito.

Había intentado chantajear a Asier con su ayuno, pero el todavia no estaba dispuesto a dejarla ir.g2

Las manos de Elia, colgando a sus costados, se apretaron, su corazón se llenó de dolor y rabia, su respiración se volvió pesada

Se quedó parada en el mismo lugar, resopló un par de veces y se volvió para irse.

Subió las escaleras con un “pum, pum, pum”

Inicialmente, habia querido ponerse en contacto con Jimena para que la ayudara a pensar en una solución, pero su teléfono se había quedado sin bateria y se habia apagado.

Buscó en su habitación durante un rato, pero no pudo encontrar un cargador adecuado.

Habia dos cargadores en la habitación, pero eran para iPhone.

Su teléfono no era compatible con esos cargadores

No habia manera de ponerse en contacto con el mundo exterior con su teléfono apagado y sin un cargador.

Su sentimiento de inseguridad y panico se intensificaba cada vez más.

Queria descansar, pero no podia dormir.

Caminaba de un lado a otro en el dormitorio principal, sintiéndose ansiosa e incómoda.

El tiempo paso rápidamente, y pronto se hizo tarde.

Durante ese tiempo, no salió de su habitación y nadie vino a buscarla.

Era como si no existiera en la Villa Serenidad.

El sol se puso y pronto fue de noche.

Elia estaba en tension, sintiendo un escalofrio al pensar en el regreso de Asier

Pero lo que tenia que enfrentar, todavia tenia que enfrentar, y a las siete de la noche, Asier regresó.

Escucho el ruido del motor del auto en el patio.

Sus nervios ya tensos se tensaron aún más, su cuerpo entero estaba en alerta.

Permaneció de pie en la habitación, escuchando en silencio los ruidos del exterior

“Clic “La puerta de la habitación se abrió

Una ola de frio helado, una presión intimidante se apoderó de la habitación desde la puerta.

El corazón de Elia dio un salto, levantó la vista y vio a Asier entrando, su cuerpo alto y esbelto, su presencia dominante, fria.

Su cara bien definida era como una tormenta en ciernes, oscura y fría.

Camino hacia ella con largas zancadas, su fuerte presencia masculina se acercaba

Elia retrocedio asustada, aterrada.

Habia estado en alerta para escuchar a Asier subir las escaleras, pero no había escuchado sus pasos antes de que abriera la puerta.

¿Acaso había volado hasta aquí?

¿No hacia ruido al caminar?

Antes de que pudiera entenderlo, Asier se acercó a ella con una presencia abrumadora. Ella retrocedió, pero su talón chocó contra la cama, no tenia a donde ir.

El pecho delgado y fuerte de Asier se acercó, agarró su rostro y apreto sus mejillas hasta que se deformaron, sus labios se arrugaron involuntariamente. Su mano grande, con callos, y sus dedos ásperos y calientes, agarraban su rostro, haciendola sentir como si hubiera tocado la electricidad, sorprendida y molesta

“¿Qué, qué quieres hacer?” preguntó Elia, aterrada.

Sus mejillas estaban apretadas y su voz era un poco borrosa, como el mimo de un niño

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