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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1382

Capítulo 1382

Vania escuchaba las palabras de Maximiliano, y de repente, como si le cayera un rayo, entendió algo crucial.

Había movido cielo y tierra, aprovechandose de sus contactos para buscar noticias de Maximiliano, pero todo había sido en vano.

Hoy, de la nada, una amiga le comentó que Maximiliano estaba tomando café en esta cafetería y ella no pudo resistirse y vino corriendo.

Pensó que era porque esa amiga tenia una buena relación con ella y había conseguido un contacto con Maximiliano, quien le había informado primero a ella.

¿Pero quién iba a imaginar que Maximiliano había soltado esa información a propósito, solo para que ella supiera que estaba en la cafetería tomando café?

Vania no comprendía la jugada de Maximiliano, se sentia inquieta, pero aun así, le pregunto con duda: “¿Por qué?”

“Querías encontrarme no solo para mostrarme la perla, sino también para decirme que eres mi hija, ¿verdad?” Maximiliano levantó la mirada, y esos ojos que antes destilaban una nobleza serena, ahora reflejaban la astucia de un magnate de negocios.

Vania se sintió intimidada por esa mirada tan penetrante, había pasado tres días preparándose

mentalmente para este encuentro..

Pero en ese instante, con solo una mirada de Maximiliano, todas las defensas que había construido en su mente se derrumbaron.g2

Bajo la intensa mirada de Maximiliano, ella desvió la vista, balbuceando: “Yo, claro que soy tu hija… Maximiliano soltó una risita: “Lástima que yo solo quiero la perla, no estoy buscando una hija. Si tu madre traicionó a su esposo, creo que es mejor mantener todo esto en secreto. De otro modo, tú y tu madre podrían acabarse sin hogar, y eso sería una verdadera pérdida.”

Dicho esto, Maximiliano se levantó para irse.

Vania se quedó helada, con los ojos desorbitados y la respiración agitada.

Ella había traído la perla para ser reconocida como la hija de Maximiliano, ¿y él qué decía? ¿Que solo quería la perla y no una hija?

¿Y encima la amenazaba con echarlas a ella y a su madre si seguia insistiendo?

¿Cómo podía ser así?

¿Por qué los movimientos de Maximiliano eran tan distintos a lo que ella había imaginado?

Rebelde, Vania corrió hacia la puerta para bloquearle el paso, preguntándole con desesperación: “¿Por qué no quieres una hija?”

“Lo que yo quiero es una hija de verdad, con la que comparta sangre, no una impostora como tú.” Maximiliano perdió la paciencia y la miró fríamente antes de rodearla y marcharse.

Maximiliano ya no jugaba al gato y al ratón, había dejado claras sus intenciones.

Vania se quedó

con la mente en blanco y el cuerpo tembloroso.

¿Maximiliano sabía que ella estaba fingiendo?

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Capitulo 1382

Entonces, ¿él había esparcido el rumor y mandado a alguien a decirle que estaba en la cafeteria solo para que ella le llevara la perla voluntariamente, para ponersela en sus manos?

Vania entendió el verdadero propósito de Maximiliano y la furia la deformó, pateando el suelo con rabia. ¡Había caido en la trampa de Maximiliano!

¡Él era verdadero zorro viejo en el mundo de los negocios!

Él no había tenido que mover un dedo, simplemente la habia utilizado para que ella misma le devolviera la perla.

Era su propia avaricia la que la había llevado a no analizar cuidadosamente las intenciones de Maximiliano y a llevarle la perla sin más.

Y pensándolo bien, ella había robado la perla de Elia, y Rayan también había estado presente. Habían pasado tres días y ni Rayan ni Elia habían venido a reclamarla.

Era como si nada hubiera sucedido.

Considerando que Rayan conocía a Maximiliano, seguramente ya le habia informado que ella había robado la perla.

Ella era demasiado impaciente, demasiado impulsiva con un deseo ardiente de usurpar el lugar de Elia, de convertirse en la hija de Maximiliano, Pensaba que, robando la perla y confiando en su labia, podría engañar a Maximiliano.

Su ansia por el éxito rápido la hizo perder la cordura, y así, como una marioneta en manos de otros, fue utilizada por ellos.

Vania, cuanto más lo pensaba, más furia sentía. Su pecho se agitaba con violencia y sus puños se cerraban con fuerza, mientras su rostro se torcía en una expresión feroz.

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