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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1301

Capítulo 1301

Liuva se calmó un poco después de que sus padres lo convencieran.

Elia salió de la unidad de hospitalización y estaba decidida a que Vicente se revisara la espalda con un

médico.

“De verdad que estoy bien, solo me dolió cuando me cayó el agua caliente, pero ahora ya estoy completamente recuperado.” Vicente no tenía muchas ganas de ir.

“Es mejor que te hagan un chequeo, tú eres el hijo preciado del Grupo Fuentes, ¿qué pasaría si te quedara una cicatriz de la quemadura? Eso seria para toda la vida.”

Elia se sentia culpable; Vicente se había quemado tratando de protegerla del agua caliente.

“Soy hombre, no soy tan delicado. Además, son solo cicatrices; para un hombre no es la gran cosa. Vicente caminaba al lado de Elia y, viendo que ella habia recuperado su serenidad, decidió hacerle la pregunta que llevaba en su mente.

“Es muy extraño, antes si alguien te miraba un poco más de la cuenta, se enojaba como si le hubieran faltado el respeto a su familia, pero hoy, ni siquiera se molestó al verte agarrándome de la mano,” dijo Vicente.

Elia soltó una risita: “¿No escuchaste lo que dijo su abuelo? Tiene una nueva mujer, y es con quien se va

a casar.”

El interés de Asier por ella, finalmente, estaba pasando.g2

Se había cansado de ella y, naturalmente, se había vuelto indiferente. Antes, era solo porque la novedad de su relación estaba en su apogeo que él tenía ese fuerte deseo de posesión.

Ahora que iba a cambiar su objetivo, era mejor así. Ella podría ser libre y vivir su propia vida.

Pero, ¿sus hijos realmente iban a tener una madrastra?

Al pensar en esto, el corazón de Elia se punzaba de dolor.

dijo

“No creo que sea asi, Asier no es de los que anden con

“Vicente. Asier era el más leal entre los cuatro, si no, no se preocuparía por Elia después de un encuentro fugaz y solo una noche de pasión

con ella.

Incluso pensando que Elia estaba muerta, había guardado luto por ella durante cinco años.

“Él siempre ha sido impredecible y dificil de entender, ¿cómo podrías saber qué pasa por su cabeza?” respondió Elia, deteniéndose: “Aquí estamos, hay un médico adentro, entra para que te revise. Te esperaré aqui fuera.”

Charlando, llegaron a la puerta de la consulta.

Vicente la miró y, si se negaba otra vez, pareceria caprichoso, pero aun así que entró a la sala de

consulta.

El médico le pidió que se quitara la camisa.

Al hacerlo, el médico examinó la herida y le dijo: “Tienes ampollas por la quemadura, necesitas aplicarte la medicina a tiempo. Te voy a recetar una crema para quemaduras, úsala como te indico.”

Vicente, como si estuviera poseído, hizo una pregunta: “¿Quedarán cicatrices?”

No es que le importara tener cicatrices, sino que Elia habia mencionado ese tema antes y ahora, de

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