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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1390

Capítulo 1390

Elia sintió como el peso de la mirada de Benjamin caía sobre ella, tan afilada como la de un halcón. Bajó la cabeza, consciente de su desaprobación,

Ella sabía que Benjamin la detestaba profundamente.

A pesar de que su presencia seguramente lo hacia maldecirla en silencio, Elia no tenía otra opción. No podía abandonar a Asier a su suerte.

“Benjamin, quiero presentarte a alguien. Esta es mi hija, quien se hace llamar Elia por ahora. Pronto, planeo que tome mi apellido,” dijo Maximiliano, ignorando por completo el semblante oscuro de Benjamín y presentándola con una cordialidad forzada.

La intervención de Maximiliano alivió la tensión de Elia, quien rápidamente levantó la vista para encontrar la mirada amistosa de un viejo aliado. Esa mirada era tan cálida que nadie querría romperla.

Y menos aún Benjamin.

Él habia venido en persona para recibir a Maximiliano.

Las familias habían sido amigas por generaciones. Si una disputa por una mujer rompiera esa amistad, sería una traición a la hermandad forjada por sus ancestros.

La mirada incisiva de Benjamín se desvió de Elia y al posarse en Maximiliano, se suavizó con una falsa amabilidad.g2

“Maximiliano, en estos tiempos hay muchos estafadores sueltos. No solo engañan con el corazón, sino que también fingen lazos familiares. Espero que no te dejes engañar,” advirtió Benjamín, sin sorprenderse por la presentación de Elia como la hija de Maximiliano. En vez de eso, le aconsejó con calma que tuviera cuidado con los impostores.

No creía ni por un segundo que Elia fuera realmente hija de Maximiliano.

Esa mujer, con sus trucos y su astucia, no solo había confundido a Sergio, sino que también tenía a Asier dando vueltas en círculos.

La familia Griera le había prohibido terminantemente cualquier contacto con ellos.

Y ahora Elia había buscado a Maximiliano para intentar engañarlo también.

Era aterrador.

Incluso el mero atisbo de Elia en la periferia de la visión de Benjamín estaba lleno de hostilidad y repugnancia.

Al escuchar las palabras de Benjamín, las manos de Elia, que colgaban a los lados de su cuerpo, se apretaron en un puño. Ella podía detectar la insinuación: que era una estafadora intentando hacerse pasar por la hija de Maximiliano.

Maximiliano sonrió ligeramente y le dijo a Benjamín: “Tienes razón, Benjamín. De hecho, recientemente me crucé con una estafadora que, con una perla en la mano, insistía en ser mi hija. Afortunadamente, no soy tan ingenuo como para caer en sus palabras.”

Elia miró a Maximiliano sorprendida.

¿Él había conocido a Vania?

Si alguien había ido con una perla a buscarlo, solo podía ser Vania. La perla que llevaba colgada al cuello había sido robada por ella.

Pensó que Vania podría haber encontrado alguna artimaña, pero Maximiliano la había descubierto como una farsante al instante.

“Maximiliano, no te confundas, no quise decir que fueras ingenuo,” intentó aclarar Benjamín.

“Sé que no estabas refiriéndote á mí. No me lo he tomado a mal. Vamos adentro y te contaré todo con calma,” propuso Maximiliano, mientras ayudaba a Benjamín a caminar hacia la casa.

Tras dar unos pasos, no olvidó girarse y decirle a Elia: “Apúrate, no quiero tener que esperarte.”

La invitación de Maximiliano sorprendió a Elia, que solo se detuvo por un segundo antes de apresurarse a seguirlos.

Capítulo 1390

En ese momento, ella lo entendió todo.

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