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Boda Relampago: El Lazo Inesperado Capítulo 1710

Capítulo 1710

Azula ya lo habla intuido.

Con una sonrisa amarga, dijo, “Esto no tiene nada que ver contigo, no tienes que disculparte.”

Mauro continuó, “Pero la familia Mandes no lo ha dejado definitivamente claro. Me pusieron una condición,”

Azula pregunto, “¿Qué condición?”

Mauro dijo, “Si para antes de las fiestas de fin de año logras quedar embarazada de mi hijo, y se confirma que será varón, entonces acceden a dejar que tu hermana venga a Ciudad Capital.”

Azula apretó sus manos que colgaban a los costados, “Je… no te preocupes por

ellos.”

Mauro dijo, “Azula…”

“¿SI?”, la chica respondió.

Mauro continuó, “Voy a hacerme fuerte y anulare nuestro compromiso antes de que sea demasiado tarde. No me casaré con alguien que no quiero, y no te dejaré casarte con alguien a quien no amas “g2

Azula le sonrió, pero mientras sonreía, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Mauro extendió su mano, queriendo secarle las lágrimas, pero luego pensó que no era lo correcto y lentamente la retiró.

Azula se secó las lágrimas con fuerza, “Que tú te hagas fuerte, solo puede anular nuestro compromiso. Después de que lo hagas, podría convertirme en una broma, en una descartada, o quizás ellos me obliguen a casarme con otro.

Para librarme de su control, debo ser yo quien se fortalezca. Pero, ¿cómo puedo hacerme fuerte? Antes pensaba que, con ganar dinero, con ser capaz de mantenerme a mí y a mi hermana, podría escapar de ellos, pero luego descubrí que era muy ingenua.”

Mauro escuchó en silencio.

Azula dijo, “Gracias por sacarme hoy a conocer más amigos, estoy feliz de haber conocido a Susana.”

La vivacidad de Susana era como un pequeño sol cálido para Azula, ofreciéndole un rayo de luz en un mundo frío.

Mauro, “Baja del coche.”

Azula abrió la puerta, “¡Gracias!”

Agradeció por ofrecerle trabajo.

Agradeció por no forzarla a hacer lo que no quería.

Agradeció por presentarle nuevos amigos.

Recordaría toda su bondad.

Mauro dijo, “Las vacaciones de invierno ya están cerca. Haré que doña Julieta venga a la escuela para llevarte a nuestra casa.”

Azula respondió, “No hace falta. Puedo seguir viviendo en la residencia durante las vacaciones.”

Mauro hizo una pausa, “Como quieras.”

¡Adiós!”, la chica dijo.

“Hasta luego.

Después de ver partir a Azula, Mauro finalmente arrancó el coche y se fue.

Habia un lugar para quedarse cerca de la escuela, pero en ese momento, de repente no sabía a dónde ir

Conducia sin rumbo fijo.

Hasta que una llamada lo sacó de sus pensamientos.

La llamada era de su madre, Rosalia Pinales, “Maurito, la salud de tu padre empeoró de repente, parece que no va a aguantar, ven rápido al hospital.”

Mauro sintió un escalofrio, “¿En qué hospital?”

Su madre respondió, “El Hospital General de la Capital,”

Mauro dijo, “Voy para allá.”

Mientras conducía al hospital, las manos de Mauro temblaban tanto que apenas podía controlar el volante.

Hace unos días, cuando fue a casa, el doctor había dicho que su padre estaba mejorando, ¿cómo era posible que su condición empeorara de repente?

Su mente estaba hecho un caos.

No lograba entender nada.

Mauro llegó al hospital lo más rápido posible, pero aun así ya era demasiado tarde.

El médico ya había emitido el certificado de defunción.

Rosalía estaba derrumbada en el suelo, incapaz de llorar.

Al ver todo esto, los pasos de Mauro se tambalearon, “Mamá…”

Aitana, llena de furia, se abalanzó sobre Mauro, “Maurito, ¿cómo tardaste tanto? Tu padre quería verte una última vez antes de dar su último suspiro.”

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