Capítulo 1344
Joel corrió rápidamente, empujó con fuerza la pierna de Liuva con su manita y, levantando su cabecita y estirando el cuello, le dijo a Liuva con enojo: “¡No permito que hables mal de mi papå delante de mi
mamá!”
De algún lugar, Iria habia sacado un huevo crudo y, con un lanzamiento certero, lo estrelló en la cara de Liuva. El huevo se rompió y embarró la cara de Liuva por completo.
Iria, con las manos en la cintura y una actitud desafiante, le dijo: “Lárgate, bruja mala, o te seguiré tirando huevos!”
Liuva, con el rostro cubierto de huevo, tembló de furia, se limpió la cara con la mano y miró fijamente a los niños con una expresión torcida y encolerizada.
“¿Acaso merecen una paliza? ¡Cómo se atreven a lanzarme huevos en la cara! ¡lgual que sus madres, engañadas por hombres y dando a luz a bastardos!” Liuva les gritó con furia.
“¡Cállate!”
“Paf!”
Elia, consumida por el odio, con una fuerza que parecia surgir de su tristeza, se abalanzó sobre le propinó una fuerte bofetada en la cara.
Liuva y
Esa bofetada, que fue dada con todas sus fuerzas, hizo que Liuva tambaleara hacia atrás y su cabeza se inclinara hacia un lado.g2
Un zumbido resonó en sus oídos y su mente quedó en blanco.
Sintiendo como si sus tímpanos fueran a estallar, su cara, mezclada con huevo, mostraba la huella de una mano hinchada y roja, torcida y grotesca como la de un cerdo asado.
Liuva se giró, mostrando los dientes y mirando a Elia con odio, su pecho subiendo y bajando con furia mientras extendía sus manos hacia ella, sus uñas parecían garras afiladas listas para herirla.
Elia, ya debilitada por la pérdida de Rosalinda, habia usado todas sus fuerzas en aquel golpe a Liuva.
Ahora su cuerpo se sentia débil, como si fuera a colapsar, y al ver a Liuva acercarse, sus ojos se abrieron de par en par, esperando las garras afiladas en su cuello.
Sin fuerzas para retroceder, su respiración se entrecorto, perdiendo toda esperanza.
Justo cuando las manos de Liuva estaban a punto de alcanzar su cuello, Elia cerró los ojos con dolor.
De repente, un aire frío llenó el espacio y un aroma familiar de sándalo rozó la nariz de Elia.
El dolor que esperaba no llegó y Elia abrió los ojos de golpe.
Frente a ella, una sombra imponente se interpuso, un hombre con una mano deteniendo a Liuva.
El hombre era alto y su presencia intimidante, rodeado de un aura fría y autoritaria.
Su rostro, marcado por rasgos firmes y decididos, era Asier.
Al verlo, el corazón de Elia sufrió un dolor profundo, el aire se volvió cortante, cada respiración era una
agonia
“¿A quién pretendes matar? ¡Primero asegúrate de poder vivir hasta mañana!” La voz de Asier era fría y
llena de ira.
12:44
“Asier, yo… eh…” Liuva, al ver que era Asier, de inmediato cambió su actitud agresiva por una de justificación, pero antes de que pudiera hablar, Asier la pateó en el pecho.
Liuva salió volando como un trapo viejo,
Cayó al suelo con su cuerpo dolorido como si se hubiera desarmado.
Ella frunció el ceño y gateó hacia Asier, apresurándose a explicarle todo, buscando su comprensión: “Asier, solo queria asustarla, no tenía intención de matarla de verdad. Asier, lo hice por tu bien. Cuando Elia intentó matarte, yo arriesgué mi vida para salvarte, estaba dispuesta a morir por ti, ¿no entiendes mis verdaderos sentimientos?”
Asier era un hombre excepcional, un verdadero rey en su esplendor, con riquezas que rivalizaban con paises, era guapo y carismático, con un físico envidiable y una inteligencia desbordante.