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Boda Relampago: El Lazo Inesperado Capítulo 1723

Capítulo 1723

Rosalía negó con la cabeza, levantando la mirada hacia el patio lleno de recuerdos. “Hijo, esta casa está llena de nuestros recuerdos, los cuatro. Tu hermano y tú crecieron jugando aquí.

A veces, al mirar las flores y plantas del patio, casi puedo verlos a los dos correteando y jugando.

Aquí también vivimos tu padre y yo después de casarnos; hay tantos recuerdos de nosotros dos en este lugar.”

Se llevó la mano a los ojos y secó una lágrima discretamente. “Hijo, yo no me voy de aquí. Quiero estar junto a tu padre y tu hermano.”

Mauro quería seguir convenciéndola, pero no sabía cómo, así que se quedó callado.

Rosalía miró a Azula. “Azula, mi Maurito es impulsivo y nunca piensa en las consecuencias. Por favor, te pido que me ayudes a cuidarlo.”

Azula asintió. “Lo haré, Sra. Rosalía.“e2

Rosalía apretó la mano de Azula. “Vamos a comer. He contratado dos chefs de Mar Azul para que preparen tus platillos favoritos. Espero que los disfrutes.”

Azula aún no había probado la auténtica comida de Mar Azul desde que llegó a la Capital, así que se sintió muy agradecida y decidió que se quedaría al lado de Mauro en los buenos y malos momentos. “¡Gracias, Sra. Rosalía!”

Rosalia sonrió. “De ahora en adelante somos una familia, no hay necesidad de ser formal.”

La cena transcurrió en armonía, aunque solo estaban los tres.

Después de la cena, Mauro y Azula se quedaron a dormir en la casa.

Rosalía había preparado habitaciones separadas para ellos, sin la intención de juntarlos.

Mauro se fue a su habitación y Azula se instaló a la que estaba al lado.

Con la mente llena de preocupaciones, Azula no podía dormir y se sentó en el balcón a mirar las estrellas.

Las vacaciones de invierno estaban cerca y el clima estaba frío.

El viento helado le cortaba la cara, pero a Azula no parecía importarle.

No podía dejar de pensar en su hermana Esmeralda y cómo podría traerla a Ciudad Capital.

De repente, el sonido de un encendedor proveniente del balcón vecino rompió el silencio de la noche.

Azula asomó la cabeza y aunque no vio nada, sabía que era Mauro. “Fumar es malo para la salud. Deberías fumar menos.”

La voz grave de Mauro llegó a sus oídos. “¿Ya quieres empezar a controlarme y ni siquiera estamos casados?”

Azula replicó. “No quiero controlarte. Solo veo que fumas bastante, seguro un paquete al día. Solo es un recordatorio, tienes veinte años, no arruines tu salud tan pronto.”

A

Mauro replicó. “Gracias por preocuparte, pero no es necesario.”

Azula suspiró. Mejor dejarlo estar.

Después de un rato, Mauro volvió a hablar. “¿Cómo va tu trabajo?”

Azula respondió. “Bien. Ahora tengo la capacidad de mantenerme y también de cuidar a mi hermana.”

Se oyó de nuevo el encendedor, al parecer Mauro había encendido otro cigarrillo. “Sigue trabajando duro. En este mundo, no puedes confiar en nadie. Solo estando capacitado para mantenerte a ti misma tendrás una base sólida.”

Azula siempre había entendido esa lección.

Por suerte, lo que había aprendido en la familia Mandes no fue en vano y tenía habilidades para valerse por sí misma.

Un rato después, Mauro preguntó de nuevo. “¿Por qué no hablas?”

Azula simplemente dijo. “No sé qué decir.”

De repente, Mauro preguntó. “¿Cuál es tu sueño?”

Azula sonrió con amargura. “Para alguien como yo, mantenerme viva ya es suficiente. No me puedo permitir tener sueños.”

Esa respuesta apretó el corazón de Mauro, quien rápidamente cambió de tema. “¿Quieres escuchar cuáles eran mis sueños?”

Azula asintió. “Si quieres compartirlos, estoy dispuesta a escucharlos.”

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