Capítulo 1757
La reunión de amigas para disfrutar de la compañía, la comida y la diversión siempre hacía que el tiempo pasara volando, y así, en un abrir y cerrar de ojos, ya era de noche.
Pero ellas tenían tanto de qué hablar que nadie quería despedirse.
Entonces Azula decidió que se quedarían a dormir. En una cama grande, las tres personas podían acomodarse.
Carla acababa de lavarse la cara cuando su celular personal vibró debido a un nuevo mensaje de WhatsApp.
Rosa, recostada en una silla, bromeó con pereza, “Ya me lo imaginaba, tu marido no debe estar tranquilo con que pases la noche fuera. ¿Ya te mandó un mensaje comprobar qué estás haciendo?”
Carla estaba algo ebria, y no tenía ganas de mover ni un dedo, “Aunque venga el mismo presidente, hoy me quedo aquí con Azula.”
Azula se acercó y le extendió el celular a Carla, “Aunque te quedes, deberías responderle para que no se preocupe.”
Carla respondió con desdén, “Bah, no tengo ganas de hacerle caso.”
Azula interrogó, “¿Han peleado?“g2
Carla replicó, “Ojalá pudiéramos tener una pelea.”
Azula estaba confundida, “Pero, ¿cómo puede ser bueno pelear?”
Carla frunció el ceño, mostrando su frustración, “Él siempre me cede en todo, siempre me coloca en primer lugar y nunca piensa en sí mismo. Su trabajo es mucho más estresante que el mío, y gana en un mes mucho más de lo que yo gano en un año, pero ni una sola vez me ha dejado preocuparme por los niños. Además…”
Rosa la interrumpió antes de que terminara, “Oye, Carlita, ¿cómo haces para estar siempre presumiendo tu amor?”
Carla se defendió, “No estoy presumiendo, realmente me preocupa. Le he dicho mil veces que sea un poco más egoísta, pero no me hace caso.”
Azula le revolvió el cabello a Carla con cariño, “Conozco al director Farré desde antes que ustedes, ¿quieren saber qué pienso de él?”
Carla se enderezó de inmediato, “Cuéntame.”
Azula empezó, “El director Farré es una excelente persona, y no solo porque te da una vida cómoda, sino porque apoya
tu carrera.
Muchos hombres, especialmente aquellos con una gran actitud machista y sin talento, preferirían tener a sus esposas encerradas en casa, tratándolas como sirvientas gratuitas.
Las amas de casa sacrifican su carrera por la familia, se ocupan de todo, y terminan exhaustas como perros, sin recibir el respeto que se merecen.
Mucha gente todavía piensa que, porque no generan ingresos, las amas de casa solo se la pasan jugando en casa… Solo piensa, en ese sentido, tu marido ya es mejor que muchos otros hombres.”
Carla sabía cuán maravilloso era Alejandro, y eso solo acrecentaba su preocupación por él, “A veces desearía que no fuera tan bueno.”
Rosa preguntó, “¿Qué? ¿Preferirías a alguien como Josef o Mauro?”
Esa mención dejó en silencio a todas, especialmente a Azula, quien al escuchar el nombre “Mauro“, se estremeció
visiblemente.
Rosa, torpemente consciente de su error, miró rápidamente a Carla, quien apretó la mano de Azula, “No tengas miedo, Azula, él no debería poder encontrarnos aquí.”
Azula soltó una risa forzada, “No me importa si viene o no. Si aún quiere llevarme de vuelta, que lo intente. He vivido tres años libres y felices, y eso ya hace que valga la pena haber venido a este mundo.”
Esa conversación llegó claramente a los oídos de Mauro, quien se escondía en una cabaña cercana. En ese momento,
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sintió la sangre de su cuerpo se congelaba.
Antes de encontrar a Azula, él sabía que ella no regresaría con él voluntariamente. Sabía que preferiría que él creyera que había muerto en aquel incendio, sin dejar rastro.
Pero escucharla decirlo en voz alta era como recibir puñaladas directas al corazón.
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