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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1136

Capítulo 1136

Al lado, Elia también noté lo que estaba sucediendo delante de ellos Orson, que siempre había sido un hombre encantador y despreocupado, estaba siendo tratado como un niño con su madre torciéndole la oreja. Lo peor era que él no podia enojarse, solo suplicar clemencia

Jimena no podia contener su alegría al ver la escena, y Elia también estaba disfrutando de la escena. En el rostro de Elia, que un momento antes estaba amargo, apareció una ligera sonrisa.

Al ver a Jimena y Elia riéndose de él, Orson se sintió aún más avergonzado y su expresión se oscureció Se dirigió con seriedad a su madre, Marisa, y dijo: “Mamá, si no me sueltas pronto, me voy a enojar de

verdad

¿Acaso deberia temer tu enojo?” respondió Marisa, con una mano en la cintura y la otra aún en la oreja de Orson, quien no tenía más remedio que mantenerse inclinado bajo su agarre

Marisa dijo con cierta con imitación: ¿Ahora te preocupa tu dignidad? Cuando andabas de coqueto por ahi, metiéndote con cualquiera, no pensaste en el honor de tu familia?”

Al decir eso, Marisa lanzó una mirada despectiva hacia la mujer que estaba al lado, estaba claramente molesta. Esa mujer, que antes disfrutaba del afecto de Orson, lucia radiante y feliz, en ese momento, al ver que Orson estaba siendo reprendido, se quedó sin palabras, esperando aún la oportunidad de pasar la noche con él.

Después de ser confrontada por Marisa, la mujer palideció, echó un vistazo alrededor, notando que todos se reian de ella, y se fue avergonzada.

Tu mujer se fue, ¡ven conmigo!” Marisa le dijo a Orson, soltando su oreja y caminando decidida hacia afuera.

Orson se tocó la oreja en señal de dolor y sin querer echó una mirada a Jimena, quien apoyaba su barbilla con las manos y sus ojos brillaban con picardía. Estaba claramente disfrutando del espectáculo.g2

Al ver a Jimena tan ajena a la situación, Orson sintió una opresión en el pecho.

Una vez que salieron del bar, los clientes que habian disfrutado del espectáculo continuaron bebiendo y

riendo.

Jimena le dio un codazo a Elia y con un tono de chisme, comentó: ¿Qué crees que le pasará a Orson?”

“Eso se llama el armor de madre, exige pero también duele. ¿Qué más va ser? Lo llamaran a casa para un matrimonio arreglado.” Elia tomó un sorbo de su jugo.

Ella podía ver que cuando Marisa le torcia la oreja a Orson, era más para mostrar a las mujeres del bar que realmente no queria castigar a su hijo.

Jimena, que había pensado que Orson sería severamente castigado en casa, perdió interés al escuchar a Elia y su sonrisa se desvaneció: “Qué aburrido, un mujeriego como Orson deberia ser castrado”.

Elia casi se atragantó con su jugo y no podía dejar de teir ante el comentario.

Se apresuró a tomar una servilleta y limpiarse la boca, mirando a Jimena sorprendida “¿Siempre hablas asi de directo?” Preguntó ella.

“Estoy diciendo lo que siento.” Respondió Jimena

“Cálmate, todos nos están mirando. Elia le señaló, mirando alrededor.

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Capitulo 1136.

o su turno de

Jimena echó un vistazo y, efectivamente, todos la miraban con curiosidad. ¿Había llegado ser el centro de atención?

En silencio, Jimena tomó el jugo y dio un sorbo.

Elia observó cómo su amiga tomaba su bebida, y aunque parecía despreocupada, claramente tenía la mente en otro lugar.

Fuera del bar, Orson alcanzó a Marisa, que caminaba a paso ligero.

“¿Qué es lo que quieres hacer?”, le preguntó.

“Hablaremos en casa.” Respondió Marisa.

Orson insistió. “Hablemos aquí y ahora, no volveré a casa hasta que me lo digas.”

Marisa se detuvo, se giró y miró a su hijo con frustración: “Tu abuelo ha vuelto del extranjero, le dio un ataque al corazón y quiere que te cases pronto para darle bisnietos.”

“Dile al abuelo que prefiero morir antes que casarme con Priscila.” Orson tenía su propia terquedad.

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