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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1558

Capítulo 1558

E

Asier de repente habló.

Ella se quedó perpleja por un momento. ¿Era esa la respuesta a su pregunta anterior, una explicación–de– Asier?

Cecilia no vivía en Villa Serenidad, entonces, ¿qué quería decir Asier cuando mencionó que había más mujeres en Villa Serenidad aparte de ella?

No fue sino hasta que vio a las criadas esperando a un lado, cuando Elia tuvo un momento de claridad, comprendiendo que las otras mujeres a las que Asier se refería podían ser las sirvientas.

Realmente no se había esperado que Cecilia no viviera con Asier.

“Oh.” Elia respondió distraídamente con una palabra y continuó llevándose a la boca los camarones pelados y bañados en salsa que Asier había colocado en su plato.

Asier no dijo nada más, simplemente se dedicó a pelar los camarones, y todos los colocó en el plato de Elia.

Para disimular la atmósfera opresiva y la incomodidad de compartir la mesa con Asier, Elia no dejaba de meterse camarones a la boca.

Los camarones que Asier pelaba, ella se los comía.g2

En poco tiempo, la mesa se llenó de cáscaras de camarones y los platos quedaron vacíos.

Elia estaba tan llena que no podía comer más, y de repente se levantó y le dijo a Asier: “Sr. Griera, ya estoy satisfecha, gracias por su hospitalidad. Yo… me voy ahora…”

“Mhm.” Asier emitió un sonido sombrío y grave desde su garganta, sin intentar detener a Elia.

Con su permiso, Elia se apresuró a salir.

Si seguía comiendo, probablemente terminaría vomitando.

¿Asier lo hacía a propósito? ¿Había pelado todos esos camarones solo para ella, sin comer ni uno, intentando matarla de indigestión?

¿Liuva no había logrado matarla la última vez y ahora Asier trataba de hacerlo, para eliminar la espina en el corazón de Cecilia?

Elia se estremeció solo de pensarlo y aceleró el paso hacia la salida.

Pensó que tendría que caminar para tomar un taxi, pero justo cuando llegó al patio, el chofer le dijo: “Señorita, suba al coche, la llevaré de vuelta.”

“¿Su jefe Asier lo sabe?” Elia no se atrevió a subir al coche tan fácilmente, para evitar que el chofer fuera castigado.

“Sí, me ordenó que la llevara. Suba.” Dijo el chofer.

¿Así que era Asier quien había permitido que el chofer la llevara de vuelta?

Por supuesto, era mejor que ir a pie a buscar un taxi. Elia no lo dudó, abrió la puerta del coche y subió.

Asier se quedó sentado al lado de la mesa, mirando hacia la puerta, escuchando el sonido del motor del coche arrancar y alejarse.

11:02

Capano 1959

Su mandíbula estaba tensa.

Cuando Asier despertó, Benjamín le dijo que Elia, al enterarse de que él había quedado en estado vegetativo, se había mantenido alejada para evitar problemas. En lo más profundo de su corazón, no creía que Elia fuera así.

Pero al verla tan cercana a Ramiro, no pudo evitar intentar creer lo que Benjamín decía, sintiendo decepción y dolor

por Elia.

Sin embargo, al saber que no había nada entre Elia y Ramiro, que había sido Elia quien encontró al Dr. Díaz para tratarlo y la que lo había cuidado durante tres años, una fuerte esperanza brotó en su corazón.

Si Elía se preocupaba por él y estaba dispuesta a seguir con él, él superaría todas las dificultades para casarse con ella.

La había traído a casa para entender sus verdaderos sentimientos.

Y ella, sin embargo, había dicho que cuidarlo y buscarle un médico era solo para pagarle por salvarle la vida.

Él había despertado, y con eso, ella había pagado su deuda de gratitud, desde entonces no se debían

nada.

Sí, no se debían nada, él mismo había dicho esas palabras hacía tres años.

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