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Boda Relampago: El Lazo Inesperado Capítulo 1725

Capítulo 1725

Al siguiente día, Azula volvió a la universidad en el auto de Mauro.

Llegó temprano, con muchos estudiantes paseaban por el campus. Dondequiera que Azula pasaba, la gente la miraba y algunos murmuraban a sus espaldas.

Confundida, Azula sacó su celular, abrió la cámara y se miró. No había nada extraño en su cara, ¿por qué todos la

miraban de esa manera?

Sin entender lo que estaba pasando, decidió no darle importancia.

Como hacía días que no iba a clases y esa mañana no tenía ninguna, planeaba regresar a su habitación a estudiar.

Pero apenas llegó, escuchó a Isabel y Olivia charlando sobre rumores.

Al ver que Azula había llegado, ambas la miraron fijamente con ojos inquisitivos, como si quisieran descifrarla. “Azula, qué bien guardas tus secretos. Hemos vivido contigo por meses y resulta que nos enteramos de tu historia por bocal de otros.”

Azula no entendía nada, “¿De qué estáis hablando?”

Isabel respondió, “No te hagas la desentendida, ¿acaso no nos consideras tus amigas?”g2

“De verdad no sé de qué hablan,” insistió Azula.

Olivia le mostró una foto en su celular, “Míralo tú misma.”

Al verla, Azula se dio cuenta de que era una foto del funeral del padre de Mauro, y ella estaba justo a su lado. Cualquiera podría deducir que su relación con Mauro era especial.

Ahora sería difícil para Azula seguir ocultando su identidad.

Isabel insistió, “Confiesa de una vez, no nos sigas ocultando cosas.”

“Las cosas no son como ustedes piensan,” explicó Azula.

“¡La foto te muestra a su lado, es una evidencia irrefutable!”, exclamó Olivia, impaciente.

Después de compartir tanto tiempo juntas, Azula sentía cariño por ellas y decidió contarles la verdad, “Todo fue arreglado por nuestras familias, no hay sentimientos entre nosotros.”

“Así que tu relación con Mauro tiene la bendición de ambos padres, y tú eres su prometida oficial,” dedujo Isabel.

“¿Eso fue lo que dije?”, preguntó Azula.

Isabel y Olivia no se preocupaban por los detalles, preferían interpretarlo a su manera.

“Ahora entiendo por qué Helena buscaba problemas contigo, quizás sabía que eres la prometida oficial de Mauro. ¿Cómo iba a competir con la verdadera prometida?”, reflexionó Olivia.

“Ya no hablemos de esto. Quiero estudiar un rato,” pidió Azula.

“Puedes dejarlo, pero ya todo el campus lo sabe. Dudo que puedas estar en paz a partir de ahora”, dijo Olivia.

Azula solo suspiró.

En ese mismo instante, alguien tocó a la puerta.

Isabel, que estaba más cerca, la abrió y encontró a varias chicas afuera, “¿A quién buscan?”

Isabel no conocía a ninguna de ellas.

Antes de que pudiera darles paso, ya se habían colado en la habitación, “Vinimos a ver a Azula.”

Las chicas, bastante entrometidas, se acercaron a Azula, “¿Eres la prometida de Mauro?”

“Azula, quién lo hubiera pensado. Por eso Mauro aclaró que Helena no era su novia, todo para despejar el camino para su prometida oficial.”

“Mauro te cuida tanto, qué suerte tienes.”

“Si, si, es para morirse de envidia. Casi lloro de celos…”

Entre comentarios y rumores, las chicas no se daban cuenta de lo incómoda que Azula se sentía.

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