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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1490

Capítulo 1490

Orson volvió en sí y vio a Marisa entrar. Frunció el ceño y se apresuró a ir al lado de la cama para tomar su ropa y vestirse.

Marisa se dio cuenta de que la camisa blanca todavía estaba impregnada con manchas de sangre y que Orson estaba a punto de ponersela sin haber tratado la herida de su espalda.

Ella se acercó rápidamente, le quitó la camisa de las manos y le reprochó con frustración: “¿No sabes que deberías cambiarte de ropa si está sucia?”

“Quisiera cambiar de persona, ¿por qué no me dejas?” Orson miró a Marisa con sus hermosos ojos grandes, su habitual descaro y encanto habían dado lugar a que Marisa tuviera una irritación impotente. Marisa clavó su mirada en Orson y, al ver que seguía sin entender, tiró la ropa al suelo y, temblando, le apuntó con el dedo diciendo: “¡Tus abuelitos acaban de decir que no vales tanto como Leo! Debes ponerte las pilas, ¿acaso no has leído la carta de Priscila?, cuando tu primo Leo regrese del extranjero, ni siquiera tendrás oportunidad de competir por la presidencia!”

Aunque el abuelo Salcedo ya estaba retirado, el poder de decisión dentro de su familia y la empresa seguía

en sus manos.

A quien él eligiera y deseara para la presidencia, esa persona sería la elegida.

Orson estaba decepcionando al abuelo Salcedo, y si continuaba así, perdería la oportunidad de ser el presidente del Grupo Salcedo.

Era un asunto de vital importancia, y él lo trataba con desdén, como si fuera un juego de niños. ¡Marisa estaba desesperada por su comportamiento!g2

“¡Si mi primo quiere ser presidente, que lo sea! ¡De todos modos, él es más adecuado que yo!” gruñó Orson, reprimiendo su furia.

Su ambición nunca había sido ser presidente; todo eso era una ambición de Marisa.

Marisa, fuera de sí, le dio una bofetada a Orson en la cara, estaba tan enojada que apenas podía respirar y le gritó con los dientes apretados: “¿Cómo puedes decir eso? ¿Para qué he trabajado tanto todos estos años? ¡Me estás matando de la rabia!”

Orson giró ligeramente su rostro, rozó su mejilla con la punta de la lengua y miró a Marisa con los ojos inyectados en sangre.

Con ojos rojos le dijo: “¿Para ti no fue suficiente con que mi papá fuera presidente toda su vida? ¡Ese es tu sueño, no el mío!”

“¡Tú, si no quieres ser el presidente del Grupo Salcedo, lárgate! ¡No quiero tener un hijo como tú!” Marisa se sintió profundamente herida por las palabras de Orson y estaba tan agitada que su respiración se volvió errática.

¡Él había dicho que ser presidente era su sueño, no el de él!

Ella había gastado su corazón y su alma planeando su futuro, y él lo despreciaba. Marisa estaba furiosa y dolida.

Después de decir eso enojada, esperó a que Orson se disculpara y le pidiera que no lo echara.

Después de todo, si dejaba la Familia Salcedo, sería una persona común y corriente, sin nadie que lo mimara y sin la posibilidad de seguir gastando dinero a manos llenas.

Orson, que vivía la vida loca y gastaba sin medida, ¿cómo iba a soportar una vida sin dinero?

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Capítulo 1490

Orson simplemente recogió la ropa sucia del suelo, echó un vistazo a Marisa y dijo: “¡Tú lo has dicho!”

Dicho esto, se giró y comenzó a marcharse.

Marisa no podía creerlo. ¡Orson realmente se estaba yendo!

Le gritó con palabras de enojo: “Si hoy dejas la Familia Salcedo, ¡no vuelvas nunca más!”

Orson se detuvo por un segundo, con una expresión oscura y enojada, y sin volver la mirada, se marchó.

Mirando la figura de Orson alejándose, Marisa abrió los ojos de par en par, ¡no podía creer que Orson realmente se atreviera a dejar la Familia Salcedo!

Fue solo cuando el carro de Orson se alejó de la casa de la Familia Salcedo que Marisa reacciono. ¡Orson realmente se había ido!

Marisa, enfurecida, dio una patada al suelo y dio unos pasos en círculos, su propio hijo la había llevado al límite de la ira.

“¿Qué, te crecieron alas o qué? ¡Vamos a ver hasta dónde puedes volar! Sin plata, vas a tener que volver,” murmuró Marisa para sus adentros. Acto seguido, sacó su teléfono y llamó al banco para congelar todas las tarjetas de Orson.

Orson manejaba alejándose de la casa de los Salcedo, con la intención de descansar en un hotel. Pero al llegar, cuando intentó pagar, se enteró de que sus tarjetas estaban bloqueadas.

No necesitó pensar mucho para darse cuenta de que este era un truco de su madre, Marisa.

¿No era eso lo que ella quería, forzarlo a volver?

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