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Boda Relampago: El Lazo Inesperado Capítulo 714

Capítulo 714

Las dos viejitas se paraban a cada lado de la puerta, estirando mucho el cuello, pegadas al marco para escuchar.

Si ella no hubiera abierto la puerta con mucho cuidado, seguro se hubieran caido por perder el equilibrio.

A su edad, una caída fuerte podría ser fatal.

Solo de pensar en eso, Carla sentía un miedo terrible.

Pero las viejitas actuaban como si nada hubiera pasado, “Carlita, tú y Enzo aún no se han ido a dormir, ¿verdad? Hicimos jugo, ¿quieren bajar a tomar un vaso? ¿O preferirian que se los subamos?”

Las viejitas querían ver a sus nietos con desesperación, ella podía entenderlo. No le importaba cuánto alborotaran, pero no podia permitir que hicieran nada peligroso.

No podía soportar más el dolor de perder a un ser querido.

Les dijo seriamente, “Abuelas, ¿qué están haciendo? A su edad, ¿no podrían tener más cuidado? ¿Qué se supone que haga si se caen y les pasa algo?”

La abuela Luisa se encogió, un poco insegura, “Carlita, yo…”

La abuela Lidia bajó la cabeza, también un poco insegura después de mirar a la joven, “Carlita…”

“No me interrumpan. ¿Han pensado en lo que podría haber pasado si hubiera abierto la puerta de golpe y ustedes no estuvieran bien paradas?”

Las abuelas bajaron la cabeza, como si fueran niñas que habían hecho algo malo, “Carlita, nosotras… nos equivocamos. No te enojes, no nos culpes.

“Saben que se equivocaron, ¿pero no van a cambiar, verdad?”

Las ancianas la miraron de reojo, pero al ver que seguia seria, dijeron, “No te volveremos a hacer enojar, lo prometemos. No haremos nada peligroso de

nuevo.”

Al ver que se arrepentían, se sintió aliviada y suavizó su voz, “Está bien, esta vez las perdono, pero no puede haber una próxima vez.”

Las viejitas asintieron obedientemente, “Haremos lo que tú digas.”

“Bueno, las llevaré a descansar.””

Las ancianas tenían dificultades para moverse, así que vivían en el primer piso.

La joven tomó a cada una de la mano y con mucho cuidado las llevó escaleras abajo.

La abuela Luisa la agarraba fuertemente del brazo, suplicándole, “Carlita, no te enojes con tu abuela, no me ignores, no dejes de quererme…”

Ella apoyó su cabeza en el hombro de la mujer, “Abuela, no estoy enojada con ustedes ni las estoy ignorando, y mucho menos podría dejar de quererlas. Me enojé porque me preocupo por ustedes. Perdi la cabeza y hablé muy fuerte, les pido disculpas. ¿Me perdonan?”

Ambas dijeron al unísono, “Te perdonamos.”

“Gracias, abuelas.” Dijo sonriendo.

La abuela Luisa preguntó de nuevo, “¿Estás enojada conmigo por haber hablado tan fuerte?”

“Abuela, no soy tan sensible. Por favor, tenga cuidado con los escalones, podemos seguir charlando cuando lleguemos al primer piso, ¿qué le parece?” La joven tenia mucho cuidado con cada paso que daba, tenía miedo de resbalar, pero las abuelas parecían no preocuparse y caminaban con paso firme. Cuando finalmente llegaron al primer piso, pudo respirar aliviada.

La abuela Luisa dijo, “Hicimos jugo, ¿puedes tomar un vaso con nosotras antes de irte?”

“Claro.” Dijo abrazando de repente a la abuela Lidia, “Abuela, hace mucho que no duermo contigo, ¿puedo dormir contigo esta noche?”

Si Carla se quedaba a dormir en la casa de la familia Farré, todos asumían que dormiría en la misma habitación que Enzo, asi que no le habian preparado una habitación de invitados.

No es que tuviera miedo de compartir la habitación con Enzo, después de todo, ya habían pasado la noche juntos en el hotel la noche anterior.

Anoche él no se sentía bien, nada pasó entre los dos, pasaron la noche tranquilamente.

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