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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1462

Capítulo 1462

Jimena siempre tuvo temor de que sus padres terminaran cargando con sus responsabilidades, y eso la hacía sentirse avergonzada. Elia se lo explicó a Daniel.

“Pero qué tiene, si son sus propios padres, no son unos extraños de la calle.” Daniel no entendía.

Jimena era hija única, por lo que sus padres solo la tenían a ella. Aunque hacía tres años que Jimena se había peleado con ellos por no querer casarse con un pretendiente que le presentaron ellos. Daniel siempre intentaba hacer entrar en razón a los padres de Jimena. Ellos ya la habían perdonado y querían que regresara a casa, pero por orgullo no se habían acercado a ella.

¿Podría ser que Jimena realmente había pasado tres años sin hablar con sus padres? ¿Que no les había dejado saber que tenía dos hijos ni les había permitido ser parte de la vida de los pequeños?

“Jimena parece despreocupada, pero simplemente es una chica muy orgullosa. Yo también le he dicho que visite a sus padres de vez en cuando. Cuando esté lista, volverá, es cuestión de tiempo,” comentó Elia.

Daniel abrió la boca para decir que se había encontrado con Orson, pero al final pensó que no valía la pena mencionarlo y se quedó callado.

Al día siguiente, Elia madrugó, se arregló y le pidió a Fabio que ordenara en la cocina preparar un montón de platillos deliciosos para recibir a los invitados.

Ese día, el Dr. Díaz vendría a Villa Serenidad para atender a Asier.

No había sido fácil convencer al Dr. Díaz para que viniera a tratar a Asier, así que no podían darle una mala impresión.g2

A las ocho de la mañana, el Dr. Díaz llegó puntual y Elia lo recibió con cortesía: “Dr. Díaz, qué bueno que llegó. ¿Ya desayunó? Si no, debería comer algo primero.”

Tras decir eso, Elia le hizo una seña a Fabio, quien se apresuró a intentar tomar el maletín médico que el doctor traía al hombro.

Fabio apenas extendió la mano cuando el Dr. Díaz dio un ligero paso hacia atrás, era una señal suficiente para dejar clara su negativa.

Con un gesto de incomodidad, Fabio bajó la mano, manteniendo la sonrisa cortés: “Por aquí, por favor, Dr. Díaz.”

El doctor miró a Fabio y luego a Elia, diciéndole a esta última: “Ya comí, no hay que hacer tanto alboroto. Prometí que hoy vendría a ver a tu esposo y no pienso perder tiempo. ¿Dónde está?”

El Dr. Díaz se refería a Asier como el esposo de Elia, y para facilitar el tratamiento, ella nunca había aclarado que en realidad no estaban casados.

Siempre había aceptado esa denominación..

Viendo la disposición del Dr. Díaz, Elia no quiso insistir más y dijo: “Está arriba, lo llevaré con él.”

Elia acompañó al Dr. Díaz hasta la habitación de Asier.

Asier llevaba tres años postrado en su cama, pero siempre estaba impecable gracias a los cuidados de Elia. Ella misma le daba de comer, por lo que no había adelgazado, seguía robusto, pero sin despertar del coma.

Asier estaba vestido con un pijama de seda gris oscuro, yacía en la cama con un porte regio y

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distinguido que aún imponía respeto.

Sin embargo, su piel antes bronceada, ahora tenía un tono pálido que añadia un aire de frialdad y preocupación.

Un color tan blanco en la piel no es una buena señal; indica que algo no va bien.

El Dr. Díaz colocó su maletín en una silla cercana y tomó la mano de Asier para tomarle el pulso.

Mientras el doctor estaba concentrado, Elia se quedó a un lado, casi sin respirar, para no interrumpir.

El silencio sepulcral de la habitación fue interrumpido por unos pasos firmes en la puerta. Elia se giró y vio a Benjamín entrar con un abrigo color camello. El rostro de Benjamin estaba serio y sus ojos agudos como los de un halcón. Tenia una mirada que expresaba autoridad.

Capítulo 1463

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