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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1787

Capítulo 1787

Jimena estaba temblando, con el corazón latiendo fuerte por el susto.

¿Qué haría si realmente hubiera perdido a los niños?

¡Orson, ese infame, cuándo aprenderá a hacer las coses bien!

Habla tenido el descare’de llevarse a los niños sin avisar a nadie, como si quisiera enfurecerla a propósito.

Ay, ay, ay, Jimena, sueltame ya….!” Orson se quejaba mientras Jimena le torcia la oreja, obligándolo a levantarse de la silla y curvar su espalda aguantando el dolor. Con el rostro contorsionado, le dijo a Jimena.

Era increible cómo Jimena le retorcia la oreja igual que lo hacia su madre.

Jimena no soltó inmediatamente, sino que le advirtió con un gruñido: “A ver si te atreves a hacerlo de nuevo!”

“No me atreverë, no lo haré, sueltame ya, hay mucha gente mirando, ¿y mi orgullo qué?” Orson echo un vistazo alrededor y notó que muchos observaban el espectáculo, lo que incrementó su vergüenza.

“Tü te llevaste a los niños sin avisar, sin importarte si mi madre o yo vivíamos o moriamos, ¿y me pides que me preocupe por tu orgullo?” Jimena estaba cada vez más enojada y aumentó la presión en la oreja de Orson.g2

“¡Auch…!” Orson gruñía de dolor.

Cuando Jacinta llegó al McDonald’s, vio a Jimena con una mano en la cintura y la otra torciendo la oreja de Orson, quien estaba doblado y no tenia la intención de resistirse.

La gente alrededor se rela y disfrutaba del espectáculo.

Jacinta se apresuró a intervenir, apartando a Jimena: “Jimena, déjalo…”

Jimena soltó la oreja y al girarse, vio a su madre, y con voz lastimera dijo: “Mamá, él…”

“No importa, aparta, déjame a mi!” Jacinta no dejó que Jimena terminara y la apartó de un empujón, acercándose a Orson con un semblante muy serio y comenzó a regañarlo: “¿En qué piensas? ¡Qué irresponsabilidad la suyal Hacer estas cosas a escondidas, menos mal que mi hija no se casó contigo, ¿qué hubiéramos hecho después?”

El comentario de Jacinta tenia un tono de desahogo, mezclando viejos y nuevos agravios.

Ella había tenido la esperanza de casar a Jimena con él, pero Orson había tenido un hijo con otra mujer.

Esa cuenta aún no se la habia cobrado, y ahora estaba intentando llevarse a los hijos de Jimena. Jacinta no podia soportarlo más.

Orson, con una expresión conciliadora, intentó explicar: “Mamá, déjame explicarte, eso fue un accidente, hoy solo queria llevar a los niños a comer algo que les gustara…

“Céllate, ino me llames mamá!” Jacinta le cortó con dureza. Antes, no se oponía cuando Orson la llamaba mamá.

Pero ahora, escuchar a Orson llamarla mamá le parecia irónico.

Orson se quedó sorprendido y no continuó hablando. Sabia que Jacinta estaba realmente enfadada.

Si seguia actuando de manera frivola, solo lograría decepcionarla más.

Con un enojo palpable, Jacinta le lanzó una mirada furiosa a Orson, recogió a los dos niños del asiento, uno en cada brazo, y se dirigió rápidamente hacia la salida: “Vamos, vámonos con abuela. No se vayan con cualquiera a partir de ahora, si quieren comer algo, abuela se los comprară.”

Antes, Jacinta no habría podido llevar a un niño en cada brazo, no tenía la fuerza suficiente.

Pero ahora, con su furia y el susto que había pasado, lo único que tenía en mente e levantarlos a ambos.

era alejarse con los niños, y

de alguna

a manera logra

Fred y Adora miraban con sus inocentes ojitos primero a Jacinta, luego a Jimena, y finalmente a Orson con compasión.

Los dos niños también estaban atónitos y no dijeron ninguna palabra.

Cuando Jimena vio que su madre se iba, se apresuro a seguirla, pero Orson la detuvo: “Jimena…

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