Switch Mode

¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1482

Capítulo 1482

Elia agachó la cabeza y miró su maleta, sintiendo un nudo en el corazón.

Había pensado que podría estar al lado de Asier tan pronto como despertara, cuidándolo y hablándole sin

parar.

Quería contarle cuánto había esperado a que él despertara en esos tres años y cuánto deseaba hablar sobre su futuro juntos.

Pero jamás imaginó que, nada más despertarse, Asier la echaría.

Incluso se negaba a verla.

Elia quería entrar y preguntarle por qué hacía todo eso, pero los guardaespaldas la impedían el paso con firmeza, impidiéndole el paso. Por más que tuviera miles de preguntas en su interior, no podía hacerlas.

Elia no tuvo otra opción que alejarse de la Villa Serenidad, arrastrando su maleta con una cara de decepción. En el camino hacia Puerto de Estrellas, Elia reflexionó bastante. Todos los momentos que había cuidado de Asier durante esos tres años volvieron a su mente.

Con cada recuerdo, recordaba las palabras que Asier dijo antes de caer inconsciente: “A partir de ahora, estamos a mano, no nos debemos nada“.g2

Al pensar en esas palabras, el corazón de Elia se paralizó.

De repente comprendió por qué Asier la había echado.

Él ya lo había dicho hace tres años: estaban a mano.

Si no se debían nada, no había necesidad de verse.

En ese momento entendió el poder devastador de aquella frase. Elia le había dicho algo similar a Asier muchas veces; cada vez que él escuchaba esas palabras, debía sentirse tan herido como ella en ese momento.

Asier la había forzado a casarse con él, mientras que Elia lo culpaba por la muerte de su madre, insistiendo en marcar una línea entre ellos, para nunca más cruzarse en la vida.

Quién iba a decir que Asier usaría su propia vida para salvarla.

En un momento, Elia no sabía si culparlo por castigar a Gabriel sin importarle la vida de su madre, o agradecerle por el resto de su vida por haberla salvado.

Las deudas y rencores entre ella y Asier eran tan complicados que no podían desenredarse.

Cuando Elia regresó a su hogar en la mansión de Puerto de Estrellas, la sensación de soledad y desolación

la envolvió. La vivienda era espaciosa y luminosa, pero estaba llena de una soledad infinita.

Incluso respirar se volvía difícil.

Sentada en el sofá, Elia se quedó absorta en sus pensamientos, sin saber qué hacer. Se sentía vacía, tan pesada que parecía hundirse.

Antes vivía en una humilde

Casa de alquiler de apenas sesenta metros cuadrados con sus cuatro hijos y Rosalinda. Era una vida llena de dificultades y mucho estrés, pero también llena de alegría.

Por lo menos siempre tenía energía y motivación.

Pero en ese momento, se sentía tremendamente vacía. Su madre había muerto, sus hijos fueron enviados a

1/2

una escuela militar por Benjamín, y no podía verlos. Solía ocuparse de Asier cada día, pero ahora que Asier había despertado, ya no la necesitaba.

Se sentía como una pieza descartada del juego, perdiendo de golpe toda dirección y esperanza.

La desorientación y la desesperación la inundaron.

Justo cuando Elia estaba sumida en su tristeza, su teléfono sonó, rompiendo el silencio. La melodia del teléfono la sacó de su melancolía. Sacó el móvil del bolsillo y al ver que la llamada era de Jimena, deslizó rápidamente para contestar, respiró hondo y con voz preocupada dijo: “Jimena, ¿cómo te sientes ahora, estás mejor?”

apitulo 1483

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset