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¡Domesticame! Mi pequeña y gran Elia 1091

Capítulo 1091

Asier era demasiado poderoso, ella simplemente no podia enfrentarse a su fuerza y su dominio.

Enfrentarlo solo le traería dolor y heridas por doquier; su única opción era humillarse y rogarle que perdonara a su madre.

Habia luchado con todas sus fuerzas para proteger ese secreto, pero él lo descubrió sin esfuerzo, como si ella hubiera tejido un capullo alrededor de sí misma y de su madre para protegerlas.

Pero la cáscara del capullo fue destrozada por él sin dificultad, dejándola expuesta y desnuda ante el aire, confundida, indefensa y desesperada.

Asier la miraba fijamente con desdén, con su rostro severo y frío, como si quisiera ver hasta el fondo de su alma a través de sus claros ojos.

Elia sentia pánico en su interior, temblaba con cada respiración, y justo cuando cerró los ojos en desilusión, la voz baja y magnética de Asier resonó.

“Puedo guardarte el secreto, ¿qué me vas a dar a cambio?”

Elia se sobresaltó, abrió los ojos y lo miró fijamente. Esa mirada era tan penetrante que chocó con la profundidad de sus oscuros ojos, que desprendían un aura peligrosa que parecía corroerlo todo.

El corazón de Elia se saltó un latido. Nadie conocía mejor que ella esa mirada codiciosa de Asier; podial ser devorada por él en cualquier momento.g2

Con el corazón desbocado, Elia tragó saliva y dijo: “¿No es suficiente beneficio si tengo un hijo tuyo?”

“Me refiero a ahora.” Su voz era baja y ronca mientras su nuez del cuello se movía con cada palabra.

Elia entendió lo que quería decir. Era mejor tomar la iniciativa que dejar que él se volviera lo enderezo, rozó sus labios con los de él en un breve beso y luego lo empujó diciendo: “Ahi ti beneficio.”

Antes de que pudiera retirarse, Asier la agarró firmemente por la nuca, levantó su cabeza y autoridad, apoderándose de su boca.

“Mmm…” El aliento de Elia fue robado, y en el instante en que sus labios y dientes fueron su fuerza, sintió un cosquilleo eléctrico que se extendía por todos sus sentidos.

La respiración cálida y poderosa de Asier inundaba su nariz, ocupando todo su ser.

Ese beso era fuerte y desenfrenado, como si quisiera fundirla en su cuerpo.

Al principio, Elia pensó en resistirse, pero poco a poco su cerebro se quedó sin oxigeno y su cue ablando, dejándose llevar por la confusión.

El beso de Asier se volvió gradualmente más suave, hasta que ella no pudo respirar y él finalmen soltó. Sus labios se movieron hacia su oido, su aliento entrecortado le acariciaba el lóbulo mient decía: “No tienes que engañarme si quieres esconder algo…”

Su aliento era caliente y voz evocaba dominio. Elia se encogió por el cosquilleo en su cuello, abra involuntariamente su espalda mientras su voz temblaba ligeramente: “No tuve elección…”

Los labios húmedos de Asier besaban suavemente su piel, desde su oreja hasta sus labios rojos e inflamados por los besos, como si estuviera jugueteando con ella.

Su voz ronca como las olas decía: “Tu madre y Gabriel siempre han tenido esa relación, ¿por qué te

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esfuerzas tanto en ocultarlo?”

Al oir sus palabras, el cerebro nublado de Elia se electrificó, despertando de golpe y sus ojos se abrieron de repente.

Su corazón se hundió.

Un frío intenso brotó desde lo más profundo de su ser dejando sus extremidades heladas.

Asier realmente lo veia de esa forma, creía que su madre y Gabriel siempre habían tenido esa relación, que cualquier cosa que sucediera no era sorprendente y era merecida.

En el fondo, el despreciaba a la madre de Elia.

Ella tomó su rostro entre sus manos, apartándolo para que dejara de besarla, y lo miró con claridad y tristeza en sus ojos.

“Mi embarazo es delicado, no debo someterme a tanto estrés. Mejor vete, los pequeños te están esperando.”

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