Capítulo 1715
Anula se quedó en silencio.
Ese tipo de dolor no era algo que ella pudiera compartir con Mauro, pero al menos pensaba que Mauro había sido amado por alguien, a diferencia de ella, que nunca habia sentido el amor de nadie.
Mauro continuo, “No ha pasado mucho tiempo, y ya no tengo ni a mi hermano ni a mi padre… Mi madre sufrió un trauma, y abera ni siquiera se puede levantar de la cama…”
Aunque to decía con una voz tranquila, Azula no sabía por qué, pero le dolía el corazón al escucharlo.
Instintivamente, extendió su mano y la colocó sobre la de él, “Mauro, si no te molesta que no sea de mucha ayuda, de ahora en adelante puedo ser tu amiga. Caminar junto a ti, cambiar juntos este destino que nunca debió ser así.”
Mauro se volvió hacia ella, su mirada fria se encontró con los ojos claros, ingenuos pero decididos de Azula.
Ella se sintió incómoda bajo su mirada, “Si no quieres, olvida que lo dije.”
Mauro preguntó, “¿Quieres ser mi amiga, caminar a mi lado, sabes a lo que me enfrentaré?”
Azula respondió, “¿Importa lo que enfrentemos?”g2
Mauro dijo, “Puede que termines como mi hermano y mi padre, sin vida de un día para otro.”
Azula de repente se dio cuenta de algo, sorprendida, abrió los ojos y después de un rato dijo: “¿Quieres decir que la muerte de tu padre y tu hermano no fue un accidente?”
Mauro sonrió con frialdad, “Estás asustada, y ya no tienes escapatoria. Fuiste enviada por la familia Mandes a la familia Pinales, frente a mí, aunque ninguno de los dos lo quiera, estamos en el mismo barco.”
Azula mordió su labio, sus ojos llenos de determinación, “No tengo miedo.”
Mauro la desafio, “¿De verdad no tienes miedo?”
Azula afirmó, “Siempre he querido vivir bien, con dignidad y libertad. No importa lo que me pase, siempre me digo que. nada es más importante que vivir. Pero a veces, pienso que vivir de esta manera es peor que morir.”
Mauro la llamó “cobarde”.
Azula continuó, “Pero esos pensamientos son pasajeros. No voy a hacer ninguna tontería. Seguiré viviendo bien, viviré como yo quiera.”
Mauro la miró y sonrió, “No te arrepientas después.”
Azul afirmó, “No lo haré.”
Mauro apartó la mirada hacia la urna en el altar, “¿Quién te dijo que vinieras?”
0 2 4 2 < Z I
Azula respondió, “Mi madre.”
Mauro no dijo nada más.
Había muchas cosas que ya había anticipado.
Con la muerte del hijo mayor, se rumoreaba que el patriarca de los Pinales estaba postrado en cama por la aflicción.
El velorio duró siete días, y nadie vio a Lisandro.
El anciano solo quería ver a dos personas: su médico personal y su nutricionista, que cuidaba de su dieta.
པ ཡ ༢
Así que Azula no vio a Lisandro hasta después del funeral de Simón.
Azula no sabía cómo había pasado esos días el anciano, pero era evidente que su estado había empeorado.
Cuando los invitados se fueron, solo quedaron los Pinales en la antigua mansión.
No esperaba que los directores y ejecutivos del Grupo Pinales también asistieran.
Aunque Azula no entendía mucho de eso, era evidente que venian con intenciones de desafiar el poder.
Elia se sentó obedientemente junto a Mauro, sin atreverse a decir una palabra; con tanta gente presente, no era su Jugar hablar.
El tio Álvaro tomó la iniciativa con entusiasmo, “Papá, tus amigos supieron que no estabas bien de salud y vinieron a
verte.”