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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1654

Capítulo 1654

Orson agarró la mano de Jimena con la intención de irse.

Jimena lo jaloneó de vuelta, soltó su mano con desdén y dijo: “Déjalo así, mejor vamos nosotras solas. Si tú vienes, a lo mejor te pones delicadito y terminamos cuidándote en lugar de disfrutar nuestra comida.”

Terminó de hablar, Jimena enlazó su brazo con el de Elia y dijo sonriendo: “Será mejor si solo vamos Elia y yo, libres y a nuestro aire, y hasta podremos tener una charla intima, ¿verdad?”

Orson estaba a punto de decir algo, pero Jimena anticipó que iba a hablar y rápidamente interrumpió: “¡Cállate ya!”

Orson:”

¿Así que ella lo llama delicado y él ni siquiera puede replicar?

Jimena y Elia dieron dos pasos hacia la puerta, pero de repente Jimena se detuvo, se volvió y miró fijamente a Ramiro, que todavía estaba sentado en el sofá, y dijo: “Sr. Ramiro, por favor regrese a su casa, cuando Elia tenga listo el diseño se pondrá en contacto con usted, no hace falta que venga a su casa.”

Ramiro finalmente se puso de pie: “¿Así que van a comer en un puesto callejero y no me invitan?”

La mirada sonriente de Ramiro pasó de Elia a Jimena, claramente con la intención de unirse a la comida.g2

Elia estaba a punto de hablar, pero Jimena la detuvo y

vamos a tener muchas conversaciones de mujeres mó la delantera: “Sr. Ramiro,

no se metan.”

es mejor que ustedes los hombres

Con las cosas ya dichas hasta ese punto, no parecía haber ninguna necesidad de que Ramiro y Orson insistieran más.

Ramiro miró a Orson y dijo sonriendo: “Adelante, Orson.”

Hizo un gesto para que pasara Orson.

Orson no podía soportar a Ramiro y lo miró con disgusto mientras se alejaba por su

cuenta.

“Disfruten de su comida, yo me voy.” Ramiro se despidió de Elia y también se marchó. Jimena finalmente se deshizo de los dos hombres, tomó a Elia por el brazo, le sonrió

Capitulo 1654

con consuelo y juntas salieron.

La noche estaba llena de luces de neón y el puesto callejero estaba abarrotado de

gente.

El horario de seis a siete de la noche es cuando más personas hay en los puestos. callejeros.

Gente de todas las edades, sentados alrededor de las mesas, riendo y charlando, disfrutando de la comida sin las rígidas normas de la alta sociedad. Haciendo lo que les plazca, como les plazca.

Jimena le sirvió cerveza a Elia y la consoló con su característica vivacidad: “Elia, ¿qué importan los hombres? Aparte de para continuar la especie, no son de mucha ayuda para las mujeres. Una puede vivir libre y feliz por su cuenta. Al diablo con los hombres.”

Elia sabía que Jimena estaba tratando de animarla, aunque no había mencionado ni una palabra sobre las noticias, Elia sabia que ella las había visto.

También sabía lo mal que se sentia.

Elia levantó su copa, aceptando el consuelo de Jimena: “Tienes razón, mejor me concentro en mi carrera.”

Dicho esto, Elia se echó hacia atrás y bebió toda la cerveza de un trago.

El sabor picante y amargo fluía a través de sus papilas gustativas hacia su corazón, haciéndolo aún más picante y amargo, pero de alguna manera también más enturecido.

El corazón ya dolorido, de repente se calmó.

“Claro, estás empezando a destacar en la industria de la joyería, sigue así y quién sabe, tal vez en unos años seas una diseñadora de renombre internacional, con un salario de

u millones, jo incluso de mil millones! Entonces, ¿qué clase de hombre no tendrías a tu alcance?” Jimena hizo un gran gesto con su mano, hablando con audacia y desinhibición.

Elia sonrió sin decir nada, tomó la botella de cerveza y se sirvió otro vaso lleno.

Las dos bebieron con gusto, ahogando sus penas en alcohol.

Lo que no percibieron es que, desde que empezaron a beber, alguien las había estado observando.

Elia y Jimena bebieron durante dos horas, hasta que sus nervios se entumecieron y comenzaron a tambalearse. Apoyándose la una en la otra, salieron del lugar con paso inestable.

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