Capítulo 1259
Rosalinda miró con preocupación y pesar las piernas y las manos de Ramiro, y con un suspiro dijo: “La
piema de don Ramiro, fue en aquel viaje al país W, ¿verdad?ando los guardias de Asier la
golpearon? Ay, don Ramiro quiso ayudarnos con toda su buena voluntad, y terminamos causándole este mal.”
“No se preocupe, doña Rosalinda,” la consoló Ramiro.
“No es culpa de ustedes, y además, yo quise ayudarlos, no me obligaron. Mi pierna está herida, pero en unos meses estará mejor. Así que no se sientan culpables.” Ramiro siempre había sido así de amable y tranquilo, dándole a la gente una sensación de comodidad y facilidad en el trato.
A pesar de ser él quien estaba lastimado, se tomaba el tiempo para consolar a los demás.
Comparado con Asier, era como ver dos extremos: uno de bondad y otro de crueldad.
Elia, el día anterior, había dejado caer sin querer un accesorio que casi golpea a Asier, y él sospechó que tenia malas intenciones, que queria matarlo.
No importaba cómo ella explicara, él no le creia.
Pero Ramiro, cuyas piernas y muñecas habían sido heridas por algo que había pasado por culpa de Elia, aun así les ofrecia palabras de consuelo, sin querer que se sintieran culpables.
Eso mostraba la gran diferencia entre las personas.g2
“Don Ramiro, usted de verdad es una buena persona, expresó Rosalinda, agradecida.
En el rostro bondadoso de Ramiro apareció una sonrisa cálida mientras miraba hacia Elia y preguntó:
¿Cómo han venido a parar aquí?”
“Vine de viaje con mi mamá, y justo al llegar, te encontramos. El mundo es tan grande y a la vez tan pequeño, es increíble encontrarnos asi,” respondió Elia.
Ella realmente no esperaba encontrar a un conocido en este lugar.
“Es verdad, encontrarnos asi significa que tenemos una buena afinidad,” dijo Ramiro, de pronto recordó algo y preguntó: “¿Dónde están alojadas? Yo me estoy quedando en ese hotel.”
Señaló con la mano a un hotel no muy lejos del lago artificial y lo presentó.
Elia se sorprendió de nuevo: “¡Qué coincidencia, nosotros también estamos ahi!”
Quién iba a pensar que, sin haberlo planeado, se encontrarían en el mismo lugar y además se alojarian en el mismo hotel.
Si se lo contaran a alguien más, probablemente no lo creerian.
Ramiro sonrió: “Parece que el destino nos une. Oigan, aún no han comido, ¿verdad? Hay un restaurante cerca, ¿por qué no vamos a almorzar juntos?”
Ramiro lo sugeria.
Elia dudó un momento, ya que la última vez que fue a comer con Ramiro, Asier los sorprendió y terminó lastimando la muñeca de Ramiro.
Si por alguna razón se encontraban con Asier otra v
Elia ya estaba traumatizada por él.
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vez…
“¿Qué pasa, tienes miedo de que Asier aparezca de nuevo? Elia, esto es Frondosas, no es la Capital…” Ramiro la miró sonriendo, recordándole con suavidad.
La vacilación de Elia había sido percibida por Ramiro en un instante.
Elia levantó la vista y se encontró con la mirada sonriente de Ramiro, sintiéndose un poco avergonzada. Su temor hacia Asier era demasiado obvio.
Cualquiera podia darse cuenta de lo que le preocupaba.
Sin embargo, Ramiro tenía razón, estaban en Frondosas, no en la Capital. ¿Cómo podría aparecer Asier alli?
Ella y su madre, de hecho, aún no habían comido, y un encuentro con tanta casualidad bien podría celebrarse con una comida.
“Está bien, vamos a almorzar juntos, aceptó Elia. “Esta vez yo invito, no me vas a quitar la cuenta.”
Ramiro sonrió y dijo: “Por fin dices eso, ya era hora de que me invitaras.”
Hablaba con ligereza, sin presionar a Elia, como si fueran viejos amigos que se conocían de mucho. tiempo y no había distancia entre ellos.
Al ver a Ramiro tan relajado, Elia también se calmó y dijo: “Si querías que te invitara, deberías haberlo dicho antes. Soy un poco lenta para darme cuenta de las cosas, si no me lo dices, no sé qué piensas.”
“¿Como cuando te digo que me gustas y tú no te das cuenta?” Ramiro dijo de repente, en tono de broma.
Sin embargo, la sorpresa era palpable.