Capítulo 1688
Jimena parecía un cervatillo asustado, girando bruscamente hacia la puerta.
¡Dios mío, su madre había vuelto!
¡Su madre había vuelto justo en el peor momento posible!
Jimena se levantó, corrió hacia Orson y lo agarró por los hombros con una expresión de
nerviosismo.
Orson sonreía con malicia, sus hermosos ojos se levantaban con traviesa diversión mientras la observaba.
“¿Qué pasa, no puedes esperar más?”
“¡Deja de hablar y levántate ya!” Jimena lo jaló para levantarlo, mirando a su alrededor sin encontrar ningún lugar para esconderse.
En ese momento, ya estaban girando la llave en la cerradura, a punto de abrir la puerta.
Jimena contuvo la respiración, presionando fuertemente los hombros de Orson, forzándolo a agacharse, mientras ella también se inclinaba, empujando su cabeza hacia abajo, tratando desesperadamente de meterlo debajo del sofá.g2
Él espacio bajo el sofá era demasiado pequeño para siquiera una de las manos de Orson, pero Jimena, sin sentido para analizar el tamaño de la abertura en ese momento, solo intentaba empujarlo adentro a toda costa.
“Jimena, ¿qué estás haciendo?” Jacinta entró empujando la puerta y al ver a Jimena presionando la cabeza de un hombre tratando de empujarlo contra el sofá, se acercó rápidamente sorprendida.
El corazón de Jimena dio un vuelco, sus ojos se abrieron de par en par al girarse, encontrándose con la mirada confundida de Jacinta.
Jimena se sentía tan avergonzada que torció los labios y antes de poder hablar, Orson comenz esistirse, levantando la cabeza y enderezando los hombros con un ceño fruncido ae descontento: “Jimena, ¿dónde pretendes esconderme? Aquí no hay espacio, ¡ni aplastándome como un papel podría entrar allí!”
Jacinta captó de inmediato las palabras clave de Orson: esconder, aplastar.
En su mente, Jacinta comenzó a imaginar a Jimena y Orson besándose apasionadamente en el sofá, Jimena encima, intentando desvestir a Orson…
Esa imagen era estimulante, extremadamente íntima, y Jacinta no se atrevía a pensar más en eso.
Con el rostro enrojecido, Jacinta agarró la oreja de Jimena y dijo con vergüenza y enfado: “Jimena, ¡niña desvergonzada! ¿Acaso no te lo han dicho claro? Él no va a estar contigo
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Capitulo 1680
porque
le molestan tus dos hijos. ¡Vino a tu casa para poner fin a todo y tú lo arrastras aquí para hacer eso? ¿Estás tan desesperada por un hombre? ¿Tanta hambre tienes?”
“¡Ay, ay, duele! Mamá, me estás lastimando,” Jimena se quejaba con la oreja a punto de ser arrancada del dolor.
Orson entendió que Jacinta estaba tratando de darle una lección, y viendo a Jimena siendo reprendida, le dio pena.
Orson sonrió y le dijo a Jacinta: “Señora, oh, no, mamá, hay un malentendido. No tengo intención de cortar con Jimena, de hecho, me gusta demasiado como para hacer eso. Y fui yo quien víno por mi propia voluntad, yo quise que me derribara, no es culpa de ella…”
“¿Qué?”
“¿Qué?”
Jacinta y Jimena exclamaron al unísono, ambas mirando a Orson con asombro.
Jimena, al ver esa cara de Orson como si no hubiera hecho nada malo, apretó los dientes de rabia. Orson, me pagarás por esto, jespera a que estemos solos y te ajustaré cuentas! Orson recibió su mirada desafiante y le devolvió una sonrisa provocadora.
Jacinta, por otro lado, estaba tan sorprendida por las palabras de Orson que perdió la capacidad de pensar. Soltó la oreja de Jimena y le preguntó seriamente: “Orson, ¿qué quieres decir con eso? Un momento tratas a mi hija con desdén y al siguiente vienes a nuestra casa a reconciliarte, ¿qué es lo que buscas? Decídete y no nos hagas perder el tiempo. Mi hija ya tiene dos hijos, no lo ocultamos, si lo aceptas, estaré de acuerdo en que salgas con mi hija. Si no lo aceptas, no volverás a entrar a nuestra casa. Si hay que cortar, que sea de raíz.”
“Señora, yo soy el padre de los hijos de Jimena. No solo no me molesta sus dos hijos, sino que asumiré mi responsabilidad,” explicó Orson con seriedad.