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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1103

Capítulo 1103

El conductor manejaba con nerviosismo, concentrándose al máximo para no cometer ningún error.

Por otro lado, después de colgar el teléfono, Elia se sintió mucho más relajada sin la opresiva presencia de Asier. Sabia que estando embarazada, él no podia hacerle nada, asi que decidió aprovechar la oportunidad para hacerle sentir algo de la presión que ella habia soportado

En cuanto a las consecuencias que tendria que enfrentar después de dar a luz, eso era algo de lo que se preocuparía más adelante. Por ese momento, su objetivo era desahogarse

“Elia, los fideos ya están listos, ven a comer”, dijo Rosalinda mientras sacaba del fuego una olla de tortilla con salsa de tomate y huevo. Su rostro irradiaba una sonrisa llena de ternura.

Elia se volteo y al ver la expresión bondadosa de su madre, respiró profundamente para liberar toda la incomodidad que llevaba dentro. Donde estaba su madre, habia calidez. No valia la pena perturbar esa paz por otras preocupaciones.

“Ya voy”, respondió Elia, levantándose para acercarse a la mesa. Inhaló el aroma de las tortillas, sonrió y dijo: “¡Qué delicia! Solo mi mamá puede cocinar deliciosos como estos. Fuera de casa, es imposible encontrar algo tan sabroso”.

Rosalinda, halagada por las palabras de su hija, intentó mantener la humildad mientras la regañaba juguetonamente: “Ahí estás con tus halagos. ¿Acaso no hay chefs allá afuera que puedan preparar algo mejor que esta simple cocinera?”

“Pero claro que no”, insistió Elia, sus ojos brillando con picardia, “No hay nadie cocina como tú, mama”.

“¡Ay, tú e Iria son tan parecidas!” exclamó Rosalinda entre risas. “Vamos, come antes de que se enfrie”.g2

“Está bien”, dijo Elia, empezando a devorar la tortilla con gusto.

Había dado apenas un par de bocados cuando el timbre de la puerta sono, interrumpiendo su cena. “¿Quién será a estas horas?”, se preguntó en voz alta, con una expresión de alerta. Después de tantos incidentes, ni Elia ni Rosalinda se atrevían a abrir la puerta sin precaución,

Ellas vivían en Puerto de Estrellas, un lugar donde pocas personas conocían su dirección. Además, no esperaban visitas a esa hora.

¿Podría ser que Gabriel hubiera encontrado su dirección y habia venido a buscarlas?

Al pensar que podría ser Gabriel, el corazón de Elia se encogió y se preparó para lo peor.

Rosalinda parecía haber llegado a la misma conclusión, su expresión relajada se transformó en pánico. “¿Qué hacemos…?” murmuró, temblando.

Al ver a su madre con esa actitud, Elia comprendió que Rosalinda aún no había superado el trauma de haber sido agredida por Gabriel. Si el video salia a la luz o si el incidente se esparcía, Rosalinda no soportaria la presión y podria tomar decisiones precipitadas.

Para evitar eso, Elia había estado luchando con todas sus fuerzas, incluso mintiendo y engañando a Asier para mantener el secreto a salvo.

Elia tomó la mano de su madre y trató de transmitirle tranquilidad y seguridad: “Mamá, no te preocupes. Siéntate, yo voy a ver. La puerta tiene una mirilla, puedo chequear quién es. Si no queremos abrir, no lo haremos. Todo estará bien”.

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Rosalinda se calmó un poco y se sentó, aunque sequia inquieta mientras el timbre sonaba de nuevo

Elia llegó a la puerta, su corazón estaba latiendo con fuerza en la quietud de la noche ¿Quién podia ser a esas horas?

Temía que fuera ese Gabriel a quien odiaba hasta muerte.

Con cautela, se puso de puntillas y miró a través de la minilla. Alli estaba, una cara con rasgos marcados y ojos oscuros como estrellas en la noche, con su caracteristica mirada penetrante y profunda.

Al reconocer quién era, el corazón de Elia dio un vuelco

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