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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1693

Capítulo 1693

Al hablar, su aliento rozaba la piel delicada detrás de la oreja de Jimena, como una descarga eléctrica, causándole cosquillas, hormigueo y picazón,

Jimena temblo, recuperó la razón y, apoyando sus manos en su pecho, lo empujó diciendo mientras parpadeaba en negación: “¿Cuándo admiti ser tu futura esposa? No te hagas ilusiones, ¿de acuerdo?” Aunque lo decía con voz fuerte y dominante, el corazón de Jimena seguia latiendo desbocado, sin atreverse a encontrarse con la mirada de Orson.

¿Cuándo había aprendido Orson a ser tan astuto y manipulador? Había logrado ponerle una trampa.

Inventando excusas al aire para llamarla su futura esposa, solo para provocar que ella dijera que nunca le había pedido que la llamara así.

¡Qué infantil!

¿De qué sirve ganar en palabras?

“¿Ya olvidaste lo que dijiste hace menos de un minuto?” Orson cruzó los brazos y la observó con calma.

“En cuanto a negar lo dicho, nadie te supera“, replicó Jimena, con las manos en la cintura y claramente frustrada.g2

“¿Cuándo he negado algo?” preguntó Orson a la defensiva.

“Dijiste que te harías responsable de mí, que solo me querías a mí. Solo así acepté… lo que pasó entre nosotros. ¿Y luego? Enseguida te enrollaste con Priscila. Nunca cumples las palabras que dices. Comparado contigo, soy una gota más en el océano“, Jimena se enfurecia más a medida que hablaba.

Hace tres años, el ver a Orson y Priscila juntos en una cama era una herida que Jimena no había podido superar.

La expresión traviesa de Orson se tornó sombría, preguntando con melancolía: “Entonces, ¿preferiste tener y criar a nuestros hijos por tu cuenta y no contactarme por esa razón?”

Él había pensado que era porque Marisa le había dado dos millones para que lo dejara, hiriendo su orgullo, por eso había ocultado todo sin piedad.

Así que era por eso…

Jimena desvió la mirada, aún molesta: “¡Puedes pensarlo así si quieres!”

“Aquel día estaba borracho, pensé que era contigo…” Orson se acercó y tomó sus hombros, tratando de explicarse seriamente.

Pero al tocarla, Jimena reaccionó como si le hubieran encendido la mecha y se soltó bruscamente: “¡No me toques!”

Retrocedió rápidamente, con el pecho agitado y los ojos llenos de lágrimas: “¿Sabes cómo terminó Elia con Sergio?”

Orson frunció el ceño, mirándola con ojos llenos de preocupación.

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Jimena soltó una risa amarga y las lagrimas brotaron de sus ojos: “Sergio durmio con la prima de Ella y luego le explicó que se había confundido, pensando que era Elia. ¡Ella termino con él sin dudarto!”

*No entendia la decisión de Ella en ese entonces, pero ahora lo entiendo completamente,” Jimena se seco las lágrimas que calan.

“Vete, estoy cansada y quiero descansar. Puedes visitar a los niños cuando quieras, pero entre nosotros, no hay futuro.” Jimena dijo esto tristemente y se dirigió hacia su habitación.

Orson no se fue, sino que la siguió rápidamente, insistiendo con terquedad: “¿Así que no hay futuro solo porque tú lo dices? ¡No acepto separarme de ti! Jimena, no entiendo, antes de reencontrarte, también tuve varias novias y a ti no te importaba. ¿Por qué te obsesionas solo con lo de Priscila?”

Jimena se giró bruscamente, con el pecho agitado y lágrimas mezcladas con gritos: “Porque lo vi con mis propios ojos, Orson! ¿Puede compararse lo que vi con tus pasados?”

Jimena estaba casi histérica. Amar a alguien era tan agotador, sabiendo que había barreras que no podía superar y que debería dejar ir.

Pero su corazón no le hacía caso; no podía dejarlo ir.

Orson se quedó inmóvil, mirándola con ojos llenos de pasión y heridos por sus lágrimas. La inquietud y el dolor le invadieron profundamente. Conmovido, se acercó rápidamente y la abrazó con fuerza, besándola con ímpetu en los labios.

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