Capítulo 1339
Los pequeñines corrian alrededor de Josefina como si fuera un árbol, llenando el campo con sus risas y alegres voces infantiles.
El corazón de Elia, que había estado en vilo, finalmente encontró sosiego.
Por suerte, los niños seguian ahi.
Había ido a la habitación de los niños y al no verlos, el miedo le habia hecho pensar que su corazón no aguantaría.
La noche anterior, Asier había aparecido de improviso, y ella tuvo el terrible temor de que se hubiera llevado a los niños.
“¡Mamá, ya te levantaste!” Inés estaba en el huerto, sosteniendo dos lechugas con sus manitas.
Sus ojos redondos y brillantes se iluminaron al ver a Elia, y la llamó felizmente.
Al oirla, los otros tres pequeñines también levantaron la vista, mirando a Elia con ojos llenos de amor y dependencia.
Esa mirada era más brillante que el sol de la mañana.g2
“Si, vine para ayudarles a cosechar.” Elia se recuperó y camino hacia ellos.
“Elia, ven a llevar a los niños a casa para que se laven las manos, ya casi terminamos de recoger la cosecha. En un momento empezaré a cocinar y podremos comer.” Josefina abrió la puerta de malla del huerto y guio a los niños hacia fuera.
“Mira, mama, ayudé a Josefina a sacar papas, ¿están grandes, verdad?” Iria corrió con sus dos trenzas balanceándose y se acercó a Elia, mostrándole sus manitas llenas de tierra.
“Vaya, Iria ya sabe cosechar papas, qué habilidosa. ¿Y te gusta comer papas, Iria?” Elia limpió con su pulgar una mancha de tierra en la mejilla de Iria.
“Si, me gusta, me encantan las papas. Son lo más rico que hay, se pueden hacer papas fritas, chips, papas a la huancaína, papas al vapor, al horno, puré de papas, hay muchas cosas ricas.”
Iria tenia un sentido agudo para la comida.
Recordaba lo que había comido y cómo se hacia.
Ahora que hablaba de su comida favorita, inclinaba su cabecita con seriedad.
“Claro, después le pediremos a Josefina que nos haga unas papitas fritas, ¿te parece?” Elia le dijo con dulzura.
La presencia de los niños le permitía aliviar temporalmente el dolor por la pérdida de su madre.
“¡Sí, si!” Iria asintió con entusiasmo.
Poco después, Josefina y Elia terminaron de preparar el desayuno, y la familia se sentó junta en la sala.
De repente, apareció un visitante inesperado.
Vania cruzó los brazos sobre su pecho, con una sonrisa en sus labios: “Asi que están desayunando. Ayer lloraban como si el mundo se acabara, y hoy están todos felices y contentos. Parece que Rosalinda era prescindible, después de todo.”
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Capitulo 1339
Esa frase de Vania era como una puñalada en el corazón de Elia.
La mano de Elia que agarraba su tenedor se detuvo en el aire, y con el ceño fruncido, miró a Vania con una mezcla de aguante y furia: “¿Y tú, no te has ahogado en un charco después de un accidente de tráfico? Si no sabes hablar, mejor callate.”
Su madre había fallecido y la familia estaba sumida en el dolor.
¿Acaso no podian seguir con su vida normalmente?
¿Tenían que estar hundidos en la miseria, incapaces de comer, y seguir a Rosalinda a la tumba para satisfacerla?
Vania tenia una lengua venenosa, decía lo que queria sin pensar en los sentimientos ajenos.
“Elia, no te metas conmigo. ¡Ya verás lo que te espera!” Vania soltó un bufido frio y se marchó.
Antes, Sergio la había dejado en un coche en llamas, y justo cuando iba a explotar, Vania se lanzó al río. Mientras estaba pidiendo ayuda, Sergio la ignoraba completamente.
Al final, ella tuvo que salir del agua por su cuenta.
Ese incidente siempre había sido una herida profunda en su corazón, Sergio preferiria verla morir antes de mostrarle un ápice de compasión.
Ella había perdido completamente a Sergio.
En ese momento, en la entrada del pueblo, un Rolls-Royce negro se aproximaba. Al volante estaba Asier, y su destino era la casa de Elia.
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