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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1228

Capítulo 1228

Esa noche, en el bar.

Jimena estaba sola con su trago, observando cómo los demás se contoneaban al ritmo frenético de la música, bailando danzas que no tenía nombre.

Luces rojas y verdes pasaban sobre su rostro mientras sostenia su vaso de bebida, mirando con ojos vidriosos a aquellos que se dejaban llevar por el ritmo envolvente.

La mayoria de los que venian al bar eran jóvenes, buscando un escape de la presión de la vida diaria.

Otros venían con el corazón lastimado, en busca de desahogo.

Jimena pertenecía a ese último grupo.

Se sentía sofocada, demasiado frustrada.

Su-vista, que se perdia en el frenesi de la pista de baile, fue bloqueada por la silueta de un hombre alto y apuesto. Ya no podia ver a los bailarines, solo la camisa color beige del hombre que interrumpia su diversión.

A punto de tomar un sorbo de su bebida, con los ojos entrecerrados y llenos de confusión, vio aquel rostro atractivo con ojos almendrados que seducian como los de un zorro. Lo observó con más detenimiento.g2

La luz neón del bar se reflejaba en sus ojos ambar, deslumbrantes como si quisieran robar el alma de quien los mirara

Con solo una mirada, el corazón de Jimena se agitó violentamente, su pulso sereno fue invadido por un torrente de vida, latiendo con fuerza repentina

“Me llamaste para venir y te pones a beber sin esperarme, ¿no conoces las reglas de cortesía?” Orson la miró con sorpresa al verla levantar la vista. Sus ojos, ya grandes y redondos, se abrieron aún más al verlo.

¿Acaso no fue ella quien lo llamó?

El bullicio del bar amortiguaba la voz de Orson.

Pero Jimena lo escucho, estaba consciente de que se habia quedado mirándolo fijamente, rápidamente desvió la mirada.

Bajo los ojos para ocultar su desconcierto y tomó un trago de su bebida, sus pestañas ocultando las emociones que yacian en sus ojos: “Siéntate, tenemos que hablar.” Dijo ella.

Orson se sentó con las piernas cruzadas, apoyando los brazos en las rodillas, con un aire despreocupado.

Orson dijo. Te estaba hablando, ¿no me escuchaste?” Aún se veía molesto por el asunto de la cita a ciegas de Jimena y buscaba picarla.

La frustración que Jimena tenía contenida estalló de repente, colocando su vaso en la mesa con fuerza y mirando a Orson con enojo mientras decia: Tienes razón, solo soy una persona común, criada desde pequeña entre la gente sencilla, no entiendo las reglas de tu mundo de privilegios.”

Orson frunció el ceño ante su repentina ira, su expresión se oscureció y dijo: “¿Qué estás diciendo? ¿Acaso eso es lo que quise decir?”

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Solo queria llamar su atención, que lo esperara para beber juntos ¿Cómo era que ella no entendia y llevaba la conversacion a un tema de diferencias sociales?

La ira de Jimena seguia latente y dijo: “No me importa lo que quieras decir, Orson. Pareces decente. pero ¿por qué tienes que ser tan desagradable? ¿Te gusta provocar?”

Orson frunció el ceño, su rostro se endureció aún más, y dijo: “Jimena, no te pases, no pienses que no puedo ponerme serio contigo.”

“¡intentalo, a ver qué puedes hacer! ¿Qué más vas a sacar aparte de tonterias? Jimena estaba algo

ebria, con la cabeza dando vueltas.

Sus palabras eran afiladas y llenas de doble sentido.

Orson se tenso, sus manos se apretaron sobre sus rodillas y la miró con una paciencia forzada.

¿Cómo podía esa mujer decir cosas tan hirientes?

¿Qué él era insuficiente? Siempre se habia enorgullecido de si mismo, era la primera vez que alguien decía que no era lo suficientemente varonil.

¡Jimena, realmente sabes cómo enfurecerme!

Orson estaba genuinamente enojado y se sentía bloqueado por dentro.

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