Capítulo 309
Elia estaba apoyando a Rosalinda. Al ver lo que estaba pasando, se quedó boquiabierta, sin saber qué hacer.
Rosalinda tampoco habia imaginado que alguien pudiera estar más furioso que ella.
Pero esta furia parecia ser demasiado, si continuaba así, podria pasar algo terrible.
Elia vio a Asier agarrando a Gabriel como si fuera un saco de boxeo, dándole golpes sin cesar.
Al principio, Gabriel pudo pedir clemencia, pero ahora estaba tan mareado y tambaleante que apenas podia mantenerse en pie.
Si seguían así, podría estar en peligro de muerte!
Elia soltó rápidamente a Rosalinda y corrió hacia Asier para agarrarle el brazo, justo cuando su puño se dirigia hacia Gabriel.
Justo cuando el puño estaba a punto de aterrizar en el pecho de Gabriel, Elia grito: “No!”
El puño de Asier se detuvo a unos centimetros del pecho de Gabriel y se giró para mirarla.g2
Sus ojos normalmente profundos ahora eran como los de una bestia enloquecida, rojos y mostrando una ferocidad y frialdad bestiales.
Su mirada era como un cuchillo frio, capaz de atravesar el corazón de una persona
Elia tembló de miedo bajo su mirada, sintiendo un escalofrio que le recorría la columna vertebral hasta la cabeza.
El aspecto de Asier era realmente aterrador.
Gabriel, en sus manos, estaba inconsciente y la sangre no paraba de brotar de su boca.
Si no recibía ayuda pronto, realmente podria estar en peligro de muerte, y Asier se convertiría en un asesino.
Elia superó su miedo y dijo apresuradamente: “Sr. Griera, por favor no le pegue más, si sigue asi, podria morir. Dejemos esto asi, no lo golpees más, te agradezco mucho por defender a mi madre.”
Al ver el evidente miedo y la tensión en los ojos de Elia, Asier apretó los dientes, su rostro tan frio como el hielo, soltó a Gabriel y se alejó a grandes
pasos
Cuando pasó junto a Elia, el viento que soplaba era tan frio que le golpeó la cara.
Elia temblo de frio.
Cuando Asier soltó a Gabriel, este se desplomó en el suelo, convulsionando.
Elia gritó apresuradamente “Alguien, llamen a una ambulancia, rápido!”
Su voz estaba llena de desesperación y pánico.
Todas estas palabras cayeron en los oidos de Asier, que aún no estaba lejos.
Su corazón se apretó y el frio que le rodeaba se intensificó, como si pudiera congelar todo a su paso.
Pero no se detuvo, y pronto se fue
Asier, rodeado de un aura fria, caminaba por el centro comercial, haciendo que todos se apartaban de su camino. Todos podian sentir la poderosa y fría presencia que emanaba de su figura, sabiendo que no era alguien con quien meterse
La gente se apartaba para dejarle pasar, temiendo acercarse demasiado.
En ese momento, tres niños salieron corriendo de la zona de descanso.
“Mama, quiero a mi mamá!” una niña gordita corria al frente, agitando sus piernas cortas y quejándose
Detrás de ella seguían otros dos niños, corriendo tras ella como si la estuvieran persiguiendo.
Eran Iria, Joel e Inés
Los niños, ya que eran pequeños, no podian ver los obstáculos delante de ellos.
La niña chocó de repente contra la pierna de Asier y dejó escapar un grito de dolor.
“Ay, me duele mucho” Ina se tocó la cabeza con su pequeña mano, frunciendo el ceño, parecia que estaba a punto de llorar.